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Por: Manuel Polavieja1
Una crítica habitual hacia Bitcoin es que es muy volátil. La volatilidad a lo largo de sus 12 años de historia es evidente, con subidas espectaculares y bajadas no menos espectaculares cercanas al 90 % respecto al máximo anterior. Sin embargo, creo que sería un error extrapolar la volatilidad de Bitcoin hacia el futuro porque el precio de un activo tan disruptivo ha de ser necesariamente volátil en su fase inicial, pues hace falta un proceso complejo de descubrimiento de las propiedades del activo en cuestión, y también de su precio.
Pero que esta volatilidad pasada no sea extrapolable al futuro, no implica que Bitcoin vaya a ser tan estable como el oro, la deuda pública o la moneda fiat. En este artículo quiero dar un salto en el tiempo y analizar un hipotético escenario donde Bitcoin ya es ampliamente conocido y la demanda de Bitcoin se ha estabilizado en un porcentaje más o menos constante de la producción global. Recomiendo la lectura de un reciente artículo enfocado en este escenario, pues es muy breve y conciso, Fernando va al grano de la cuestión y se enrolla mucho menos que yo.
Lo que cuenta en su artículo es que cualquier activo cuyo valor sube en el tiempo ha de ser impepinablemente volátil. ¿Por qué? Porque un activo que tuviera hoy un precio de 4, y todos estamos seguros de que dentro de un año valdrá 5, entonces su precio hoy no podría ser 4, tendría que ser 5 o muy cercano a 5. Porque si no, alguien estaría haciendo el canelo vendiendo duros a 4 pesetas. Cuando una información es cierta, automáticamente se incorpora al precio, así funciona el mercado. Un ejemplo muy gráfico es cuando una empresa cotizada recibe una OPA, en cuanto el anuncio es oficial, el precio se ajusta inmediatamente al precio de la OPA.
Por tanto, los activos alcistas van subiendo de precio a medida que la incertidumbre sobre su demanda se va despejando. Y si hay incertidumbre, sí o sí, hay volatilidad.
Que Bitcoin tenga una oferta totalmente fija facilita mucho este análisis. Porque si finalmente es útil para el propósito que sea, y su demanda se mantiene estable en relación a una producción global creciente, entonces la única forma de que su valor se mantenga estable es que su precio suba.
Fernando hace una comparación muy certera con el oro. El oro es casi perfectamente elástico a largo plazo porque cuando su precio sube, es más rentable minar oro y por tanto aumenta la cantidad. Este aumento tan moderado de la cantidad de oro es lo que hace que su poder adquisitivo sea tan estable a largo plazo. Sin embargo, los mineros de oro no pueden responder rápido a aumentos de demanda repentinos, con lo cual el poder adquisitivo del oro a corto plazo podría no ser estable en esos casos.
Aun así, el oro puede estabilizarse gracias a la especulación en el tiempo gracias a su estabilidad a largo plazo. Por ejemplo, si el precio sube muy rápido y se aleja mucho de los costes de producción, un minero puede vender futuros del oro con vencimiento a un año a un precio muy superior a sus costes. Estas ventas de futuros frenarían la escalada del precio manteniéndolo estable.
Con Bitcoin esta especulación estabilizadora no es posible, pues realmente no se puede aumentar la producción a ningún coste. Las unidades de Bitcoin simplemente se distribuyen, no se producen. Actualmente ya se han emitido el 90 % del total, y en el año 2048 ya se habrá emitido el 99,9 %. Esta especulación apenas es posible hoy porque el “coste de producción” está ligado al precio por protocolo, con lo cual el margen es siempre muy estrecho. Pero sobre todo es que en pocos años ya apenas se podrán “minar” unidades nuevas, y a partir del año 2140, ninguna.
Por tanto, tal y como sostiene Fernando, Bitcoin es inherentemente volátil a largo y a corto plazo, y la volatilidad supone tener que asumir un coste de atesoramiento importante, porque si necesitamos vender nuestros Bitcoin en un momento en que el precio está por debajo de nuestro precio de compra, nos toca incurrir en pérdidas. Salvo que tengas suerte, ese riesgo de depreciación hay que pagarlo sí o sí. O bien pagas ese riesgo con un seguro contra la depreciación, o bien lo pagas con tiempo y angustia esperando a ver si se recupera, renunciando además a aquello que querías comprar con tus Bitcoin en ese momento.
He de decir que hasta hace no mucho y muy influido por los teóricos de la liquidez, yo pensaba que la inelasticidad de Bitcoin la podrían corregir los bancos emitiendo depósitos denominados en Bitcoin. Por ejemplo, una gasolinera podría emitir una letra y descontarla en un banco, el banco le abonaría en su cuenta “vales por Bitcoin” porque ha analizado bien el negocio y sabe que la gasolina se convertirá en Bitcoin contantes y sonantes en pocos días o semanas, por tanto el riesgo es muy bajo. Y el mercado en general aceptaría los depósitos convertibles en Bitcoin emitidos por los bancos como si fueran Bitcoin verdaderos mientras los bancos no se dedicaran a hacer préstamos demasiado arriesgados. Si al banco le solicitan la conversión de sus depósitos a Bitcoin reales y tiene en su activo préstamos a deudores solventes, pues o bien tendrá un buen flujo de ingresos en Bitcoin, o bien podrá vender esos préstamos en el mercado sin apenas descuento.
Pero Fernando me chafó totalmente esta expectativa al hacerme ver que cada vez habría más deudas denominadas en Bitcoin mientras que la cantidad de Bitcoin reales se mantendría fija, hasta el punto que pasados unos años la cantidad de deuda denominada en Bitcoin comparada con la cantidad real de Bitcoin sería descomunal. Esto nos llevaría a un escenario parecido al que se produjo a finales de los años 60 con el oro en el marco de Bretton Woods. Todos los bancos centrales se dedicaron a emitir moneda que era directa o indirectamente convertible en oro, y a un ritmo muy por encima del crecimiento de la oferta de oro físico. Una receta infalible para que tarde o temprano acabara todo en impago, como así fue.
Con Bitcoin ni siquiera haría falta ninguna emisión exagerada o imprudente. El carácter fijo de la oferta de Bitcoin hace que cualquier crecimiento de la deuda acabe por resultar tarde o temprano en una cantidad de deuda mucho mayor a los Bitcoin existentes, dejando al sistema expuesto a un ataque del tipo short squeeze o estrangulamiento de posiciones cortas, similar al que se produjo en GameStop a principios de este año.
Juan Ramón Rallo sostiene que un ataque de este tipo fracasaría si los bancos tienen sus préstamos bien garantizados y bien casados con los plazos de sus pasivos. Pero Fernando contraargumenta que el banco tendría que exigir demasiadas garantías a sus deudores para respaldar pasivos denominados en una unidad de cuenta que no es naturalmente estable y cuyo precio podría multiplicarse. Esas excesivas garantías harían el sistema inviable por caro y poco eficiente. Yo estoy con Fernando al 99,9 %, pero por ese 0,01 % de duda que aún me queda, me interesan los argumentos a favor de cualquiera de estas dos posturas.
*Este artículo fue publicado originalmente en panampost.com el 14 de noviembre de 2021.
*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo