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¡Bolivia puede vivir del turismo!

ÁGORA REPUBLICANA

Carlos Hugo Molina

Abogado con especialidad en Derecho Constitucional y Administrativo por la UNAM

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La frase venía siendo repetida con incredulidad en medio de dudas legitimas y de pesimismos coronados de bloqueos… Hay que reconocer que tenía, tiene todavía, un dejo muy grande de dudas y sospechas si algún día podrá llegar a ser cierta. Sin embargo, no sólo era la insistencia la que motivaba el ser, por lo menos, escuchada con curiosidad; había una razón que la sostenía a pesar del cansancio de actores que debían vencer la sinrazón de la ignorancia al seguir apostando por un futuro con sabor a porfía. No se trataba sólo de un acto de fe, había el conocimiento del territorio, la identificación de la gente que vive en ellos, lo que nos muestra el Mundo en materia de experiencias similares, y, además, lo que ya estaba construido de manera tan laboriosa en todo el territorio.

Debíamos escuchar la experiencia de quienes nos obligaban a pisar tierra con reflexiones y evidencias que planteaban, cuanto menos, mesura frente a dos realidades innegables: el gobierno tenía a su cargo sembrar las trabas, y la sociedad en su malestar, aportaba generosa bloqueos estridentes. ¿Cómo lograr que venga el mundo a visitarnos, en esas condiciones? Crónicas leales como «Bitácora Memoriosa» publicada el 10 de febrero de 2024 de Alfonso Gumucio; Agustín Echalar, en «La curva recta» el 19 de mayo del 2024; el 5 de junio del 2025, en “Turismo imposible” escrita por Juan José Toro, para no citar sino a comunicadores cuyas palabras causan estado, expresaban sus dudas razonables. A ellos, nos correspondía sumar otras opiniones, comprometidas, legítimas e informadas que equilibraran el debate con voces desde nuestra geografía. Me correspondió, tozudamente como ellos, levantar inventarios de lo existente planteando no bajar la guardia sobre la base de la evidencia.

De repente, el jueves 27 de noviembre, ocurrió algo impensable hace sólo 4 meses atrás; la sociedad civil ligada al turismo en todas sus manifestaciones, tomamos por asalto la parte de Estado que nos correspondía para proponer un país diferente entregando un Manifiesto. En esta oportunidad, a sólo 20 días de asumir el nuevo gobierno, el presidente Rodrigo Paz y Cinthia Yáñez que estrenaba ministerio, tomaron la palabra expresando un compromiso al recibir un Manifiesto coordinado por «Bolivia, una gran nación»; el documento elaborado con y para todos, con los que estaban físicamente ese día y los que no, que suma la historia de esfuerzos fracasados y convicciones latentes, describe el camino que necesitamos recorrer como sociedad y Estado para alcanzar el objetivo, construyendo una Marca País, entre otras tareas. Esta evidencia contundente que destruye la primera de las trabas con la inequívoca voluntad del nuevo Gobierno, nos obliga a administrar nuestro optimismo incorporando racionalidad a la fuerza de este turbión.

El jueves, sonriente, como si estuviéramos en un nacimiento, un cumpleaños o un matrimonio, y encomendado por la fuerza de la gente, expresé al Poder 3 pedidos, que el Poder escuchó respetuoso.

  1. Recordé una demanda que venía desde antes, “si no nos va a ayudar, no perjudique”, recibiendo un compromiso festivo con la palabra del presidente y la ministra.
  2. Escuchen y trabajen con los que saben, están en la trinchera y no pueden darse el lujo de la improvisación, y,
  3. Que se abran todas las puertas y ventanas para que no haya más un país tranca en esto de construir una Bolivia desde el territorio, el turismo, la cohesión social, la autoestima por lo nuestro y la tolerancia con el otro que vendrá.

Frente al reto, nos toca a todos, ahora, vencer el bloqueo físico y mental que nos ha impedido avanzar, y aprovechando que en el territorio existen alcaldes, creadores de magia, un profesor, un cura, un militar y una población de mujeres, jóvenes y productores que trabajan dignamente, entre todos, hagamos más fácil construir esta nueva narrativa.

Todo parece increíble, pero no lo es; resulta que la gente persistía en su espera y quiere recuperar la confianza.

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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Carlos Hugo Molina

Abogado con especialidad en Derecho Constitucional y Administrativo por la UNAM

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