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Por: Ethan Yang1
La activista climática y la Persona del Año 2019 de la revista Time Greta Thunberg dio las siguientes declaraciones en la Cumbre de Acción Climática de la ONU en 2019,
“Se han robado mis sueños y mi infancia con sus palabras vacías. Y aún así, soy una de las afortunadas. Las personas están sufriendo. Las personas están muriendo. Ecosistemas enteros están colapsando. Estamos en el inicio de una extinción masiva, y de todo lo que pueden hablar ustedes es dinero e historias de hadas de un crecimiento económico eterno. ¡Cómo se atreven!”
Las declaraciones de Thunberg están llenas de generalizaciones y exageraciones, pero el núcleo de su argumento es el más preocupante porque es fundamentalmente falso. Según la activista, hay una relación negativa entre el crecimiento económico y la protección ambiental. Esa afirmación tiene poco fundamento en la realidad. Al contrario, el progreso económico fortalece nuestra capacidad de ser buenos guardianes de nuestro planeta.
El Índice de Desempeño Ambiental
El Índice de Desempeño Ambiental (EPI) es un proyecto conjunto del Yale Center for Environmental Policy and Law y del Center for International Earth Science Information Network de Columbia University. El índica ha sido un recurso importante para evaluar la protección ambiental de países individuales durante los últimos 20 años.
La última edición de 2020 posiciona a 180 países según medidas como la calidad del aire, la vitalidad de su ecosistema, la salud ambiental, el agua potable, las emisiones de CO2, etc. Sin embargo, lo que sobresale acerca de la edición de 2020 es su conclusión:
“Los buenos resultados de políticas públicos están asociados con la riqueza (el PIB per capita), implicando que la prosperidad económica hace posible que las naciones inviertan en políticas y programas que conducen a resultados deseables. Esta tendencia es especialmente cierta para categorías de asuntos dentro del paraguas de salud ambiental, como construir la infraestructura necesaria para proveer agua potable limpia y sanidad, reducir la contaminación del aire en el ambiente, controlar el desperdicio peligroso, y responder a las crisis de salud pública que aportan grandes retornos para el bienestar humano”.
Además, el reporte señala que aunque la urbanización y la industrialización pueden conducir a una mayor contaminación (especialmente en los países en vías de desarrollo), las compensaciones entre la protección ambiental y el crecimiento económico pueden ser considerablemente mitigadas mediante las buenas políticas. Por ejemplo, “el compromiso con el Estado de Derecho, una prensa vibrante, y la aplicación uniforme de las regulaciones —tienen relaciones cercanas con los puntajes más altos del EPI”. Eso es porque los gobierno abiertos permiten un mayor escrutinio público, mientras que los gobiernos dictatoriales, como la otrora Unión Soviética, pueden silenciar a sus críticos y continuar destruyendo el medio ambiente sin límites.
Abajo presentamos a los países con la mejor posición en el EPI por región del mundo. La posición de cada país en el EPI está acompañada del ranking de ese mismo país según su producto interno bruto (PIB) de ese país por persona. También están incluidos los países con peor desempeño. El ranking del EPI está en una escala que va desde 1 a 180, siendo 1 el mejor y 180 el peor. El ranking de PIB per cápita está provisto por el World Data Atlas para el año 2020 en dólares corrientes. La escala va desde 1, que es el PIB per cápita más alto, hasta 192, que es el PIB per cápita más bajo.
Fuente: 2020 Environmental Performance Index, Knoema.com, assembled by HumanProgress.org
Abajo podemos ver una regresión ubicando a los países según su PIB per cápita y su puntaje total en el EPI. Como podemos ver, hay una correlación fuerte entre la riqueza de un país y su puntaje EPI.
Fuente: 2020 Environmental Performance Index.
También hemos incluido aquí los factores considerados para llegar al puntaje agregado del EPI.
Fuente: 2020 Environmental Performance Index, metodología para cada categoría explicada en el reporte completo.
Explicación
La relación entre un mejor puntaje de desempeño ambiental y el PIB per cápita es un tanto intuitiva. La principal razón siendo que la tecnología más amigable con el medio ambiente, las operaciones de limpieza, y la gestión ecológica son todas costosas. Las sociedades más ricas pueden asumir el costo de destinar más recursos a proteger el medio ambiente, mientras que las sociedades más pobres suelen estar más preocupadas con satisfacer los estándares de vida básicos.
Por ejemplo, en países como EE.UU., es normal cocinar alimentos en hornillas que obtienen su energía del gas natural. Estas son mucho más limpias y seguras que las alternativas disponibles usualmente en sociedades más pobres. Por ejemplo, Aaron Steinberg del Council on Foreign Relations señaló en 2019 que en la India, alrededor de 78 por ciento de sus residentes todavía utilizan biomasa para cocinar y calentarse. Ese número puede subir hasta un 90% en las regiones de ingresos bajos de la India y 52% a nivel mundial. Quemar biomasa, ya sea madera o, en muchos casos, estiércol seco, es extremadamente tóxico y conduce a millones de complicaciones de salud cada año. De hecho, este es un problema de tal magnitud que aumentar el acceso a hornillas de quema limpia fue una prioridad delineada en un reporte de las Naciones Unidas de 2014 acerca de la energía sostenible.
Otro ejemplo de la importancia de la tecnología avanzada es el acceso a convertidores catalíticos, los cuales hacen que sea posible que los productores de automóviles reduzcan las emisiones de los autos de tal manera que estas cumplan con la Ley de Estándares Nacionales de Emisiones. Dichos componentes son caros, al igual que los son otros productos amigables con el medio ambiente, como la energía renovable, los alimentos orgánicos, los sistemas de transporte público, las grillas inteligentes, entre otros.
El reporte EPI también señala que aunque la industralización puede conducir a una mayor contaminación, esta última puede ser mitigada mediante un Estado de Derecho sólido, una sociedad civil vibrante, y un gobierno tanto prudente como ceñido a una rendición de cuentas. Un gobierno arbitrario y corrupto, en cambio, no solo es malo para generar prosperidad, sino que también es probable que sea un mal protector del medio ambiente. Socavar los derechos de propiedad, por ejemplo, puede alentar una mala gestión ecológica —como sucedió más recientemente en Zimbabue y Venezuela.
Principales conclusiones
El reporte del EPI confirma lo que muchos han sabido desde hace algún tiempo. Aunque la industrialización y la modernización podrían conducir a una mayor contaminación y emisiones, la prosperidad económica también ofrece las herramientas necesarias para mitigar el daño ambiental.
Un mayor acceso a las tecnologías verdes, mejores incentivos para cuidar del medio ambiente, y los recursos necesarios para desarrollar proyectos de gestión ambiental son todos lujos derivados de una sociedad próspera. Un gobierno prudente y que rinde cuentas, que respeta el Estado de Derecho no solo es un mejor promotor del crecimiento económico sino también de una mejor gestión ambiental. Una mejor calidad de vida y la responsabilidad ecológica no son dos intereses rivales sino dos subproductos relacionados del progreso humano.
1Ethan Yang es un estudiante de Derecho en la Escuela de Derecho de George Mason University y un académico adjunto de AIER.
*Este artículo fue publicado originalmente en elcato.org el 20 de septiembre de 2021.
*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo