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Bolivia repite su historia sin aprender la lección

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La década de los 70 el mundo vivió un auge de precios de materias primas. En Bolivia tuvimos uno de los gobiernos más estables de nuestra historia contemporánea, el del General Hugo Banzer del 71 al 78, sustentado principalmente en las exportaciones de estaño y gas y el endeudamiento externo. El gobierno de Banzer es considerado por los historiadores como de derecha, pero de ninguna manera puede ser considerado un gobierno liberal: en lo político fue un gobierno militar, no democrático y autoritario y en lo económico fue un promotor del rol del Estado en la economía, del fortalecimiento y preponderancia de empresas estatales que además se financió en gran parte con endeudamiento externo (la deuda externa del país que en 1970 estaba en 481.7 millones de dólares llegó a 2.228,6 para 1980, un aumento de 4,6 veces).

A principios de la década de 1980 los precios mundiales de materias primas se desplomaron, lo que para Bolivia significó la caída de los ingresos por exportación de gas y estaño. Adicionalmente el crédito internacional se cortó y el país empezó a financiar los déficit fiscales (que ya eran crónicos) mediante impresión monetaria. La primera mitad de los años 80 se caracterizó por una inflación alta que terminó con la hiperinflación de 1985, hasta ese momento, la más alta en el mundo que no haya sido causada por una guerra externa o civil.

Las medidas que se adoptaron para estabilizar al país fueron en general de corte liberal: eliminación de controles de precios, incluidos en el tipo de cambio, tasas de interés; reducción del gasto fiscal; reducción y eliminación de empresas públicas; reforma impositiva. En los 90 continuamos con importantes reformas como la participación popular y la capitalización de empresas públicas para que sean manejadas bajo criterios empresariales. Estas reformas dieron mayor seguridad jurídica y trajeron inversiones al país que fueron fundamentales para el crecimiento económico. Fruto de estas inversiones, principalmente de empresas extranjeras, se descubrieron importantes campos de gas.

Desde mediados de la década del 2000 el mundo experimentó otra bonanza de precios de materias primas y Bolivia se benefició de la venta de gas. Coincidentemente el MAS empezó a gobernar y a revertir las reformas liberales, por otras de corte estatista, similares a las del gobierno de Banzer. El auge del gas dio al país estabilidad económica y política, mientras el gobierno poco a poco iba revirtiendo las políticas que habían traído prosperidad al país: implementando controles de precios, poniendo trabas al emprendimiento privado, aumentando impuestos, creando empresas estatales, aumentando el tamaño del Estado, reduciendo la independencia del poder judicial y del banco central, socavando la seguridad jurídica, torpedeando la confianza en el país y espantando la inversión extranjera. Al igual que Banzer, el periodo del MAS, tanto con Evo Morales como con Luis Arce Catacora, se beneficiaron del endeudamiento externo. El 2007 la deuda externa del país era de 2,2 mil millones de dólares, para el 2024 estaba en 13,4 millones, ¡un aumento de 6 veces!

En lo esencial, en las políticas de gobierno y sus consecuencias, los gobiernos del MAS y el gobierno militar de Banzer son muy parecidos: ambos son estatistas, autoritarios, clientelistas, caracterizados por alta corrupción, baja independencia del poder judicial, baja seguridad jurídica, ambos se sostuvieron en un auge de materias primas y crédito externo. Ambos, a pesar de vivir un auge económico, gastaron más de lo que ganaban y endeudaron al país. Es irónico entonces que el MAS tenga a Hugo Banzer como un ejemplo de lo que no hay que ser, cuando en lo esencial, han sido muy similares. Es irónico que muchas personas que hoy se oponen al MAS, miren con nostalgia el régimen militar de Hugo Banzer en los 70. Y es que en muchos casos la gente se guía por etiquetas: el gobierno de Banzer era amigo de Estados Unidos y por tanto era de derecha; Evo Morales, Luis Arce Catacora y el MAS son amigos de Cuba y Venezuela y por ende son de izquierda. Por eso no me agrada la caracterización de izquierdas y derechas, porque puede enfocarse en superficialidades y mostrar aparentes antagonismos y disfrazar lo esencial.

Para poner mayor contexto a lo anterior, el gobierno de Banzer significó la continuidad de gobiernos militares y de políticas estatistas; en tal sentido no fue un retroceso, ni en lo económico, ni en términos de democracia, sino una continuidad o en todo caso un estancamiento. El gobierno militar de Banzer fue una alternativa moderada a otros posibles gobiernos también militares y mucho más estatistas. En cambio, luego de la traumática experiencia de los 80 y las reformas liberales que trajeron prosperidad al país, el gobierno del MAS significó un retroceso, significó volver a las políticas empobrecedoras de los 70 con empresas estatales deficitarias, con mayor burocracia y trámites para el ciudadano común, significó un retroceso de la democracia, volver a tener perseguidos políticos, destrozar la independencia del Banco Central y retroceder en términos de seguridad jurídica y el sistema de justicia. En tal sentido, aunque ambos gobiernos son muy similares en sus políticas y consecuencias, el gobierno del MAS significó un retroceso para el país y por ende es mucho peor que el de Banzer. Karl Marx dijo que la historia se repite dos veces, la primera como tragedia y la segunda como farsa. El gobierno del MAS es la parodia del gobierno de Banzer en los 70.

Hoy el país está viviendo una crisis económica profunda, tenemos tipos de cambios paralelos, en dos años la moneda boliviana se ha devaluado en más de 100% con relación al dólar, la inflación se dispara y pasa a ser una de las más altas de la región, la actividad económica se estanca y la conflictividad social aumenta. La solución requiere en gran parte volver a las reformas que nos sacaron de la crisis del 85: reducir drásticamente el tamaño del Estado, acabar con los controles de precios, reducir la burocracia y las trabas al emprendimiento privado, generar confianza y dar seguridad jurídica. Los actores políticos que tenemos, tanto del oficialismo como de oposición, no parecen entender la magnitud del problema, todos prometen soluciones rápidas y en muchos casos equivocadas. Este panorama augura que seguiremos con medidas populistas y que la crisis seguirá profundizándose. No se vislumbra alguien con la madurez política de Víctor Paz Estenssoro en el 86 o la claridad ideológica y la valentía de Javier Milei en la Argentina de hoy. Bolivia repite su historia sin aprender la lección.

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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