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Los expertos en pedagogía recomiendan que desarrollemos y fortalezcamos nuestras habilidades sociales desde la niñez o juventud con el objetivo de convivir asertivamente con nuestros semejantes y comunidad en general. El hablar de este tema en plena pandemia de Covid-19 es importante, porque estas habilidades influyen en la manera como cada persona fortifica la autoestima, adopción de roles, la asertividad, cohesión grupal, escuchar, seguir instrucciones, autorregulación e intercambio.
En este punto, el método Scout, se convierte en una herramienta poderosa para promover a través de la educación no formal el liderazgo y un sistema de valores acordes a las necesidades de los niños y jóvenes en múltiples contextos, mejora las habilidades sociales contribuyendo a que se fortalezcan en los infantes sus destrezas, desarrollo integral y autonomía, transformando a los chicos en líderes, seres autónomos y útiles a su comunidad.
Un pilar fundamental del método es “aprender haciendo” donde el joven que participa activamente experimenta la forma de afrontar diferentes situaciones y esto lo hace aprendiendo o descubriendo por ensayo y error, por observación misma de sus acciones, porque no hay mejor aprendizaje que aquel que se obtiene de la investigación y el propio esfuerzo de hacer las cosas, intentándolo una y otra vez y luego practicándolo.
El Aprender Haciendo es el elemento que convierte al Escultismo en educación activa, como resultado de la experiencia directa que va más allá de la mera instrucción teórica. El líder fundador de los scouts, Robert Baden-Powell, en su libro Guía para el Jefe de Tropa dijo que “el niño está siempre listo, más para hacer que para asimilar” lo que nos muestra que es un movimiento educacional cuya finalidad es impulsar a los jóvenes a desarrollar su potencial total.
Se trata de buscar en cada muchacho un aprendizaje producto de su experiencia, de hacer significativo todo lo que experimenta. El Movimiento Scout conservando esta metodología es responsable de conducir las energías de los jóvenes y les proporciona un ambiente de aprendizaje rico que los anima a explorar, experimentar, descubrir y crecer. Los dirigentes, tienen el rol de acompañarlos en sus reflexiones sobre lo que han aprendido, y no insistir en lo que debieron haber aprendido. Estimulan a que los muchachos hablen, y con ello verifican cómo y hasta dónde han aprendido.
Para desarrollar ese ambiente necesario para el Aprender Haciendo es preciso observar y conocer los intereses y necesidades de los niños y jóvenes que son atendidos en las reuniones sabatinas en las actividades scouts y así estimularlos, de forma de ganar su confianza; en el caso de no lograr que el joven exprese de manera verbal sus intereses, se hace necesario trabajar para propiciar aquellos ambientes que les permitan manifestarse de manera natural. Por ejemplo, una manera de saber si a los muchachos les gustan las actividades físicas o la música o tal vez los nudos, es programando dichas actividades.
Yo crecí viviendo el Método Scout en el grupo AR-BOL de Santa Cruz con dirigentes de primer nivel como Marcelo Limpias o Miguel Silva y me beneficié de las bondades que ofrece este sistema educativo, que en mi humilde opinión, es una extraordinaria alternativa para apoyar la labor de la escuela y la familia en la educación de los niños, niñas y jóvenes; más allá de las habilidades y técnicas para la vida al aire libre y para la vida comunitaria, considero que es una gran escuela de valores y hace a las personas coherentes en su pensamiento, palabra y acción. En muchos países desarrollados, donde los valores tienen especial trascendencia, haber sido Scout es un parámetro de importancia cuando se evalúa una hoja de vida para optar a un trabajo. Por lo tanto, recomiendo el Escultismo como alternativa complementaria de la educación de nuestros hijos.
*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo
