Henry Oporto: “Hay que relanzar un proyecto nacional, democrático y con aspiraciones de modernidad”
Crisis de gobernabilidad, polarización y fractura nacional en Bolivia. Henry Oporto comentó el artículo “Repensar la cuestión nacional: Siete tesis para la discusión” y analizó los desafíos de la construcción de la identidad boliviana.
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Oporto es sociólogo y ensayista, director de la Fundación Milenio y autor de varios libros sobre la realidad nacional.
“La tesis que intento desarrollar es que nuestra Bolivia está hoy muy fracturada y polarizada, no sólo en lo político sino también en lo social e incluso en lo territorial. El Estado central se opone a la región más vigorosa del país, como es Santa Cruz. Esta fractura en el seno de la nación boliviana tiene como expresión la polarización, dando como resultado una crisis de gobernabilidad”, señaló.
El analista dijo que “en el último tiempo, esa crisis se inicia durante el conflicto por las elecciones del 2019, que dieron lugar a la salida de Evo Morales del poder, y que se prolongó con el gobierno provisional. Muchos creyeron que con Arce se iban a resolver los problemas, pero ha resurgido con fuerza el conflicto, no sólo con las regiones sino en el propio seno del partido gobernante. La evidente dificultad de gobierno en el país se agrava por la guerra interna del MAS, por una presidencia muy débil con un conflicto de poder que no se resuelve, y por una crisis económica que está en pleno desarrollo”.
“La fractura nacional, la polarización y la crisis de gobernabilidad constituyen la causa principal del estancamiento del país y de que la sociedad boliviana se muestre incapaz de aprovechar las oportunidades que brindan la globalización, la modernización y la transformación tecnológica”, remarcó.
Oporto indicó que la polarización en Bolivia “no es un hecho circunstancial, tiene bases históricas y estructurales, por la inconclusión del proceso de construcción nacional. A mitad del siglo XX se dieron pasos importantes con la revolución nacional, pero no hemos concluido el proceso y hay una debilidad en la identidad común de los bolivianos. Han cobrado más vigor las identidades parciales, étnicas, por el impulso del proyecto del MAS, que es etnonacionalista y buscó redefinir la identidad a partir de la pertenencia a una nación o pueblo indígena. Eso le ha hecho mucho mal a la identidad común de los bolivianos. El corporativismo tomó mucha fuerza de la mano del etnonacionalismo masista. Ambos fenómenos han debilitado el sentido de nación en Bolivia. Ahí está la raíz del problema de la falta de gobernabilidad y de la polarización”.
“Demando retomar las tareas de la construcción nacional que han quedado pendientes, recuperar la idea de que somos una nación, no somos varias naciones, como dice el relato masista. Esto no significa desconocer otras identidades parciales, como las regionales o las étnicas. Lo que cuestiono es que se hayan sobrepuesto a la identidad nacional. Por eso tenemos una sociedad profundamente fracturada. Hemos avanzado en inclusión pero a costa de la cohesión social, y sin eso ningún país puede desarrollarse ni sentar bases sólidas para una democracia”, opinó.
El sociólogo dijo que “tenemos un rezago histórico, con tensiones regionales y étnicas que siguen siendo muy fuertes. Por eso, es indispensable relanzar el proyecto nacional, que tiene que ser democrático, socialmente inclusivo y con características de modernidad. Se necesita rearticular un contrato social. La Asamblea Constituyente del 2006 fracasó en replantear el contrato social, porque excluyó a una parte significativa de la población. No fue un verdadero acuerdo nacional. Está pendiente la rearticulación de un contrato social entre el Estado y los ciudadanos, entre los propios ciudadanos, y entre el Estado y las regiones. Sin eso no vamos a encontrar los consensos básicos sobre la economía, el sistema político y el tipo de desarrollo humano. Sin esos consensos, seguiremos teniendo una sociedad fracturada, polarizada y tendiente a la ingobernabilidad”.
“El proyecto del MAS ha tomado como estrategia de poder una polarización permanente y ha encontrado en Santa Cruz el enemigo principal para justificar esa polarización. Es propio de los gobiernos autocráticos y populistas, que buscan un enemigo con el cual polarizar, y sobre eso construir y reproducir el poder. Si Bolivia no tuviera a Santa Cruz económicamente fuerte y con capacidad de resistencia democrática, hace rato que el país habría caído en las garras de un régimen como los de Venezuela y Nicaragua. Es el dique de contención para el proyecto hegemónico del MAS. Por eso buscan golpear a Santa Cruz, que es el gran obstáculo para el proyecto de poder totalitario”, señaló.
Oporto subrayó que “el proyecto del MAS ha entrado en decadencia. Es un proyecto decadente frente a una región emergente. Deberíamos pensar cómo hacemos para que, a partir de la región más fuerte, con credenciales democráticas y con avances de modernidad, podamos reconstruir la nación boliviana. Se abren grietas entre una región que avanza mucho y el resto del país que se relega. Es un desafío para Santa Cruz, pero también para el occidente del país, para La Paz y otras regiones, que tienen que hacer lo suyo para reencaminar sus proyectos de desarrollo y entre todos relanzar un proyecto nacional, democrático y con aspiraciones de modernidad”.