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La naturaleza de la crisis boliviana – Javier Paz Garcia

Javier Paz explica que la crisis económica de Bolivia no se debe a causas recientes, sino a un proceso prolongado de desgaste institucional y económico que se remonta a más de 20 años.

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Javier Paz explica que la crisis económica de Bolivia no se debe a causas recientes, sino a un proceso prolongado de desgaste institucional y económico que se remonta a más de 20 años. Utiliza la metáfora de un árbol para describir cómo el país ha pasado por un largo periodo de cosecha sin siembra: se extrajo riqueza sin reinvertir en el futuro, y ahora el árbol empieza a secarse. Las consecuencias actuales —inflación, escasez de dólares y desabastecimiento— son solo los síntomas visibles de un deterioro profundo y acumulado.

La bonanza mal gestionada
Durante la década de bonanza, Bolivia experimentó un crecimiento económico notable impulsado por precios internacionales favorables y reformas previas. Javier Paz aclara que esa prosperidad no fue producto de una nueva visión estatal, sino resultado de inversiones sembradas por gobiernos anteriores, en especial los que implementaron reformas de libre mercado tras la crisis de los 80. Sin embargo, en lugar de continuar sembrando, el gobierno de turno se limitó a cosechar, sin invertir en exploración de hidrocarburos ni atraer nuevas inversiones, desperdiciando así una oportunidad histórica.

Libertad económica en decadencia
Uno de los indicadores que mejor ilustra la caída estructural de Bolivia es el Índice de Libertad Económica. Javier Paz señala que, en los años 90, Bolivia alcanzó niveles similares a países desarrollados gracias a un marco favorable para la inversión. No obstante, desde los años 2000, el país ha caído sistemáticamente hasta ser catalogado como una economía reprimida. Esto se traduce en menor inversión, menos empleo y un deterioro en la calidad de vida. La seguridad jurídica, el respeto al estado de derecho y la libertad financiera se han ido perdiendo poco a poco.

Corrupción institucionalizada
La percepción de corrupción en Bolivia también ha empeorado significativamente. Paz recuerda que el gobierno del MAS, que prometía luchar contra la corrupción, castigó a quienes denunciaron actos ilícitos dentro del Estado. Desde el inicio, se instauró una cultura de impunidad, donde los mecanismos de control fueron debilitados y las leyes se diseñaron para expandir el poder del Estado y su discrecionalidad en el uso de los recursos públicos. Esto no solo afectó la transparencia, sino que alimentó una estructura que facilita el robo y debilita aún más la institucionalidad.

Trámites y burocracia, una barrera al emprendimiento
Otro factor que refleja la dificultad de hacer negocios en Bolivia es la burocracia excesiva. Según datos del Banco Mundial, Bolivia es uno de los cinco países donde se requiere tanto un notario como un abogado para abrir una empresa de responsabilidad limitada (SRL). Mientras en países como Nueva Zelanda se puede abrir una empresa con un solo trámite en línea, en Bolivia se necesitan 12 procedimientos que toman cerca de 50 días y representan hasta un 30% del PIB per cápita. Este exceso de requisitos desalienta la formalización, especialmente entre los sectores más vulnerables, y contribuye a que el 80% del empleo sea informal.

Inseguridad jurídica y tierra improductiva
La falta de seguridad jurídica es otro obstáculo importante para el desarrollo económico. Javier Paz advierte que muchas propiedades agrícolas, especialmente las pequeñas, no pueden ser utilizadas como garantía para acceder a crédito debido a la inseguridad legal sobre su tenencia. Incluso propiedades más grandes no son aceptadas por los bancos por el riesgo que implica la debilidad del sistema judicial. Esto limita gravemente el acceso a financiamiento y frena el potencial de crecimiento, especialmente en el área rural.

Prensa perseguida y autocensura
Paz también resalta el impacto de la restricción a la libertad de prensa en la calidad democrática del país. Una prensa libre actúa como auditor del poder, pero en Bolivia los medios enfrentan acoso y persecución. Esto genera autocensura, reduce la fiscalización del gobierno y contribuye a un entorno de impunidad. La falta de transparencia impide conocer a fondo los casos de corrupción y debilita los mecanismos de control social.

Una crisis estructural, no coyuntural
Contrario al discurso oficial que atribuye la crisis a la falta de dólares, Javier Paz enfatiza que la verdadera causa es estructural. La casi inexistente inversión extranjera directa en los últimos 20 años, la débil seguridad jurídica y el deterioro institucional son las verdaderas razones del estancamiento económico. Pretender solucionar el problema en 100 días, dice, es una fantasía. Se necesita un proceso de reconstrucción profunda que implica sacrificios y resultados a mediano y largo plazo.

La dimensión moral de la crisis
Más allá de lo económico, Paz identifica una crisis institucional y moral. Cita a Borges al decir que el mayor problema de nuestra época es la intromisión del Estado en los actos del individuo. En Bolivia, políticos cometen faltas graves sin consecuencias sociales ni legales. La sociedad, en vez de exigir rendición de cuentas, trivializa estos actos y los convierte en chistes. En democracia, afirma, los votantes son responsables de las autoridades que eligen. La corrupción y el desgobierno no son solo culpa de los políticos, sino también de una ciudadanía que tolera y normaliza estas conductas.


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