Creencias y realidad
En el mundo líquido, los límites entre los conceptos se hicieron difusos, los más revolucionarios son oscurantistas y los liberales reprimen. La brújula que ordenaba los conceptos se perdió hace rato y quienes quieren ordenar la realidad desde las ideologías están en problemas. Todos tenemos creencias que nublan nuestra razón. Incluso consultores que nos hemos entrenado toda la vida para ser objetivos no logramos ser totalmente neutrales. La fórmula para aproximarse a eso es conseguir una formación sólida y plural.
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La política es pasión. Los militantes, los creyentes, suelen decir lo que conviene a su causa, alteran con frecuencia la verdad por lealtad ideológica. Durante muchos años los militantes del Partido Comunista defendieron los procesos de Moscú, que condenaron a la élite de la revolución soviética, que fueron claramente un abuso del poder. Hay otros que creen que el mundo está destruyéndose por una conspiración comunista, cuando esa opción murió en 1990.
En el mundo de las ideologías, los derechistas dicen que todos los de izquierda son corruptos, y los revolucionarios, que los capitalistas gozan con el sufrimiento de los pobres. Unos y otros usan la adhesión a una idea como insulto. En todas las tiendas políticas hay gente excelente y pillastres, también tiranos y gente idealista.
En el mundo líquido, los límites entre los conceptos se hicieron difusos, los más revolucionarios son oscurantistas y los liberales reprimen. La brújula que ordenaba los conceptos se perdió hace rato y quienes quieren ordenar la realidad desde las ideologías están en problemas.
Putin fue un militante comunista que dirigió la KGB. Ahora es un nuevo zar religioso, que ha canonizado a la familia Romanov, ejecutada en la Revolución de Octubre. Revivió el esquema de poder de Iván el Terrible, primer zar de Rusia, cristiano devoto que asesinaba a sus adversarios siguiendo los consejos del Metropolitano Macario. Putin tiene su propio empleado dirigiendo la Iglesia, el Patriarca Cirilo, que apoya la invasión a Ucrania. Cirilo declaró que la elección de Putin había sido un milagro de Dios.
En estos días Putin anunció que Rusia abre sus puertas a los que quieran escapar de la perversión neoliberal que, en su criterio, no tiene que ver con el capitalismo de amigos que instauró en su país, sino con la libertad, la democracia, los derechos de las mujeres y la diversidad. Si Putin va a la posesión de Claudia Sheinbaum en México, podría celebrarse una misa en memoria de san Zar para que reemplace la devoción de san La Muerte. Si la izquierda es esa mezcla, los santos Romanov, combate a los derechos de las mujeres y persecución de la diversidad sexual, el mundo debe ser plano.
Otro país que encabeza la revolución es Irán, la teocracia más reaccionaria que existe, gobernada por clérigos que, de acuerdo a viejas profecías, exterminarán pronto a todos los judíos y cristianos del mundo. Los gays que organizan sus marchas del orgullo envueltos en banderas palestinas y las feministas que gritan en favor del islam en Occidente serían ejecutados de inmediato si tratan de desfilar en Teherán. No sé en qué texto perdido de Marx se patrocina la teocracia.
Lo que se viene es algo tan distinto como la computadora y el ábaco
Grupos que se dicen de izquierda apoyan a los Somoza contemporáneos. Como todas la segundas partes de las películas, son presidentes bananeros de mínima cuantía. Los dichos de Ortega y Maduro dan para editar una antología de la idiotez política, sin embargo hay personas que han estudiado, y ocupan sitios importantes en la política, que los apoyan incondicionalmente. Nuevamente, gracias a la magia de las ideologías.
Cuando Milei dice que todos los zurdos son corruptos, se equivoca, también cuando afirma que los legisladores son ratas, que los que no acatan sus ideas son degenerados. Tampoco es objetivo decir que los libertarios son una banda de desalmados que no saben lo que quieren, que se debe derrocar al Gobierno. La gente votó por Milei y su gente, no se les puede pedir que den el paso a un lado para que gobiernen los que estaban antes. Maquiavelo ya analizó lo que pasa cuando se desconfía de los propios y se entrega el castillo a soldados ajenos.
El Gobierno no fue tan ágil como había anunciado. No dolarizó, no “sinceró” las tarifas ni mandó a su casa a todos los ñoquis en la primera semana. Han avanzado hasta el borde de lo que se puede hacer sin que se derrumbe su respaldo popular. No pasarían un examen de pureza ideológica, pero mantienen el poder y la popularidad.
La vida es así. Sería simpático lanzarse desde la punta del Obelisco y aletear sobre la avenida Corrientes, pero no es aconsejable. Se trabaja en la realidad, la política es el arte de lo posible y se necesita en un equipo político un fastidioso componente racional.
En la campaña presidencial de John F. Kennedy, su estratega Joseph Napolitan creó el concepto de “consultor político” y la idea de que para ser eficiente en la competencia electoral es necesario contar con una estrategia política que, usando investigaciones cuantitativas, cualitativas y otras que permitan comprender la realidad, piense la campaña y el gobierno con la mayor objetividad posible.
Es importante que rodeen al candidato militantes que compartan sus tesis, crean que van a ganar y cheerleaders que entusiasmen a los seguidores. Los 17 candidatos inscriptos para las elecciones ecuatorianas de este año y los 30 que habrá en Perú tienen derecho a declararse vencedores y a que en las manifestaciones les digan “desde ya, presidente del país”.
Pero también es necesario que existan consultores que analicen con mirada crítica lo que se hace, y traten que la campaña o el gobierno se manejen con objetividad. El líder es es el único que decide lo que debe hacerse, pero debe entender que el consultor no es un aplaudidor, sino un profesional que hace aportes a la campaña que no dependen de los entusiasmos de los seguidores y de los humores de los dirigentes.
El consultor trabaja con la realidad y la política es el arte de lo posible
El asunto no es fácil. Todos tenemos creencias que nublan nuestra razón. Incluso consultores que nos hemos entrenado toda la vida para ser objetivos no logramos ser totalmente neutrales. La fórmula para aproximarse a eso es conseguir una formación sólida y plural.
En la segunda mitad del siglo XX, Napolitan puso los axiomas sobre los que se construyó el paradigma de la consultoría política. La mayoría de consultores americanos nos formamos en esa escuela, epistemológicamente vinculada al empirismo y la psicología behaviorista. Hace treinta años, la idea de estudiar la política con una orientación pragmática se concretó con la fundación de la Graduate School of Political Management (GSPM), en la George Washington University, gracias al esfuerzo de su decano fundador, Christopher Arterton, con la permanente inspiración de Napolitan.
Como decían los fundadores, nuestra disciplina no tiene interés en discutir cómo debería ser el mundo. Desarrolla métodos y técnicas para comprender la realidad y elaborar estrategias para que los dirigentes puedan comunicarse mejor con los ciudadanos. Buscamos resultados prácticos: que nuestro candidato gane las elecciones o que nuestro presidente se comunique mejor con los ciudadanos, para mantener un apoyo que le permita gobernar.
La sociedad hiperconectada cambió la mente de los seres humanos y la forma en que se relacionan entre sí y con los objetos. Especialmente después de la pandemia, ganan las elecciones candidatos que parecían no tener ninguna posibilidad. Triunfan tantos outsiders, que los que están quedando out son los partidos y políticos tradicionales.
La crisis se trasladó a la consultoría. Hay consultores entusiastas que no son conscientes de que desaparecieron las máquinas de escribir y que el aparto para hacer política no es más una red de locales en barrios y provincias, sino el celular. Se siguen dando clases de oratoria y se escriben largos textos que nadie lee, mientras las elecciones se definen por memes, imágenes y textos de cien palabras. Algunos jóvenes venden buzones noveleros a políticos de mediana edad que no comprenden la era digital, pero es necesario sistematizar la experiencia de profesionales que han trabajado en campañas durante los últimos años y la discusión que se da en la academia.
La nueva política es un hecho imparable. Después de la difusión de Spotify, no volverán los walkman con casetes. Lo que se viene es algo tan distinto como la computadora y el ábaco. En Argentina hubo una etapa en la que el paradigma técnico fue usado exitosamente por algunos candidatos del PRO desde 2005 hasta 2019. En las últimas elecciones volvió a la vieja política y perdió una oportunidad que estaba servida por el fracaso del gobierno de Alberto Fernández. Surgió una estrategia más radical, moderna, que colaboró con el triunfo de Javier Milei. La comunicación política es cada vez más espectáculo; Milei y su equipo lo comprendieron y ejecutaron una gran campaña.
En Argentina hay graduados en la GSPM, y consultores profesionales de primer nivel, tanto de la escuela norteamericana como de la europea. Queremos promover una discusión seria sobre el tema, que ayude a los políticos de todas las tendencias a realizar una actividad más moderna.
El Grupo Perfil tiene ahora una universidad en la que pretendemos realizar actividades que culminen el próximo año con la realización de un posgrado al que queremos invitar a otras organizaciones académicas.
Hemos contactado con consultores y académicos que puedan apoyar el proyecto, tanto en Argentina como en otros países. Queremos que sea una actividad con base en Buenos Aires, pero abierta, para que puedan participar políticos, estudiosos, periodistas, consultores, de toda la región. Siempre fuimos ambiciosos académicamente, queremos convocar a los mejores del mundo para hacer algo que ayude en serio al desarrollo de nuestra democracia latinoamericana.
Para construir el posgrado, empezaremos con un curso sobre la estrategia de las campañas electorales en la sociedad de la internet, que impartiremos con Santiago Nieto a partir de enero en la universidad del Grupo Perfil.
Ojalá logremos que esta actividad sea lo más abierta posible, y que participen instituciones y personas de todo el espectro político. No pretendemos promover ninguna ideología, para eso están otras instancias académicas. Tampoco trataremos de discutir la validez de los actuales gobiernos de ningún país. Pretendemos proporcionar instrumentos para que cada uno, desde su punto de vista, pueda usar herramientas profesionales para trabajar mejor.