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Por: Jordan McGillis1
En 2020, la energía nuclear contribuyó cerca de 20 por ciento de la electricidad estadounidense y fue la segunda fuente de generación eléctrica. Sin embargo, según las proyecciones de la Administración de Información Energética, la proporción nuclear de la generación eléctrica en EE.UU. caerá a tan solo 11 por ciento para 2020. Este declive no se debe solamente al crecimiento en otras formas de producción energética; la producción nuclear se espera que caiga en términos absolutos conforme las plantas viejas se retiran de producción. Mientras que los reactores modulares pequeños proveen una especie de esperanza de entusiastas nucleares, los prospectos de operaciones a gran escala son sombríos.
El declive nuclear vendrá a pesar de que la energía nuclear sea la fuente más segura de electricidad libre de carbono y de carga base. En dos de los estados más importantes económicamente, California y Nueva York, la energía nuclear está siendo retirada a favor de las adiciones nominales de energía eólica y solar. En realidad, la energía nuclear será reemplazada con los combustibles fósiles.
Un patrón similar y aleccionador ocurrirá en Japón, un país que se embarcó en una eliminación rápida de la energía nuclear luego del susto nuclear provocado por el tsunami en la planta de Fukushima Daiichi. Aunque Japón expresó la intención de utilizar energía libre de carbono para reemplazar la reducción de la energía nuclear, en la práctica, el carbón y el gas natural han hecho ese trabajo.
Mientras que en 2010, los combustibles fósiles generaban alrededor de 60 por ciento de la energía de Japón, ahora generan alrededor de 70 por ciento. Según la Agencia Internacional de Energía, Japón tuvo un índice de energía intensa en carbono de 121,6 en 2019, comparado con un índice de 106,8 el año antes del tsunami. Eso significa que en relación al consumo energético, las emisiones de Japón hoy son más altas de lo que eran hace 10 años.
“Por supuesto, usted realmente no necesita un análisis de regresión complicado para descifrar esto”, Ted Nordhaus escribió esta primavera para el Breakthrough Institute. “Cuando las naciones construyen plantas nucleares, las emisiones confiablemente caen y cuando las cierran, como hemos presenciado durante la última década en Japón y California, estas suben confiablemente”.
En lugar de hacer un argumento perdedor a favor de reducir emisiones, algunos críticos de la energía nuclear argumentan que el gas natural y las energías renovables son más competitivas que la energía nuclear en cuanto a su precio. Para ser justos, considerables datos recientes de los estados respaldan este punto.
La saga de la Planta Vogtle en Georgia es el primer ejemplo del argumento anti-nuclear de costo. La expansión de Vogtle agregará 2.250 megawatts a la capacidad de la red, pero las adiciones han venido con un costo alto. Los costos en alza ahora presagian un costo total de $25.000 millones, más de $10.000 millones de eso serán pagados por los consumidores en la forma de cuentas eléctricas mensuales más altas. Comparado con el costo del gas natural, los costos adicionales en Georgia provocan un shock y cualquier defensa de energía nuclear a gran escala en EE.UU. se topa con una respuesta inevitable —“¿Qué hay de Vogtle?”
Sin embargo, los desarrollos en los Emiratos Árabes Unidos (EAU) demuestran que el costo en dólares de más plantas nucleares no necesita ser tan alto como sucedió en el caso de Vogtle.
Este mes, los EAU iniciaron operaciones en la segunda unidad de su ambicioso proyecto Barakh en Abu Dhabi. La planta nuclear Barakh despliega un reactor conocido como APR 1400, que la empresa Korea Hydro & Nuclear Power (KHNP) diseñó y primero utilizó en Shin Kori.
Con la Unidad 2 ahora operativa en Abu Dhabi sumada a la Unidad 1, que fue conectada a la red en 2020, Barakh está a la mitad del camino hacia su capacidad objetivo de 5.600 megawatts. El nuevo proyecto sirve tanto para reducir las emisiones de carbono como para diversificar la red eléctrica de EAU —compuesta actualmente casi totalmente de gas natural. Cuando llegue a su conclusión, Barakh tendrá una capacidad equivalente a un cuarto de la demanda energética máxima del país
Barakh no ha estado libre de problemas y ha costado más de lo que originalmente se estimó. Pero las últimas proyecciones de un costo total de alrededor de $30.000 millones significa que por megawatt, la planta producirá energía a menos de la mitad del costo que la expansión de Vogtle.
Este costo más bajo llega sin haber sacrificado la seguridad. Los procesos del proyecto han atravesado 11 rondas de revisiones lideradas por la Agencia Internacional de Energía Atómica. Además, el reactor utilizado en Barakh ya ha sido probado en EE.UU. KHNP entregó una Aplicación para Certificación de Diseño Estándar para el APR1400 ante la Comisión Regulatoria Nuclear de EE.UU. en 2014, y la agencia emitió la certificación para KHNP en agosto de 2019.
En términos del medio ambiente, el rebote de la intensidad de emisiones en Japón demuestra lo que debemos esperar si la energía nuclear es eliminada poco a poco en EE.UU. En términos de la economía, el éxito de EAU con Barakh desarma la afirmación de que la energía nuclear es inherentemente demasiado costosa. El costo alto de la energía nuclear en EE.UU. es el resultado de nuestras instituciones “veto-cráticas”, no de los sistemas físicos.
1es sub-director del Policy Institute at the Institute for Energy Research.
*Este artículo fue publicado originalmente en ElCato.org el 7 de octubre de 2021.
*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo