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Por Peter Van Doren1
Los documentos internos de Facebook recientemente disponibles al público por la delatora Frances Haugen, y su subsiguiente testimonio ante el Senado, han vuelto a encender la discusión acerca de las empresas ‘Big Tech’ y la legislación antimonopolio. A lo largo de los últimos años, los políticos tan diversos como la Senadora Elizabeth Warren y el ex presidente Donald Trump se han quejado acerca del supuesto poder monopolio de empresas como Facebook, Google, Amazon y Apple. Algunos han interpretado la información revelada en los documentos de Facebook filtrados como una perdida para la empresa de redes sociales en su lucha en contra de los reguladores antimonopolio; un artículo de Politico hace algunas semanas declaró que “los documentos de Facebook ofrecen un tesoro de información para la guerra antimonopolio de Washington”. Mientras que la prensa relaciona las Big Tech con el mal comportamiento y a la legislación antimonopolio como la solución, los documentos de hecho no ofrecen mucha evidencia de un poder de mercado y daños al consumidor, cuestiones que son centrales para la política antimonopolio.
En la edición actual de la revista Regulation, Jonathan Klick argumenta en contra del uso de leyes antimonopolio en contra de las empresas tecnológicas porque sus servicios de redes sociales son gratis para los consumidores. Como nuestro colega Ryan Bourne ha argumentado, el mercado de Facebook no son las redes sociales sino los anuncios comerciales. En la venta de espacios para anuncios comerciales y en la competencia por la atención de los consumidores, Facebook se enfrenta a una competencia dura de otras empresas tecnológicas y no tecnológicas, como la radio y la televisión.
Si el poder de mercado en la publicidad no es el problema, entonces, ¿cuál es? Los críticos argumentan que el tamaño e importancia de las empresas tecnológicas les da ventajas en otros mercados en los que estas ingresan. Lo que sea que ellas tocan se convierte en oro. Pero las relativamente desconocidas Zoom y GoToWebinar han capturado alrededor de un 60 por ciento del mercado de teleconferencias durante la pandemia mientras que los servicios de los gigantes tecnológicos, como Microsoft Teams, Amazon Chime, y Facebook Messenger, han fracasado miserablemente con los usuarios.
¿Qué tal si Facebook usa su “monopolio” pata ganar una ventaja en los servicios de videos y mensajería? Los documentos filtrados directamente refutan estas preocupaciones. Politico menciona que, mientras que la empresa Instagram que es propiedad de Facebook ha tenido éxito entre los adolescentes y adultos jóvenes,
La única área en las otras aplicaciones superan a Instagram y Facebook fueron aquellas de mensajes y entretenimiento, según los resultados de la encuesta. Los adolescentes y adultos jóvenes era más probable que usen textos regulares (30 por ciento) o Snapchat (24 por ciento) para mensajes antes que Instagram o Facebook Messenger (14 por ciento en cada caso), encontró otra encuesta. Todas las edades dijeron que era más probable que vean videos en YouTube o TikTok que en Facebook o Instagram.
El debate acerca de las Big Tech y la legislación antimonopolio muchas veces ignora el papel que las empresas privadas juegan en el cabildeo para que aumente el cumplimiento de la legislación antimonopolio de tal manera que se aumente la demanda de sus productos en relación a aquella de sus rivales. En la edición actual de Regulation, Thomas Lambert provee ejemplos de dicho comportamiento.
Los periódicos tradicionales han decaído porque ya no tienen monopolios de publicidad. Los servicios de noticias gratuitas provistos por Google y Facebook utilizan “fragmentos” de fuentes tradicionales junto con enlaces a aquellas fuentes. Aunque los periódicos tradicionales fácilmente podrían negar el acceso, no lo hacen porque los fragmentos de noticias dirigen las pupilas hacia los sitios Web originales de los periódicos. En cambio, estos demandan una compensación. Lambert argumenta que España, Francia, y Australia requieren que Google y Facebook les paguen tarifas por licencia para respaldar a las organizaciones tradicionales de noticias porque estas últimas cubren la política y juegan un papel en formar las opciones electorales de los votantes mediante la cobertura de las noticias. Los miembros del gobierno ofrecen subsidios a cambio de una cobertura favorable.
Epic Games, que hace el videojuego popular Fortnite, ha dicho que tanto Apple y Google han violado la legislación antimonopolio al requerir que todas las compras de aplicaciones se realicen a través de sus propias tiendas de aplicaciones. Lambert dice que el ímpetu detrás de la queja de Epic es que esta desea que Apple y Google moneticen sus plataformas de tal manera que estas sean más favorables para Epic. En un reciente intercambio en Twitter con el CEO y fundador de Epic Tim Sweeney, él explica:
“los desarrolladores de aplicaciones como Epic, sin embargo, quisiéramos ver a Apple monetizar su control de plataforma de una manera distinta, dado que el sistema que Apple ha elegido (una comisión de 30% sobre las ventas) extrae más de las aplicaciones populares y subsidia a las nuevas.
Si Epic fuese a prevalecer en una apelación y forzara a Apple a (1) permitir que una distribución de aplicaciones iOS fuera del App store, y a (2) permitir compras dentro de las aplicaciones utilizando sistemas de pago que podrían evadir la porción de ingresos de Apple, el poder de mercado de Apple no se vería reducido ni un ápice.
Apple todavía podría cobrar precios ‘supracompetitivos’ por el acceso al iOS, porque controla iOS. Solo tendría que hacerlo de una manera que le daría una ventaja a Epic a costa de los desarrolladores de aplicaciones menos populares (por ejemplo, cobrándolo a todos los desarrolladores por el acceso a la API—Interfaz de Programación de Aplicaciones)”.
El tercer ejemplo de Lambert describe el papel de IBM y Oracle en el cabildeo por una reforma de Sección 230 de la Ley de Telecomunicaciones, la cual actualmente exonera a las plataformas de Internet de acción legal por el contenido generado por los usuarios. IBM también vende un producto de software de inteligencia artificial, una versión de Watson que jugaba Jeopardy, que proveería un cumplimiento con el “cuidado razonable” de monitorear y eliminar contenidos generados por los usuarios que sean “ilegales u ofensivos”. Google y Facebook no siempre son las víctimas. Ambas han sido favorecidas por la Regulación General de Protección de Datos de la Unión Europea de 2018 (GDPR). La regulación imponía nuevos requisitos sobre el uso de información del usuario provista por una tercera parte en la venta de publicidad digital. Tanto Google como Facebook aumentaron su porción de mercado en el gasto europeo en publicidad digital luego de la implementación de la GDPR porque las empresas prefieren concentrar sus presupuestos de publicidad con empresas en las que confían que no violarán las normas. La GDPR dificulta que las terceras partes reúnan la información personal que es tan valiosa para focalizar la publicidad, por lo tanto las empresas digitales que tienen relaciones directas con los usuarios pueden adquirir el consentimiento para utilizar sus datos. Google y Facebook dependen mucho menos de los datos provistos por una tercera parte.
La política antimonopolio muchas veces es presentada como los esfuerzos nobles de funcionarios públicos en contra de las maniobras perversas de poderosas empresas. En realidad la legislación antimonopolio es muchas veces un intento por parte de algunas empresas e adquirir privilegios en el mercado en contra de otras empresas a través del proceso político.
1es académico titular y Editor, Revista Regulation del Cato Institute.
*Este artículo fue publicado originalmente elcato.org el 06 de diciembre de 2021.
*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo