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El gobierno confía en que todo mundo dé vuelta la página después de la semana más difícil de la última década. Pero no será tan sencillo volver a la normalidad. De hecho es mucho lo que ha cambiado en muy poco tiempo.
Ni siquiera la estudiada decisión de participar en el congreso del MÁS en Yapacaní servirá para apaciguar los ánimos políticos y la desconfianza económica.
El presidente fue al congreso masista en busca de apoyo y salió mal parado. En su estilo, el expresidente Morales le dijo “hermano Lucho no estamos tan bien económicamente” y un día después ironizó sobre un supuesto y fallido intento de Arce de armar su propio proyecto con la sigla del Partido Socialista 1.
El mensaje de Morales a las bases fue que Arce maneja mal la economía, se arrepiente de ser un traidor y nos busca solo cuando nos necesita.
El de Yapacani no fue un encuentro de líder a líder, sino el de un presidente maltrecho con un chantajista.
El desdén de Morales fue evidente y el apretón de manos una mera formalidad. Si alguien salió ganador en esa escena fue Morales y Arce quedó como alguien necesitado de “perdón” y de respaldo, que se fue con las manos vacías.
Entre los masistas leales a Morales, el presidente ya no es bienvenido. Y esas son malas noticias sobre todo ahora que Arce no puede presumir de su destreza en el manejo de la economía y mucho menos de su habilidad política para construir un liderazgo en el partido.
En los últimos días los técnicos gubernamentales mostraron sus flaquezas y los políticos su inoperancia.
No debe ser fácil encabezar un equipo con tantas debilidades y mucho menos cuando las cosas van mal y las relaciones con el resto de la sociedad, empresarios y regiones incluidos, están tan deterioradas.
No es un problema solo de más o menos dólares, sino de falta de tino en la conducción.
En el peor momento de su gestión el presidente no tuvo mejor idea que hablar con Vladimir Putin para expresarle su respaldo, justo el día que salió una orden de detención internacional contra el líder ruso por la deportación ilegal de niños ucranianos. Obviamente no es con rublos devaluados que se va a resolver el problema económico boliviano.
Si es cierta la versión de que Arce quiso revivir al PS1 , la estrategia fue fallida, no solo porque cada proyecto tiene su tiempo, sino porque Marcelo Quiroga Santa Cruz hay solo uno.
Los proyectos políticos no se crean desde el poder, sino usualmente en oposición a él y con una plataforma que resuma los malestares y demandas de una sociedad como la actual, que se intuye extraordinariamente diversa y radicalmente diferente a la de principios del milenio, cuando comenzó la historia del MAS.
Los niños que tenían apenas 6 años el 2006, hoy tienen 23. Transcurrieron 17 años de cambios estremecedores en diferentes ámbitos, sobre todo los de la tecnología y la comunicación.
Se trata de una generación que creció prácticamente de espaldas a los medios tradicionales y que formó sus criterios desde su propia comunidad de intereses. Es decir que no necesitó de abrir las páginas de un periódico y ver un noticiero de televisión para formar su opinión.
La equivalencia joven y de izquierda ya no necesariamente es válida, porque los jóvenes ya no responden exclusivamente a un impulso que se origina en el anticuado espectro ideológico que se utilizaba para encasillar a unos y otros en percepciones polarizadas, sino a motivaciones que abarcan un abanico de intereses, que hasta hace muy poco eran abordados tangencialmente por los programas políticos.
Pero ese es un tema aparte, que precisa de un análisis de mayor profundidad. Lo que se advierte aquí es que proyectos electorales como el que aparentemente ilusiona al presidente no tienen raíces o, si las tienen, corresponden a un tiempo diferente.
Lo peor que puede pasarle a un presidente es que la gente le pierda el respeto. Puede haber discrepancias, críticas o cuestionamientos a una gestión, pero cuando se pierde el sentido de respeto la cosa toca fondo.
Si Arce permite que Morales lo reprenda en público, lo trate de traidor y ponga en evidencia socarronamente sus ambiciones electorales, se expone a que otros hagan lo mismo y gobernar en esas condiciones es poco menos que imposible, mucho más cuando la gestión atraviesa por muchos problemas. A veces no es necesario mucho tiempo para que se pierda lo acumulado. Como pasa con la economía, las reservas de Arce también se van evaporando.