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Rescatando a la Organización Mundial de Comercio

James Bacchus considera que rescatar la OMC es algo que le conviene tanto a EEUU como a China y al resto de sus miembros, dadas las ganancias obtenidas desde su funcionamiento y aquellas que podrían obtener en el futuro

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Por: James Bacchus

Durante una reciente sesión de la Organización Mundial del Comercio (OMC), diplomáticos chinos respondieron 2.562 preguntas planteadas por otros 39 miembros de la OMC acerca del cumplimiento de China de los compromisos y tratados de la OMC. El hecho de que China se sintiera obligada a presentarse y responder a estas preguntas dice mucho de la importancia de la OMC. El hecho de que hubiera tantas preguntas, de tantos de sus socios comerciales, demuestra cuántas dudas quedan a nivel mundial —veinte años después de que China se convirtiera en miembro de la OMC— de que China esté realmente comprometida con la OMC y con el éxito continuo del multilateral y liberal orden comercial.

Una gran parte de esta duda proviene de EE. UU., país que tenía numerosas preguntas para China respecto a varios temas como los subsidios para las empresas estatales, exceso de capacidad en los sectores productores de acero y aluminio, transferencias “forzadas” de tecnología, aplicación inadecuada de los derechos de propiedad intelectual, transparencia regulatoria inadecuada, restricciones en datos transfronterizos y requisitos de localización de datos, esquemas de ciberseguridad, entre otros temas que según EE. UU. —y otros miembros de la OMC— dice no cumplen con las obligaciones de China en el tratado de la OMC.

Por su parte, China sostiene que estas preocupaciones son bastante exageradas. El viceministro de Comercio de China y principal representante de dicho país en la OMC, Wang Shouwen, expresó a los otros miembros de la organización que varias de las preguntas en la revisión periódica de la política comercial de su país eran “irrazonables” e “inadecuadas” y van más allá del alcance actual de la OMC. Sin embargo, agregó que China tomaría en serio todas las preocupaciones que considere adecuadas en relación con el alcance de la Organización.

Tanto China como EE. UU. se han beneficiado ampliamente al ser miembros de la Organización Mundial del Comercio. Según un estudio realizado en 2019 por la Fundación Bertelsmann de Alemania, durante los primeros 18 años de participación en el sistema de comercio de la OMC, China experimentó un crecimiento del PIB en $85.5 mil millones anuales. Algo cercano a EE. UU. que, debido a su participación en la OMC, aumentó $87 mil millones al crecimiento anual del PIB durante sus primeros 25 años como miembro.

El régimen chino sabe cuánto se ha beneficiado su país al pertenecer a la Organización Mundial del Comercio. Por su parte, al gobierno de EE. UU. hay que recordárselo siempre. Sin la membresía en la OMC, los productos chinos enfrentarían altos aranceles y discriminación comercial con impunidad en todo el mundo. De igual manera pasaría con los productos de EE. UU.—un hecho evidentemente olvidado por muchos demócratas y republicanos estadounidenses. Sin embargo, a ambos países les conviene ampliamente encontrar soluciones multilaterales a sus agravios comerciales—y hacerlo sin dejar de lado las normas de la OMC, sino más bien respetándolas.

Además, es de gran interés mutuo que ambos países, y los otros 162 miembros de la OMC, encuentren en conjunto una manera de devolver la OMC al centro del comercio mundial y asegurar la continuidad del Estado de Derecho internacional en la OMC.

Si China y EE. UU. no están completamente comprometidos con la restauración de la centralidad de la OMC y su modernización para que se adapte plenamente al propósito del siglo XXI, los próximos veinte años de membresía de ambos países pueden ser testigos de su declive hasta convertirse en una ocurrencia tardía que opere en los márgenes de la economía mundial. Como resultado, tanto China como EE. UU. perderían las actuales y significativas ganancias económicas obtenidas gracias a su participación en la OMC, así como las futuras ganancias económicas que podrían lograr como miembros de esta Organización.

En tal desafortunado caso, el Estado de Derecho se vería abandonado en el comercio mundial y prevalecería el imperio del poder. Un resultado como este puede parecer superficialmente atractivo para algunos tomadores de decisiones de ambos países, quienes prefieren la confrontación antes que la cooperación y quienes buscan la confrontación para sus propios fines políticos domésticos, pero que únicamente afectaría el futuro económico de ambos países (sin mencionar aquel del resto del mundo).

Xi Jingping, ha expresado que su país está abierto a negociaciones sobre subsidios industriales, así como sobre algunos de los otros temas de preocupación planteados por EE. UU. y otros miembros de la OMC. En repetidas ocasiones, Jingping se ha mostrado como un defensor de las instituciones internacionales. “Los últimos 20 años han sido testigos de cómo China ha profundizado reformas y perseguido una apertura integral, aprovechando las oportunidades y enfrentándose a los desafíos, asumiendo sus responsabilidades y beneficiando al mundo entero” dijo en un reciente discurso en Shanghái.

Es fácil dar discursos. Es más difícil hacer concesiones comerciales, incluso para un régimen estatista como China. Pero quizás EE. UU. y otros países deberían empezar por tomarle la palabra al presidente Xi de que está dispuesto a negociar, en lugar de asumir desde un principio que tal vez no lo dice en serio. Deben aceptar su oferta de negociar multilateralmente y, si las negociaciones no funcionan, siempre pueden considerar otras opciones.

En la agenda de estas negociaciones deberían estar muchos de los asuntos mencionados en las miles de preguntas enviadas a China por parte de EE. UU. y otros miembros de la OMC. Los subsidios industriales, ciertamente. La transferencia de tecnología y propiedad intelectual, absolutamente. El exceso de capacidad, definitivamente. Así sucesivamente con muchos temas en la lista de EE. UU. Pero en la agenda también deberían estar algunos de los puntos planteados en la réplica del viceministro Wang, en representación de China.

Wang puede haber exagerado hasta qué punto las preocupaciones planteadas por EE. UU. y los otros socios comerciales van más allá del alcance actual de la OMC. Como algunos en EE. UU. han empezado a hacerlo, es posible que el viceministro chino esté pasando por alto las obligaciones existentes de la OMC que ofrecen soluciones a ciertas cuestiones que EE. UU. y otros países han identificado. Algunos temas de inversión todavía no caben en el alcance del tratado de la OMC y aún no existen normas de la OMC respecto al exceso de capacidad. No obstante, muchos temas en la lista de reclamos de EE. UU. ya están dentro de la jurisdicción de la OMC.

Sin embargo, Wang tiene razón al sugerir que es poco probable que estas preocupaciones sean resueltas sin resolver también las preocupaciones de China sobre lo que considera la aplicación, por parte de EE. UU. y otros países, de aranceles anti-dumping injustos y otras medidas correctivas comerciales en contra una gran cantidad de productos chinos. Tiene razón, también, al sugerir que los subsidios agrícolas que distorsionan el comercio, deberían ser objeto de negociaciones junto con los subsidios industriales que distorsionan el comercio.

Solamente si las preocupaciones de ambas partes están en la agenda, las negociaciones podrán tener esperanza de éxito. Además, solamente si esas negociaciones se llevan a cabo y tienen éxito desembocando en una solución multilateral, es probable que existan muchas razones para celebrar los futuros aniversarios de China, EE. UU. y otros países miembros de la tan mal vista pero tan necesitada Organización Mundial del Comercio.


James Bacchus James Bacchus es un Académico Adjunto para el Instituto Cato. Fue un miembro del congreso (Demócrata, representante de Florida) y se desempeñó como fundador y dos veces director (juez titular) del Cuerpo de Apelaciones de la Organización Mundial del Comercio (OMC).

*Este artículo fue publicado originalmente en panampost.com el 15 de enero de 2022.

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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