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Que difícil es que la economía y la política en este país vayan de la mano, porque es claro que el boliviano quiere trabajar, contrario a las limitaciones impuestas desde el Estado, pues la sobreregulación y la falta de apertura para el mercado, sin duda no lo permiten.
Se debe comprender que el objetivo político-económico mas grande que tiene un gobierno, es tener un crecimiento sostenible en el tiempo, hecho que significa tener bajas tasas de desempleo en el país. Si es que esto falla, sus electores no dudarán en castigar al mismo en las próximas elecciones.
Este es un fenómeno que hemos vivido en anteriores elecciones y un claro ejemplo a mencionar es el último proceso electoral. Teníamos dos bandos, votar por corruptos o votar contra el hambre, segunda opción que se agudizó debido a la pandemia con una tasa de desocupación del 12% según el INE. Esto se da en el marco del proceso de transición, resultado de las elecciones, la mayoría de los bolivianos cayó ante el falso cuento de la “economía blindada” y votaron por la primera opción, ganó la candidatura de Arce, ex ministro de economía y hoy presidente. Esto demuestra que la gente vota con el bolsillo, vota con el estómago y no con el cerebro. El discurso del MAS siempre fue muy apegado a no volver al neoliberalismo y la derecha, que se venía una crisis por la gestión de Añez, esto impulsó el voto del miedo a una posible desaceleración económica y que el bienestar social sólo podría ser gestionado por ellos supuestamente.
El hecho es que, las políticas públicas de los últimos años no fueron en pro de generar empleos reales y una riqueza real, simplemente ganó la visión de corto plazo, porque muchos se conformaron con que sigan redistribuyendo la miseria, suban el salario mínimo, brinden más servicios “gratuitos” y más empleos públicos. Pero esto se sustenta al final de todo, en el pago de impuestos de un reducido sector empresarial que, por la situación económica, viene en caída sin soluciones y acciones inmediatas para la reactivación económica que es de suma urgencia.
No podemos caer en la conformidad de ceder nuestra libertad, soportar la corrupción, la mala administración pública y el abuso de poder, solo por una aparente y momentánea estabilidad económica. No olvidemos los tiempos difíciles que vivimos ante la inacción de los gobernantes de turno. Hoy podemos ver claramente, cuales son las consecuencias de votar de esta manera. Vemos una salud y educación precaria, mucha gente perdiendo la vida porque la situación económica de años anteriores no se vio reflejada en una inversión en los distintos sectores. Por relajarnos y confiar en aquella época de bonanza económica hoy nos va mal, cuando la situación pudiera estar en mejores condiciones. Que esta lección nos sirva para votar con pensamiento crítico y conscientemente en todas las elecciones que vengan.
Ya van más de 100 días de gestión por parte del nuevo gobierno donde aún la improvisación y falta de soluciones sigue primando. La economía no es algo que debamos tomarnos a la ligera, las medidas ejercidas por los gobernantes pueden propiciar e incentivar la inversión lo que se traduce en nuevos empleos o pueden generar lo contrario, desempleo y pobreza. La decisión esta en nosotros al elegirlos, no votes porque hoy tenes tu bolsillo “lleno” e ignores todas las demás características y propuestas del candidato, seamos más críticos y exijamos mejores propuestas, el país lo necesita.
Este artículo fue publicado originalmente en Opinión (Bolivia) el 8 de junio de 2021.
*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo