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A decir del ministro de economía Marcelo Montenegro, ellos son muy sensatos porque van a esperar hasta octubre por los datos del INE para anunciar si se paga el segundo aguinaldo (que ya lo deben tener decidido). Debiera saber señor ministro que insistir con el decreto que obliga al pago del segundo aguinaldo es insensato e inmoral.
Uno de los argumentos en contra del segundo aguinaldo es el usado por Gonzalo Chávez en su última columna de opinión (Los Tiempos 4/4/2022) en el que plantea que la tasa de crecimiento del PIB de 4.5% (que es la medida que se usa para determinar el pago del doble aguinaldo) es un promedio y que por lo tanto habrá sectores que crecieron a tasas menores o mayores al umbral de 4.5%. Hasta aquí bien, el problema es que una de las sugerencias de Gonzalo Chávez es que se modifique el decreto y el doble aguinaldo se lo exija solamente a aquellos sectores con crecimiento de 4.5%. Y esto sigue siendo un problema por dos motivos.
Primero, porque aún si un sector creciese a tasas altas, esto no implica que todas las empresas de dicho sector hubiesen crecido a esas tasas. Tanto en el planteamiento de Chávez (por sectores) como en el del gobierno, la suerte individual (o sea de cada empresa) depende de un valor promedio. Por tanto, no importa que a una empresa le hubiese ido muy mal y esté con cifras rojas, igual deberá pagar el segundo aguinaldo si en promedio a su sector le fue bien. Por ejemplo, que el sector de la construcción hubiese crecido a 18% no significa que cada empresa constructora hubiese crecido al 18%; por tanto, el argumento de Gonzalo Chávez sirve para refutar a Gonzalo Chávez (y al gobierno obviamente).
El segundo problema (y en realidad el principal y más importante) es de tipo moral. Dejando de lado -el igualmente importante- argumento de que el doble aguinaldo usa la fuerza del estado para violentar la naturaleza voluntaria del contrato laboral, lo cierto es que afecta más a los que menos tienen. El empresario acaudalado seguirá siendo tal luego del pago del doble aguinaldo. Es cierto que le puede costar parte de su patrimonio, pero en el peor de los casos puede sacar su dinero del país, y él mismo buscar mejores horizontes fuera de Bolivia. No digo que esto sea fácil, pero al menos tiene un abanico de opciones. En cambio, al pequeño empresario se lo está condenando a seguir siendo pequeño y postponer sus planes de inversión para poder pagar el doble aguinaldo. El lector podrá seguir el hilo del razonamiento y se dará cuenta que postponer la inversión significa menos potenciales fuentes de trabajo afectando también a los desempleados.
Señor ministro, ¿quiere mostrar pruebas de sensatez? Proponga la abrogación del decreto de pago de doble aguinaldo… así de paso también muestran un poco de moral.
*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo