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Cómo el Estado cambió la bebida más popular del mundo

Jeffrey A. Miron explica por qué en Estados Unidos, a diferencia de lo que sucede en el resto del mundo, la Coca-Cola y otras bebidas gaseosas reemplazaron el azúcar de caña con el jarabe de maíz de alto contenido de fructosa.

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Por Jeffrey A. Miron1

A estas alturas, todo el mundo ha oído que, en respuesta a la petición del presidente Donald TrumpCoca-Cola pronto lanzará una versión de Coca-Cola endulzada con azúcar de caña estadounidense en lugar de jarabe de maíz con alto contenido en fructosa (HFCS). Lo que no todo el mundo sabe es que este producto, conocido comúnmente como Coca-Cola mexicana, ya existe y es lo que la gente fuera de Estados Unidos considera Coca-Cola. De hecho, la mayoría de los países utilizan azúcar de caña en las bebidas gaseosas hoy en día. Estados Unidos también lo hacía antes de la década de 1970. Entonces, ¿qué cambió?

En lo más profundo de la Gran DepresiónEstados Unidos aprobó la Ley de Ajuste Agrícola de 1933 con el fin de estabilizar los precios de los cultivos. La ley se centraba en limitar la producción, lo que implicaba precios más altos. Sin embargo, posteriormente, la Ley Agrícola de 1973 pasó a fomentar la producción máxima, lo que provocó una sobreproducción inmediata del maíz y una caída significativa de su precio. Al mismo tiempo, el Programa Azucarero de Estados Unidos aplicó cuotas al azúcar importado, lo que lo encareció considerablemente. El resultado final fue que empresas como Coca-Cola y Pepsi experimentaron con el HFCS y lo incorporaron gradualmente a sus bebidas. En 1984, ambas empresas habían abandonado por completo el uso de azúcar de caña en la mayoría de sus productos en Estados Unidos.

La Coca-Cola fabricada en México, con azúcar de caña, tiene seguidores incondicionales en Estados Unidos, que la consideran más “natural” y “auténtica”. Una reciente prueba de sabor lo confirmó: cinco de cada seis personas identificaron correctamente la Coca-Cola mexicana y la declararon su favorita. En cuanto al impacto en la salud, las diferencias parecen ser mínimas; el HFCS tiene un poco más de fructosa que el azúcar de caña, lo que, según algunos estudios, podría tener un mayor impacto en la grasa del hígado y la resistencia a la insulina.

Todo esto sugiere que Coca-Cola probablemente no habría cambiado el azúcar de caña por el HFCS si no fuera por el precio artificialmente alto (bajo) del primero (segundo). Además, incluso si el Gobierno no hubiera desempeñado ningún papel histórico en la elección del edulcorante por parte de Coca-Cola, ¿por qué debería ahora tomar posición sobre cómo Coca-Cola elabora su producto? Eso es algo que deben decidir los consumidores.


1es director de estudios de pregrado de la Universidad de Harvard y es un Académico Titular del Cato Institute. 

*Artículo publicado en elcato.org el 14 de agosto de 2025

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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