Construir nación
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¿Cuánto se tarda en construir el Estado, inventar la Nación? Aparentemente bastante tiempo, si nos guiamos por el título del libro del argentino Juan Carlos Garavaglia “Construyendo el estado, inventando la nación. El Río de la Plata, siglos XVIII-XIX” (2007).
Se dan también casos de construcciones sorprendentes por su rapidez, como el de la creación de Sudán del Sur, en 2011, sobre la cual un medio internacional de prensa ironizaba que lo necesario para crear una nueva nación era solo disponer de: “Pasaportes, moneda, estampillas, himno, nombre de dominio de internet… y un equipo de fútbol decente”.
Es posible que la construcción de un Estado y el invento de una Nación sean procesos permanentes, de largo aliento, en cuyo éxito cuentan tanto los logros alcanzados en ese transcurso, como lo atinado y bien encaminado del mismo. Hay casos de naciones surgidas en situaciones altamente conflictivas que dan ejemplo en la solución de problemas constitutivos, como África del Sur, y otros que iniciados en epopeyas imperiales son ahora solo triste ejemplo de desconcierto y permanente riesgo de quebrantamiento, como el caso de España con sus autonomías, especialmente la catalana.
¿Cuál es la situación en nuestro país? Pareciera que Bolivia llegó a la independencia contra el deseo profundo de su clase dirigente de entonces. Los primeros “gritos de independencia” se dieron en 1809, la emancipación se concretizó en 1825… y gracias al aporte de tropas y liderazgo político y militar de otras repúblicas.
De entonces acá tenemos la permanencia de un Estado plagado de las instituciones coloniales españoles, corruptas y endebles, que no fueron el armazón destinado a cobijar el propio beneficio de sus poblaciones, sino la estructura de un estado colonial para provecho de una potencia extranjera y de unos cuantos esbirros locales. Tampoco se pudo inventar una Nación. Los males constitutivos de Bolivia fueron el estancamiento de sus pobladores en identidades étnicas, regionales y clasistas.
Sin embargo, algún destino debe tener Bolivia, pues sobrevivimos y nos empeñamos en existir. Aferrarnos a la vida nacional y estatal –así parciales e imperfectas sean− contraría la irresponsabilidad y la ligereza de quienes justamente deberían proporcionarnos la funcionalidad, los medios y recursos para lograr tales finalidades: la clase política boliviana.
Nuestros males constitutivos, escasamente asumidos, hacen que el poder político se caracterice por administrar una condición maltrecha, cuando su discurso previo al acceso al poder es reformador, revolucionario o transformador. Ello se explica porque una vez asumida la administración, las fallas constitutivas de nuestra realidad facilitan el control de la población, el enriquecimiento ilícito, los privilegios y los desmanes que engolosinan a los coyunturales administradores estatales, cualquiera sea su extracción y credo ideológico.
Se debe, pues, rehabilitar el debate sobre la construcción del Estado, el invento de la Nación. Tarea dificultosa por la resistencia de lo que justamente se trata desmantelar. Nuestras endebles armazones nacionales y estatales se mantienen mimando las ideologías dominantes a nivel mundial. Por ello, el tema de Nación y de Estado son ahora –para muchos− asuntos tabúes, despasados, simples “metarrelatos”. Por ello, cuando algún gobierno –como el de la pasada gestión del MAS− intenta cambios, solo concluye en literatura sin efecto real en la transformación buscada, pues aplican recetas según la moda del momento y no la inspiración profunda del pueblo. Así, la “plurinacionalidad” inefectiva hasta ahora, reproduce consignas de asesores catalanes en la Asamblea Constituyente de 2006, y no lo expresado en un pronunciamiento del Movimiento Indio Tupak Katari en 1978, que propugnaba un comunitarismo democrático fundamentado en un Estado boliviano “basado en la confederación de sus naciones que libre y voluntariamente conformen un Estado Plurinacional y Pluricultural”.
*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo