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Por: Manuel Suárez-Mier1
En 1944 Friedrich Hayek publicó The Road to Serfdom, una denuncia de cómo la tradición liberal es arrollada por el empuje de un intervencionismo gobernícola irresistible, que subordina la libertad individual, la propiedad privada y los contratos voluntarios, a la colectivización forzosa e irrevocable.
En aquel momento sólo siete naciones resistían aún como democracias liberales, y el avance del totalitarismo político de la mano de la centralización económica, florecían como el paradigma del futuro y persuadían a cada vez más gente que el liberalismo había muerto.
Hayek tuvo razón al defender la economía de mercado que, igual que ahora, estaba bajo injusto ataque que le achacaba todos los males. Esa crítica antiliberal no sólo omitía ponderar las virtudes y defectos de las opciones estatizantes, sino que era su megáfono de propaganda estridente y falaz.
La mala distribución de la riqueza y los ciclos económicos que ocurren regularmente en las economías de mercado, eran causados por la opresión, corrupción y codicia que se le imputaban también, como hoy, al liberalismo, sin reparar en las brutalidades del totalitarismo.
The Road to Serfdom postula que la intervención gobernícola en la economía no puede ocurrir de manera acotada, pues una interferencia lleva inevitablemente a la siguiente en una cadena sin fin. Las secuelas de este proceso son distorsiones cuya corrección impone más intromisión pública para corregirlas, en una dinámica que empuja a la sociedad a la servidumbre.
Esta obra relata cómo es que las peores personas se convierten invariablemente en dirigentes en los regímenes enemigos del liberalismo, y que ello no es una casualidad, sino parte de la dinámica de los sistemas totalitarios, o que aspiran a serlo: la lealtad se premia sobre la aptitud.
El camino a la servidumbre demanda una nueva moral que remplace a la burguesa, y es allí donde los inescrupulosos y audaces, que sin saber nada, aceptan cualquier encargo público que en el régimen liberal solía reservarse sólo para expertos altamente calificados.
Hayek muestra cómo los intentos de “hacer el bien” en los sistemas antiliberales producen grandes males, aunque no sean intencionales, contradiciendo el aforismo de Adam Smith que sustenta que cuando las personas actúan en su propio interés, ello genera enormes beneficios para la sociedad.
En la dinámica de la intromisión gobernícola, que enfatiza que su injerencia creciente es indispensable, la libertad se va extinguiendo poco a poco. El autor cita al ilustre pensador Lord Acton: “La libertad no es un medio para alcanzar fines políticos superiores, es en sí misma, el objetivo supremo de la política”.
La centralización política y económica que imponen los regímenes autoritarios, fascistas, socialistas o populistas, no solo despoja a la gente de sus libertades básicas, sino que arruinan sus economías, al intentar concentrar fallidamente información y sapiencia necesarias para administrar con éxito un ente complejo, como es una nación.
1Manuel Suárez-Mier es profesor de Economía de American University en Washington, DC.
*Este artículo fue publicado originalmente en elcato.org el 20 de enero de 2020.
*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo.