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“Es notable que los países que más inversión extranjera atraen tienden a ser federales y no unitarios”. La opinión pertenece a Jean-Paul Faguet, profesor de la London School of Economics y da cuenta del potencial que tienen los sistemas federalistas para la generación de prosperidad.
Otro dato clave es el que da Ramón Máiz, catedrático de ciencias políticas en la Universidad de Santiago de Compostela: “alguna suerte de virtud política tendrá el federalismo, cuando más del 55% de la población mundial (65% del PIB global) vive bajo distintos arreglos federales”.
Es decir, que la productividad también parecería ser más alta en los países federales, mientras que el 45% de la población que vive bajo sistemas unitarios sólo estaría generando el 35% del PIB mundial.
Una de las explicaciones posibles es el mecanismo de la competencia fiscal, entendida como la tendencia de los gobiernos estaduales a rebajar la presión tributaria y regulatoria para captar inversiones o atraer a trabajadores calificados.
Por supuesto, se ha alegado críticamente aquello de que “Venezuela también es federal”, pero calificar como tal a ese país es casi tan inexacto como decir que allí hay democracia.
En la “república bolivariana”, ambos sistemas existen más en el papel que en la realidad y una de las pruebas es que el recientemente electo gobernador del estado Zulia, Manuel Rosales, acaba de sufrir un importante recorte de competencias en aeropuertos y peajes.
Veamos, en cambio, uno de los casos más emblemáticos de federalismo en el planeta: Suiza. Tiber Adler, del laboratorio de ideas Avenir Suisse, señala que si su país “tiene una economía en plena forma, en gran medida se debe al federalismo”.
Christoph Schaltegger, de la Universidad de Lucerna, dice que la eficiencia es una de las vías a través de las cuales el federalismo impulsa la actividad económica. Que el gobierno cantonal pueda estar “más cerca de la acción” permite un sistema simplificado y responsable, estimulando la competitividad.
Schaltegger opina que el sistema federal suizo ha viabilizado que la economía pueda asumir más riesgos, llevando a un alto nivel de diversificación regional: relojería en Neuchâtel, farmacéutica en Basilea, banca en Zúrich.
El experto dice que los cantones son como pequeños “laboratorios de innovación” que desarrollan soluciones singulares, y si tienen éxito estas soluciones se adoptan como mejores prácticas en todo el país.
Junto a este “efecto laboratorio”, Schaltegger remarca la fiscalidad competititva que mencionábamos antes: las tasas impositivas varían según los cantones, desde el 12,3% de Lucerna hasta el 24,2% de Ginebra.
Está claro que en el debate sobre el federalismo hay mucha tela para cortar y que obliga a “pensar fuera de la caja” en muchos temas, como el de la política fiscal.
*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo