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El Profesor Juan Carlos de Pablo, en una intervención realizada en el Canal TN el 3 de marzo de 2025 a las 22:00 horas, afirmó que “lo que realmente influye en las decisiones importantes son las novedades, no las noticias”. Esta reflexión es pertinente en múltiples contextos, abarcando desde reportes periodísticos hasta estrategias comerciales. Por ejemplo, las “colas por combustibles” han dejado de ser una novedad y se han convertido en una noticia habitual; la verdadera novedad sería la normalización en la entrega de combustible. De manera análoga, los “descuentos u ofertas” no constituyen una novedad, sino que se presentan como noticias; una novedad real implicaría la introducción de productos o servicios que el consumidor no anticipa necesitar.
En este sentido, el consumidor es considerado “el rey de la demanda”. Sin embargo, surge la interrogante: ¿por qué “la demanda ya no manda”? Para abordar esta cuestión, es fundamental examinar el Índice de Confianza del Consumidor (CCI, por sus siglas en inglés), una herramienta desarrollada por Ipsos que se aplica en 28 países de la región y que mide el nivel de optimismo de los consumidores. Conocer este índice es crucial, ya que proporciona una visión clara de las percepciones y expectativas de los consumidores.
La metodología del CCI establece un umbral de 50 puntos como el punto de equilibrio entre sentimientos positivos y negativos. Este índice se compone de cuatro componentes principales: 1) Situación económica actual, 2) Expectativas económicas, 3) Inversiones y 4) Trabajo. Estos componentes se desglosan en cinco variables: 1) La situación actual y las expectativas sobre la economía, 2) La situación financiera personal actual y sus expectativas, 3) La estabilidad laboral actual y la expectativa de pérdida de empleo, 4) La capacidad de compra para el hogar, y 5) La capacidad de ahorro e inversión.
Un índice de confianza elevado generalmente indica que los consumidores están dispuestos a aumentar su gasto, lo que puede estimular el crecimiento económico. En contraste, un índice bajo puede ser un indicador de recesión económica, ya que los consumidores tienden a ahorrar más y a reducir su gasto. Este índice también puede servir como guía para que las empresas redefinan sus estrategias de marketing y producción, basándose en las nuevas perspectivas del consumidor. Asimismo, las políticas económicas pueden ser formuladas o ajustadas en función de estas percepciones.
En el contexto de Bolivia, el CCI se encuentra significativamente por debajo del punto de equilibrio de 50 puntos, lo que confirma la percepción negativa de los consumidores. Este indicador registró 21,7 puntos en abril de 2023, alcanzó 30,8 en enero de 2024 y descendió a 13,1 en enero de 2025, con un mínimo histórico de 12,3 puntos en octubre de 2024. Esta tendencia sugiere un deterioro continuo, en contraste con el CCI global de la región latinoamericana, que muestra una tendencia ligeramente más estable, disminuyendo de 49,3 en enero de 2024 a 39,5 en enero de 2025.
La pregunta que surge es: ¿qué ha conducido a esta situación? El deterioro progresivo de la macroeconomía ha impactado negativamente en la microeconomía, transformando la realidad en un escenario VICA, acrónimo que se refiere a un entorno Volátil, Incierto, Complejo y Ambiguo. Esto se traduce, parafraseando al Profesor De Pablo, en que “cuando la incertidumbre aumenta, los agentes económicos privados controlan el gasto”. Este control resulta en una reclasificación y priorización de necesidades y preferencias.
Un aspecto fundamental, según el informe del Instituto Nacional de Estadística (INE), es que la inflación general a 12 meses, reportada en febrero de 2025, se sitúa en un 13,22%. Esto representa un aumento de 5,22 veces en comparación con el 2,52% registrado en febrero de 2024. En cuanto a los alimentos y bebidas, la inflación alcanza el 21,47%, lo que equivale a 5,4 veces más que el 3,98% del año anterior. Por otro lado, los bienes y servicios diversos, como los artículos de tocador, presentan una inflación del 20,64%, es decir, 6,12 veces más que el 3,38% reportado en febrero de 2024. Estos son solo algunos de los rubros más sensibles para los consumidores.
Esta transformación en la oferta de bienes y servicios, influenciada por la elasticidad del ingreso y los precios relativos, dará lugar a una nueva canasta de compra para los consumidores. Si los proveedores comprenden y anticipan este cambio, podrán adaptarse mejor a las necesidades del mercado. De lo contrario, como señala Seth Godin, “terminarán buscando clientes para sus productos, en lugar de ofrecer productos que realmente satisfagan a sus clientes”.
*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo