OpiniónPolítica

¿Comenzó la sanación?

Lo que pienso

José Rafael Vilar

Analista y consultor político

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Yo diré que sí.

El martes estuve en una presentación sobre Hidrocarburos de las Fundaciones Jubileo y Konrad Adenauer; Raúl Velásquez la expuso y Álvaro Ríos la comentó. Enjundiosa (y con una mención de justo homenaje a Carlos Miranda Pacheco), llena de datos —algo que me fascina; aunque no entienda primero, me harán siempre pensar hasta acercarme a entender—, no podía ser menos cualificada que no se tocara el tema de las subvenciones. Cuatro opciones debatidas: desde acabarlas de plano hasta no hacer nada y, en el medio, dos opciones de gradualismo. (¿Sabe lo que es el gradualismo? Es como la anécdota que me hacía un amigo en colegio, cuando la madre les decía a su papá y sus hermanos: «Hoy no vamos a cenar en casa: ¡vamos a comer fuera!» y cuando llegaba la noche se enteraban que mamá les sacó la mesa al jardín y comerían “afuera”…; ése es el gradualismo, como la política de reformas “mesuradas” de Macri en Argentina cuando gobernó que abrió el camino a su fracaso y el regreso del kirchnerismo).

Pues el miércoles el gobierno fue por la cura radical, sin gradualismo. Profunda y radical en el tema de subvenciones para hidrocarburos: algunas (las más) quitadas de plano, otras bastante reducidas y alguna que otra (como el GLP) resistiendo aún. Y acompañada con una política de compensaciones: mejora del sueldo mínimo, y de la Renta Dignidad (¿acaso ésa no fue idea de Lara en campaña?) y del bono Juancito Pinto y del para discapacitados; beneficios fiscales para cuentapropistas y profesionales y para nuevos trabajadores; liberación arancelaria para insumos del transporte y maquinaria (cuando oigo reclamando a los líderes transportistas pienso que a) no son propietarios de sus vehículos y, por ende, ellos —choferes asalariados— no se beneficiarían de tales y los dueños les reclaman el diario multiplicado, o b) sí son dueños y no les importa ni los mantenimientos ni los insumos… ya sabemos de nuestros transportes públicos.

¿Habrá inflación? Sí, no me queda duda si se habla de Precios para los Consumidores (como yo, que no soy socio capitalista ni funcionario supernumerario) pero —tal como el precio del dólar— será una ola que sube y que bajará (porque de la verdadera inflación, la de la maquinita descontrolada del Banco Central, creo que ya la quitaron del enchufe en que Arce y Montenegro la tenían aherrojada).

¿Será suficiente el 5503? Definitivamente no. Quedan las empresas públicas ineficientes y sus deudas al Banco Central y el Tesoro. Quedan los supernumerarios (del Gobierno Central y accesorios, de Gobernaciones y de Alcaldías) y sus burocracias de dos siglos atrás. Queda pendiente la meritocracia y la reforma de la Justicia. ¡Y de la Educación en todos sus niveles! (claro que saltarán los trotskistas y los indianistas pero hay muchos que otros reniegan de la educación en regresiva de estos años). Queda recuperar la Institucionalidad, la Separación de Poderes para que todos creamos en ellos, la dignidad parlamentaria y la reforma de nuestras instituciones del orden (pendiente desde Santa Cruz y Calahumana).

Queda incentivar la Inversión Extranjera (para no necesitar siempre de deudas que nos ahogan y poder mejorar el 50/50 de la riqueza para toda Bolivia que empieza a efectivarse); falta cambiar muchas leyes —y más pronto que tarde darnos una verdadera Constitución sin tutorías neomarxistas como la del 2009 ni de otro tipo—; falta que entendamos que somos un país de mestizos urbanos: con todo mi respeto por los pueblos indígenas y por los pobladores de nuestros campos, el (malparido) censo de 2024 nos dejó que ese entonces éramos el 74 % urbanos y que el 64 % no nos reconocíamos como indígenas.

Queda entendernos como que somos muchas identidades que desde 1825 nos unimos, independientes las cinco primeras entidades: Potosí, Charcas, Cochabamba, Santa Cruz y La Paz, para formar lo que es Bolivia y (perdón a mis amigos que le ofende este recordatorio) con el propósito de ser una federación de iguales unida que Bolívar y los criollos de sable y de mita frustraron: No tengamos miedo al Federalismo, pero sí al racismo, la xenofobia y la ignorante prepotencia.

Y recuperemos la República de Bolivia (no es tan difícil ni será un desbarre constitucional).

(Me queda que Lara —díscolo como pocos (tal como Villarruel en Argentina y Abad en Ecuador pero las dos, mujeres, con más estilo)— creó su propia bancada, cercenando la del PDC. ¿Acaso en la ALD cruceña el TDE local no devolvió a CREEMOS las bancas disidentes y en el Concejo de la ciudad lo mismo para UCS? Para meditar…)

Me tomaré una pausa hasta el 16 de enero, que volveré a estar con ustedes. Vaya para todos mis lectores (y lectoras, que Michela se irrita si no) el deseo de una bendecida Navidad y mis Votos de Ventura para un Mejor 2026. ¡Dios les bendiga!


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José Rafael Vilar

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