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Mientras que el orbe aun sigue padeciendo de fiebre futbolera – ayer coronó al nuevo Campeón- y las redes y medios están inundados de festejos y lamentos de unos y otros, además de sesudos análisis de lo bueno, lo malo y lo feo del torneo; me resulta imposible más que como futbolero como ser humano, obviar y peor ignorar la situación del futbolista iraní Amir Nasr-Azadani, condenado a muerte por el régimen iraní, por el delito de moharebeh “enemistad con Dios”, castigado con la ejecución en la horca y, el triste rol de nuestra política exterior.
Según el presidente del tribunal del lugar donde fue “juzgado”, los hechos consistirían en que el futbolista de 26 años habría confesado su participación en la muerte de un Coronel y dos miembros de la fuerza paramilitar Basij en el marco de las masivas protestas ciudadanas por el asesinato de la joven Mahsa Amini en garras de la policía de la moral, por no llevar adecuadamente su velo. Aunque lo que se sabe es que esas confesiones fueron forzadas y en la realidad, el futbolista cometió el gravísimo “delito” de corear consignas pro Derechos Humanos, sin haber estado siquiera en el lugar de los hechos.
Recuerden que por similares acusaciones vinculadas más con cuestiones políticas que religiosas -la Sharia es el sistema legal islámico que se funda principalmente en éstas- acaban de ser ejecutados públicamente en la horca dos jóvenes, causando repudio global.
Mientras tanto, la FIFA no ha dicho que se sepa ni miau. El repudio que ya es global, surge obviamente de defensores de DDHH y de las organizaciones de futbolistas como la FIFPRO; pero la máxima organización mundial que tiene cautiva este hermoso deporte, está guardando un asqueroso como estruendoso silencio. Mi búsqueda en su sitio oficial no da resultados y el San Google tampoco.
Al parecer siguiendo su línea oficial que le ha significado taparse las narices con la deplorable situación de los DDHH en Catar que no ha podido ser disimulada siquiera con sus fabulosos estadios e infraestructura y los deliciosos partidos, etc. Su omisión qué en realidad apesta a complicidad salta a la vista cuando la víctima de ese cruel castigo con base a un cuestionable sino inexistente Debido Proceso, está por ejecutar a uno de los suyos, el futbolista iraní Amir Nasr-Azadani.
La pena de muerte vulnera el derecho humano operativo por excelencia como es la vida, pues sin ese bien, el ser humano no puede ejercer ningún otro derecho y, más allá que en algunos casos sea impuesta por los más graves delitos, está paulatinamente cayendo en desuso a nivel global, entre otras causas por su temible naturaleza irreparable y los graves riesgos emergentes cuando los seres humanos y sus sistemas jurídicos pueden errar condenando a un inocente, pues por muchos medios y recursos, no existen sistemas perfectos. Esos riesgos se multiplican significativamente cuando -como ocurre con la tiranía iraní- no existe separación de poderes y por tanto, justicia independiente del poder político que en el caso obedece principalmente a la religión, pues se trata de un sistema teocrático en el que el estado y sociedad están sometidos a las leyes y disposiciones divinas, que rigen todas las áreas de la vida pública y privada.
Precisamente por aquella sangrienta represión del régimen a las masivas protestas por el asesinato de la joven Mahsa Amini, Irán acaba de ser expulsado de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer de la ONU, con 29 votos a favor, 8 en contra y 16 abstenciones, entre los en contra -agárrense- de Bolivia. El texto apoyado: “expresa una grave preocupación por las acciones del gobierno de la República Islámica de Irán desde septiembre de 2022, que ha estado socavando continuamente y reprimiendo cada vez más los DDHH de las mujeres y las niñas, incluido el derecho a la libertad de expresión y opinión, a menudo con un uso excesivo de la fuerza“; pero nuestra “diplomacia” votó en contra y actuó en línea con China, Kazajstán, Nicaragua, Nigeria, Omán, Rusia y Zimbabue; aunque estamos en pleno “Año de la revolución cultural para la despatriarcalización: por una vida libre de violencia contra las mujeres”. Hicimos -junto con la FIFA- un nuevo papelón mundial apoyando vaya uno a saber al final por qué, a regímenes de aquella calaña que reprimen sistemáticamente a quienes luchan por los DDHH. Es que: “LUCHAR POR LOS DDHH TENDRÍA QUE SER UN PREMIO, NO UN CASTIGO”, lo dice Oliver TORRES MUÑOZ, del Sevilla Futbol Club.