Escucha la noticia
La fecha del censo se ha convertido hoy en Bolivia en el nuevo eje de polarización. Como están las cosas, es fácil y hasta placentero por la excitación que genera, pintar un panorama gris con ruidos de tambores de guerra de fondo. Pero como hay quienes, con cierto grado de sentido común e ingenuidad de por medio, estamos interesados en la solución vamos evitar azuzar el conflicto que acecha nuestras aceras, calles, carreteras y sobre todo nuestros espíritus.
En ese remoto pero posible escenario de resolución de este prolongado conflicto, consideramos que el “Encuentro por el Censo” a efectuarse en Cochabamba, puede convertirse en la plataforma nacional deseada para Santa Cruz y Bolivia. Si bien existen múltiples factores de los cuales no se tiene control, hay tres condiciones básicas pero importantes que tendrán bajo su mando quienes representen la demanda desde nuestra región, estas son: Que se diga; Como se diga y también Quien(es) lo digan.
Si ese encuentro se convierte en un espacio de pugnas de egos, reproches y maniobras políticas nos jodimos todos. Por lo contrario, si partiendo de autocriticas (algunas enormes y necesarias) llegan todos a entender sobre la relevancia del censo y la aplicación de sus resultados, bajo criterios de justicia y oportunidad para establecer respuestas a nuestras diversas dificultades, tendría que cambiar no solo la fecha, sino y fundamentalmente la tónica con que se ha planteado y atendido esta legitima demanda.
Queda claro que, en este enorme y despoblado país, no puede haber salvaciones selectivas. O nos salvamos juntos o nos hundimos todos. Aquí en el centro de Sudamérica donde podríamos entrar cómodamente 200 millones, hay bandos que se quieren sacar los ojos y por su ceguera nos están bloqueando la posibilidad de mirar de mejor forma el futuro.
En este encuentro el pacto más importante debiera ser el del respeto al otro, la conmiseración para con el ciudadano de a pie, con el joven que ve su futuro incierto, con el padre de familia agobiado por sus obligaciones, con la madre cabeza de hogar, con el trabajador por cuenta propia que deambula y se enfrenta cada día con la calle, con el campesino agricultor que implora porque su cosecha llegue a los mercados. Claro, nuestra empatía también la debemos expresar con el mediano o gran productor, el empresario honesto que dinamizando la economía genera empleos, y es hora también de darle el lugar al profesor, al docente, que guía en determinados momentos de la vida a quienes integramos esta compleja y abigarrada sociedad.
Uno de los pensadores bolivianos más reconocidos del siglo 20, vinculado con la revolución nacional señalaba que en política el sueño de las victorias totales es tan absurdo como la guerra. Esa forma de hacer política y sus narcisistas promotores, están afortunadamente siendo relegados, sus alegorías ya no son rentables. Tengo en mis manos un nuevo estudio que ratifica que los actores políticos que solo polarizan y buscan el aplauso de sus barras bravas, tienen cada un espectro más pequeño para accionar. El 69% de la población en Bolivia prefiere un líder con perfil concertador que sigas las reglas, aunque no consiga todos los resultados. Esa es la esencia de la buena política.
Este mismo estudio (DELPHI) refleja que el 95% de los encuestados consideran a Santa Cruz como la región más influyente del país en el ámbito de la economía. Dato que contrasta por la inferior influencia (60%) que ejercemos en la política nacional. Nuestro lema en adelante debe ser siempre convencer para vencer y ello conlleva cambios profundos y necesarios en esta área que deben comenzar con otros censos y diagnósticos regionales.