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Por Gabriella Beaumont-Smith1
La película “Barbie” comienza su historia con el mensaje “el paraíso está en el aislamiento”. Sin embargo, enseguida queda claro que una tierra cerrada presenta problemas que sólo pueden solucionarse abriéndose.
Lo mismo ocurre con las economías del mundo real. Sin embargo, los políticos estadounidenses están abrazando imprudentemente el aislacionismo con la deslocalización impulsada por el proteccionismo de las cadenas de suministro mundiales mediante la promoción de propuestas radicales como un arancel generalizado del porcentaje. Pero juguetes como las muñecas Barbie demuestran por qué esto es un error.
Mattel es uno de los mayores fabricantes de juguetes del mundo y el motor de la marca Barbie. La empresa es un brillante ejemplo de cómo el libre comercio y las cadenas de suministro mundiales benefician a los trabajadores estadounidenses, a los consumidores y a la economía en general.
Mientras que la propia Barbie se fabrica en China e Indonesia, su hogar, la “Casa de los Sueños“, se fabrica en México. Fabricar la muñeca Barbie en Asia es ideal porque la producción es compleja y requiere un cuidadoso trabajo manual que está bien establecido en la región. Además, la demanda predecible de la muñeca, su pequeño tamaño y su poco peso hacen que sea fácil y barata de transportar en grandes cantidades.
Las muñecas Barbie también están libres de aranceles estadounidenses, lo que garantiza que estos fundamentos económicos persistan y que los consumidores estadounidenses salgan ganando. De hecho, gracias a los precios más bajos de las muñecas y a los importantes aumentos de ingresos en Estados Unidos, las madres trabajadoras pueden comprar hasta cuatro veces más Barbies para sus hijos que sus homólogas de 1959.
Por otro lado, la Casa de los Sueños de Barbie tiene tres pisos de altura y es pesada (más de sesenta veces el peso de una sola muñeca). La demanda de la humilde morada de Barbie es irregular, pero suele alcanzar su punto álgido en Navidad.
Estos factores hacen que la producción del accesorio sea ideal para México, donde Mattel ha consolidado recientemente sus operaciones norteamericanas en su fábrica más grande hasta la fecha. Fabricar la Dreamhouse en México permite a Mattel ahorrar en costos de transporte. La empresa puede planificar la logística relativamente tarde, antes de Navidad, lo que le da más tiempo para calibrar la demanda. Además, la proximidad permite realizar envíos a los principales minoristas estadounidenses en 48 horas.
Y esta rapidez no sería posible sin el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (ahora Acuerdo Estados Unidos-México-Canadá), que agilizó los trámites aduaneros para que los camiones puedan circular sin problemas entre Estados Unidos y México.
Sin embargo, incluso con un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos en vigor, existen riesgos asociados a la producción en México. Por ejemplo, las infraestructuras no son tan fiables como en otros países. El suministro de electricidad y agua en México puede ser irregular y no estar a la altura de la nueva demanda. A medida que más empresas trasladan su producción a México, la infraestructura podría verse sometida a tensiones, sobre todo teniendo en cuenta que la actual administración mexicana está cada vez más implicada en la industria eléctrica.
El papel del Estado podría socavar la modernización del sector, obstaculizando la mejora de la eficiencia y la capacidad de aumentar la generación de electricidad para satisfacer la creciente demanda. Sin un suministro eléctrico fiable, es probable que aumenten los costos para los fabricantes, poniendo en peligro las oportunidades de nuevas inversiones en México. Así pues, al menos de momento, la producción de Barbie sigue en Asia.
Este acuerdo ofrece un ejemplo perfecto de lo que implica la “fabricación” en el siglo XXI, a pesar de la percepción errónea común y la retórica política. Para fabricar cualquier cosa, se necesita diseño e innovación previos a la producción, así como ventas, marketing y distribución posteriores a la producción para vender el bien realmente producido o transformado.
Estos diferentes aspectos del proceso de producción tienden a ocurrir en diferentes lugares simultáneamente, ya sea en diferentes ciudades, estados o países. De hecho, algunas partes del proceso de producción de Mattel están “deslocalizadas”, pero las empresas estadounidenses más innovadoras y con más éxito –como Mattel– operan transnacionalmente para complementar, no sustituir, a los trabajadores y las operaciones estadounidenses. Mattel tiene una presencia importante y significativa en Estados Unidos, empleando principalmente a estadounidenses –alrededor del 14% de su plantilla– para los trabajos de mayor valor añadido en diseño, marketing, ventas y finanzas. Sin embargo, en términos generales, las empresas transnacionales emplean a millones de trabajadores, de los cuales más de la mitad trabajan en Estados Unidos.
Del mismo modo que una sola cosa –playa, caballos– no define el éxito de Ken, el número de empleos “manufactureros” estadounidenses no define el éxito de Estados Unidos. Los responsables políticos deben tener cuidado de no cambiar la diversidad de las operaciones de las empresas estadounidenses, que es la responsable de crear y mantener las empresas más “Barbietásticas” del mundo.
1es una analista de políticas públicas en el Centro Herbert A. Stiefel del Instituto Cato para Estudios de Política Comercial. Su investigación se enfoca en la economía de la política comercial de EE.UU.
*Este artículo fue publicado en ElCato.org el 26 de septiembre de 2023