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El nicaragüense Daniel Ortega, ni bien asumió su cuarto mandato presidencial consecutivo, terminó de imponer un conjunto de medidas políticas que lo convierten en un dictador. El cambio fue lento, pero bien planificado y seguro. Lo primero que hizo fue reformar la Constitución a la medida de sus intereses. El cuarto mandato de la pareja presidencial echa por la borda la doctrina del sistema interamericano de derechos humanos, contenida en la Opinión Consultiva OC-28/21 de 7 de junio.
La reelección indefinida vulnera el sistema democrático, y tiene efectos nocivos en el régimen plural de partidos y organizaciones políticas, propios de una democracia representativa, porque favorece la hegemonía en el poder de ciertos sectores o ideologías. La democracia representativa, así como la obligación de garantizar los derechos humanos sin discriminación parten del hecho de que en la sociedad debe existir una diversidad de corrientes e ideologías políticas.
La conmemoración del 43 aniversario de la revolución sandinista de este año, estuvo marcado por un ambiente represivo y la consolidación de un régimen de partido único. La escalada represiva facilitó a Ortega y Murillo perpetuarse en el poder, y terminar con la poca institucionalidad que había en Nicaragua.
Los presos políticos de 2021 ya han cumplido más de un año en las celdas de la Dirección de Auxilio Judicial (DAJ), mejor conocida como El Chipote. El periódico español El País, informa que la mayoría de los líderes opositores se encuentran en este reclusorio lúgubre, según han denunciado varios organismos internacionales vinculados a los derechos humanos. Un compendio de prácticas que van desde interrogatorios continuos, aislamiento total e indefinido, luces prendidas perpetuamente o, por el contrario, penumbra constante; chantaje psicólogo, falta de cobijas, de atención médica y una precaria alimentación que ha mellado en la mayoría de los reos: algunos han perdido entre 11 a 27 kilos, registra el periódico.
La familia Ortega-Murillo nunca ha ocultado su admiración por los regímenes dictatoriales, que se caracterizan por liquidar las instituciones democráticas (que le han permitido el ascenso al poder), licuar las libertades ciudadanas y consolidar un partido único, al estilo de Cuba y Corea del Norte. En 2019, en un mensaje a Raúl Castro, enfatizaron que Cuba los “inspira como ejemplo de firmeza y decisión”. Y en 2021, expresaron al líder norcoreano, Kim Jong-un, que invariablemente comparten ideales y valores. Expertos internacionales identifican los pilares que sostienen el modelo de los Ortega-Murillo. El primero es ideológico y data de los ochenta, ya que las “concepciones originales del Frente Sandinista fueron leninistas, pero se encubrieron con pluralidad política, cuando se trataba de un partido hegemónico con otros subordinados”.
Ortega plantea que lo ideal es el régimen cubano de partido único, ya que diversos partidos dividían a la nación. Otro elemento es el económico, y esto hace particular el modelo forjado por los Ortega-Murillo a partir de los fraudes electorales, la demolición de la institucionalidad, el control total del Estado, las fuerzas armadas y la represión brutal generalizada.
Las denuncias internacionales sostienen que Ortega es probablemente el hombre con la familia más acaudalada de Nicaragua. Este elemento agregó un nuevo ingrediente al ejercicio del poder: acumular riquezas al amparo precisamente de la impunidad y de la omnipotencia que le da el control total del poder. Así se metió al negocio de los combustibles, la energía, el oro…; es decir, se mete en todos los negocios posibles con una vocación rentista. Y esto explica la búsqueda de la perpetuación en el poder y la concepción del partido único en Nicaragua.
La policía nicaragüense se ha encargado de blindar el tránsito al régimen dictatorial de los Ortega-Murillo, que “se sostienen principalmente por el uso de la fuerza” y argumentos económicos, como ser un gobierno, con medidas fondomonetaristas que mantiene a flote la macroeconomía, y el aumento de las remesas familiares, provocado por el éxodo de nicaragüenses desde 2018.
Los Ortega-Murillo han venido implantando un régimen totalitario, con un guion a seguir bien definido: matar, encarcelar, desterrar, reprimir, amenazar, vigilar, expropiar, confiscar, desaparecer a quien trate de hacer oposición política, etc.
