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La “Agenda Patriótica”, la reiterada y cansina promesa de “reforma judicial” y el Censo Nacional incumplido bien pueden ser considerados parte de una nueva trilogía de ciencia ficción, en sentido figurado, cuya autoría es fácil de adivinar. Trilogía sí, aunque ninguno de estos tres ejemplos puede ser considerado una obra literaria o cinematográfica, según la definición de la Real Academia Española. Sin embargo, sí podemos darnos licencia para usarla aquí, tomando en cuenta su origen del griego tri, que significa tres, y logos que es igual a palabra o expresión, más el sufijo ía que alude a cualidad.
Hecha la aclaración, volvamos al punto. Hablamos de tres grandes mentiras, entre tantas otras, sobre las cuales insiste en cabalgar el tercer gobierno del MAS, ahora a la cabeza de Luis Arce. Hay que reconocer que esa apuesta le ha dado réditos, y le sigue dando, dentro y fuera del país. Así lo demuestra el avance logrado en su carrera hacia el poder total, aun habiendo enfrentado en algún momento duros embates, como el de 2019, marcado por la renuncia y huída del entonces presidente de Bolivia y del MAS, Evo Morales. Avances y retrocesos que trastocan no solo la actual coyuntura política, económica y social del país, sino que representan ya, ahora, una gran amenaza a la estabilidad democrática de Bolivia.
Es posible que las dos primeras grandes mentiras sean las más difíciles de percibir, dada la complejidad que entrañan, algo que puede ayudar a comprender porqué hasta ahora no han sido generadoras de grandes movilizaciones o duras manifestaciones de protestas, como sí las está provocando la tercera mentira: la del Censo Nacional comprometido para noviembre de este año y que no se realizará, pese a leyes y decretos aprobados (el último en julio del año pasado, en el que Arce declaró el Censo “prioridad nacional”). Una ola de protestas iniciada en Santa Cruz, con un paro departamental de por medio, pero que a la fecha ya se extendió practicamente por todo el territorio nacional.
Una oleada que aun no parece tener fuerza suficiente como para arrancarle al gobierno central la decisión de dejar sin efecto la postergación del Censo hasta 2024 y obligarlo a realizarlo el próximo año. Una fuerza disminuida no solo por el peso de las bases del MAS, sino también por otras fuerzas supuestamente opositoras, pero que desde hace ya un par de semanas dan muestras de lo contrario, secundando versiones y acciones del Ejecutivo. Un giro peligroso para los “camaleones” o “tortilleros”, pero también para el gobierno central y para el país, porque lo que se prevé a corto plazo es una escalada de conflictos, marcada además por la violencia.
De hecho, una escalada que ya está en su primera fase y que puede saltar a la segunda sin aviso previo, dada la presión que va en aumento para combatir la segunda gran mentira: la de la reforma judicial, anunciada más de una vez por el gobierno central e incumplida hasta hoy. Y la presión va en aumento, gracias al mismo gobierno central que está tirando cada vez más la cuerda con la que mantiene amarrados a los administradores de Justicia. Cada día suman pruebas de ello jueces, fiscales, consejeros, vocales, policías y tantos más. Casos que trascienden a los que afectan a los políticos de oposición y que cobran víctimas ajenas a la disputa partidaria, como el del asalto a la joyería Eurochronos en Santa Cruz de la Sierra, el 13 de julio de 2017, en el que murieron Ana Lorena Torrez, gerente del local, y el policía Juan Carlos Gutiérrez. Solo dos de los seis indentificados como responsables de los hechos han sido declarados culpables. Los otros cuatro, incluído el ex-jefe de la Felcc, Gonzalo Medina, fueron absueltos.
Ya el impacto de la primera gran mentira del gobierno de Arce, la de la Agenda Patriótica, puede demorar más en hacerse sentir. No porque el daño sea menor, sino porque éste se da en el área rural, no en la urbana, como señala la Fundación Tierra en su publicación sobre la deforestación en Bolivia y el pragmatismo irresponsable de la “Agenda Patriótica 2025”. Este factor, solo uno entre muchos más… o muchas más mentiras.