Crisis energética en Bolivia – Álvaro Ríos
Álvaro Ríos advierte que Bolivia enfrenta una crisis energética grave. El presidente Luis Arce ha implementado medidas liberales de mercado, pero de manera forzada.
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Álvaro Ríos advierte que Bolivia enfrenta una crisis energética grave. El presidente Luis Arce ha implementado medidas liberales de mercado, pero de manera forzada. La apertura a la importación y comercialización de combustibles, antes impensable, ahora es una realidad ante la incapacidad del Estado de abastecer el país.
El sector privado ha sido llamado a intervenir en la distribución de combustibles. Esto, a pesar de que la Constitución y la Ley de Hidrocarburos establecen que el abastecimiento es competencia del Estado. Además, se impulsa una ley de incentivos petroleros que se había solicitado hace una década, reconociendo la necesidad de inversión privada en el sector.
Un modelo económico en crisis
Ríos sostiene que el modelo económico vigente ha fracasado. En 2006, Bolivia heredó 19 trillones de pies cúbicos de gas y reservas de petróleo gracias a inversiones privadas previas. Desde entonces, el país ha exportado más de 68.500 millones de dólares en hidrocarburos.
Sin embargo, la falta de exploración llevó a una caída en la producción. Desde 2013, expertos alertaron sobre la necesidad de inversiones para reponer reservas. Hoy, Bolivia dejó de exportar gas y debe importar combustibles a costos elevados.
Malas inversiones y despilfarro
Las plantas de industrialización del gas han sido un fracaso. La planta de separación de líquidos de Yacuiba costó 760 millones de dólares y opera a menos del 30% de su capacidad. La planta de urea en Bulo Bulo, con una inversión de 1.200 millones de dólares, ha trabajado al 36% de su capacidad en nueve años.
Ciclos combinados en termoeléctricas costaron 1.500 millones de dólares. Uno fue destinado a exportar energía a Argentina, pero no se concretó ningún contrato. Mientras tanto, Bolivia enfrenta un déficit energético creciente.
Falta de dólares y subsidios insostenibles
Bolivia enfrenta también una crisis cambiaria. Ríos señala que se necesita inyectar entre 5.000 y 7.000 millones de dólares al Banco Central. Además, los subsidios a los combustibles son insostenibles con una producción en declive.
Una posible solución es la dolarización del precio de los combustibles. Actualmente, la gasolina importada cuesta el doble que el precio subvencionado en el mercado interno. Esto ha generado un drenaje de dólares, reduciendo las reservas internacionales.
Reformas urgentes
Ríos considera que el próximo gobierno debe priorizar tres medidas: atraer inversión extranjera con seguridad jurídica, eliminar progresivamente los subsidios y estabilizar el abastecimiento de combustibles.
Se necesita un nuevo marco jurídico en hidrocarburos y electricidad. Empresas extranjeras deben recibir pagos en dólares al tipo de cambio de mercado para que la inversión sea viable. Además, YPFB debe reestructurarse y dejar de ser un ente politizado y deficitario.
La producción local de gas es clave para reducir la importación. Actualmente, importar gas de Argentina costaría seis veces más que producirlo en Bolivia. Atraer inversión permitirá recuperar el sector y generar empleo.
Un futuro incierto
Ríos advierte que Bolivia está al borde del colapso energético. Sin inversión, no habrá gas ni electricidad suficientes para el país en los próximos años. La migración de bolivianos a otros países ya es una realidad, similar a la crisis venezolana.
Para evitar un desastre mayor, es fundamental reconocer que el modelo económico actual no funciona. Bolivia necesita urgentemente abrirse a la inversión privada y adoptar políticas que garanticen seguridad energética y estabilidad económica.