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A medida que la demanda por café aumenta en el país, cabe recordar que este cultivo brinda mucho más que solo una bebida que deleita a muchos.
Si usted pensó que producir café era solo para obtener uno o 2 subproductos, se equivocó. De hecho, en Bolivia seguimos sin utilizar al máximo el potencial de varios cultivos. Es el caso del cultivo del café, del cual solo obtenemos el grano de café para producir la bebida y la cascarilla del fruto para hacer sultana.
En algunos casos, se observa algunos subproductos más como el licor e incluso se utiliza para elaborar cervezas artesanales. Pero hasta la fecha, esta producción nunca ha sido analizada para generar una cadena productiva que aproveche todo el potencial de esta planta.
La bioeconomía aparece como un desarrollo productivo novedoso que, a partir de recursos, insumos, procesos e insumos de base biológica, puede impulsar una estrategia de desarrollo productivo concreta. Implementar un modelo de bioeconomía permite incrementar la agregación de valor aguas abajo en la cadena, potenciando las externalidades y complementariedades estratégicas entre las capacidades industriales y la generación de biomasa y la innovación tecnológica.
Para implementar paso a paso esta estrategía, se debe partir del uso adecuado de los productos y procesos considerando la reducción, la reutilización y el reciclaje de los componentes de las cadenas de valor, así como la promoción en la eficiencia del uso de recursos en la producción de biomasa, y el aprovechamiento por parte de la sociedad de todos los componentes de estas cadenas o redes de valor.
Esta sostenibilidad debe mantenerse a través de toda la cadena de suministro, con el fin de ofrecer seguridad alimentaria, un suministro suficiente de materia prima y energía, la reducción de la huella ambiental, así como la promoción de una economía rural saludable y viable.
Países como Costa Rica, Colombia, México, Honduras y República Dominicana, se hallan implementando en distintas etapas estas cadenas de valor para el café y poco a poco otros cultivos. Cerca del 75% del fruto maduro del café, se considera un residuo o desperdicio del procesamiento del grano. Por ejemplo, a partir de 100 libras de café cereza, se obtienen 18 libras de café listo para ser exportado, y 57 libras de residuos utilizables como subproductos, entre ellos la pulpa, el mucílago y la cáscara.
Una parte del residuo se transforma en abono. El mucílago se emplea para elaborar bebidas energéticas, en la industria cosmética y hasta en la producción de biocombustibles como el etanol y el biogás. De la cascarilla se elaboran harinas sin gluten o se generan briquetas aromáticas para la calefacción.
En México, desarrollaron un bioplástico a partir de la pulpa del café para su uso en la industria zapatera y textil. ICAFE en Costa Rica, genera abono y energía. A partir del uso de la pulpa, se genera la suficiente energía que necesitan para el secado del grano. Otro emprendimiento en Costa Rica, exporta 4000 kilos de sultana para infusiones o bebidas energizantes.
Pectinas, saborizantes, fertilizantes, cosméticos, pegamentos, harina, abono, infusiones, cereales, cerveza, etanol, vinazas y biogás, están entre los subproductos que se pueden aprovechar a partir del cultivo de café, cuando se construye y caracteriza una cadena de valor.
Acá solo presenté las posibilidades con un producto como es el café. ¿Se imagina cómo podría ser la diversificación y beneficio para productores, además de generar otras fuentes laborales si en Bolivia desarrolláramos estas cadenas de valor para otros productos agrícolas y no maderables que tenemos?
En la medida que los actores públicos y privados no descubran todo este potencial que ofrece la bioeconomía para sus actividades, el país seguirá perdiendo excelentes oportunidades que buscan el uso adecuado y responsable de nuestros recursos.
*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo
