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El feriado nacional del 22 de enero en Bolivia fue establecido con el Decreto Supremo No. 405 del 20 de enero de 2010, en cuyos Considerandos decía: “Que el 22 de enero de 2006, Evo Morales Ayma asume la conducción del Estado en representación de las naciones y pueblos indígena originario campesinos (…) Que el 22 de enero de 2010 se instituye el Estado Plurinacional de acuerdo con la Constitución Política del Estado”; y, en su Artículo Único: “Se decreta el 22 de enero de cada año, como día de la Fundación del Estado Plurinacional de Bolivia. Asimismo, se declara feriado con suspensión de actividades públicas y privadas a nivel nacional el día 22 de enero de cada año”.
A decir de sus ideólogos, el Estado Plurinacional apuntaba a reconocer la existencia de 36 naciones que -en teoría- debía llevar a Bolivia a una verdadera unidad en lo político, económico, social y cultural, en respuesta a 180 años de dominación y discriminación de las “grandes mayorías”.
El alborozo y la expectativa por aquel entonces era grande, verdaderamente grande, y, mucha, muchísima gente creyó en ello esperando que la “unidad en la diversidad” funcionara para bien del país, muy especialmente, a partir del protagonismo de campesinos, indígenas y originarios que, habiendo sido ignorados por tanto tiempo, tendrían la oportunidad de conducir al país y enseñar al blancoide y al mestizo a aprender de ellos, de “cómo hacer bien las cosas”.
Posteriormente, el Decreto Supremo No. 2750, del 1 de mayo de 2016, refrendó el 22 de enero como el “Día de la Creación del Estado Plurinacional de Bolivia”, diciendo que, de caer el feriado en domingo, pase al lunes, justificando que la Ley General de Turismo “Bolivia Te Espera”, apuntaba a promover, desarrollar y fomentar el turismo interno para fortalecer la identidad plurinacional y las riquezas inter e intraculturales, y que era necesario reglamentar los feriados para fomentar el acceso a mercados de consumo turístico para productos diferenciados y especializados, generados por emprendimientos de turismo comunitario, social y otros; y, apoyar el desarrollo del turismo sustentable, en la perspectiva de construir una cultura turística solidaria y participativa, que genere empleo estable y permita la redistribución equitativa del excedente económico, fruto de la acción turística, a través de políticas que promuevan su fortalecimiento. ¿Tremenda aspiración, verdad? De haberse concretado, el turismo estaría boyante…
Sin embargo, la nueva conmemoración del nacimiento del Estado Plurinacional de Bolivia, este año, no pudo resultar más contradictoria. Se entiende que se festeja lo que va bien, no así algo que está en crisis, y cuando digo “crisis” no me refiero a la situación económica del país, sino, a algo peor, a una crisis social y política que bien podría ser la antesala de una indeseable crisis económica a corto término. ¿Por qué?
Porque, a diferencia del año 2006 -cuando la naciente Bolivia plurinacional estaba “partida en dos”, producto de la votación del electorado- el festejo del 22 de enero de 2024 encuentra al país más dividido que nunca, no solo entre los criticados y estigmatizados “blancos, mestizos y blancoides” versus los cobrizos y ensalzados “campesinos, indígenas y originarios”, sino, también -y esto más que curioso es doloroso- encuentra divididos a ambos conglomerados a su interior, pero, además, divididos están los propios promotores y actores de la plurinacionalidad, siendo la mayor expresión de ello la división al interior del “instrumento político” del Movimiento Al Socialismo, algo inimaginable hace pocos años atrás. ¿Es o no es así? ¿Estamos o no estamos así?
Es lamentable decirlo pero, más allá de la “incorporación” de amplias masas, otrora postergadas, los objetivos de unidad y de un Estado más inclusivo, luego de 15 años, no se han dado. Pero, no solo eso, el país ha entrado en una vorágine de cientos de conflictos en los últimos tiempos, con fatídicos avasallamientos a predios productivos e insufribles bloqueos que afectan los derechos básicos de la gente, como la seguridad, la libre circulación y el trabajo, castigando con pérdidas principalmente a los productores, exportadores, transportistas, importadores, comerciantes, prestadores de servicios, así como a los consumidores y trabajadores.
Un informe presentado recientemente por el Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE) dio cuenta que en 2023 el Departamento de Santa Cruz -bastión económico, productivo y exportador del país- fue el foco de los conflictos con 185 puntos de bloqueo y 211 días de afectación, sin poder circular y trabajar normalmente, lo que explica en gran parte el bajo crecimiento del PIB, el derrumbe de las exportaciones y la vuelta al déficit comercial. Y se habla de hacer turismo… ¿En un país bloqueado y convulsionado?
¡Cuán triste y lamentable es ver que esta inédita concepción del Estado no ha hecho, sino, provocar un país más dividido e inseguro que antes, tanto para republicanos como “plurinacionales”!