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El 9 de junio (domingo pasado), Europa terminó de votar por sus parlamentarios de toda la Unión: 720 escaños. Un análisis de sus resultados puede darnos luces para Las Bolivias y, por extensión, para Nuestra América hoy.
Una rápida descripción —evitando caer en etiquetas al uso como las de facho y zurdos— nos da que los eurodiputados se agruparán en varios bloques: uno de centro-centroderecha-derecha liberal/moderada (Partido Popular Europeo, identificado en siglas como PPE) de filiación Demócrata-Cristiana, con 190 escaños; otro centroliberal (RENEW Europe): con 80; la centroizquierda-izquierda (Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas, S&D): tendrá 136; la izquierda ecologista (Verdes/Alianza Libre Europea, Verdes/ALE): serán 52; la izquierda “dura” (La Izquierda, GUE/NGL): con 39; la derecha (¿tradicional? ¿moderada?) de tendencia conservadora liberal (Conservadores y Reformistas Europeos, CRE): agrupará 76; la derecha “dura” (Identidad y Democracia, ID): tendrá 58, y dos grupos movibles entre los otros: los de partidos no oficialmente adscritos a ningún grupo pero que pueden apoyar a unos u otros (No inscritos, NI): con 45, y los nuevos diputados, aún no identificados con los grupos (Otros, por ahora “independientes”): hasta ahora 44 (cada día que pasa hasta el inicio de sesiones algunos se redistribuyen entre los grupos). La continuidad para la gestión política actual en Bruselas está dada porque los aliados de la anterior Legislatura en el gobierno europeo (PPE, S&D y RENEW) seguirán teniendo mayoría: 406 parlamentarios, el 56 % de los votos (el 60 % sin contar en el total los 44 nuevos “independientes”: calculando sobre 674), mientras las izquierdas (las llamaré reales, duras o radicales: Verdes/ALE + GUE/NGL) lograban 91 eurodiputados (casi el 13 %; sin sumar “independientes” al total sacaron también el 13 %) y las derechas (las reales, duras o radicales: CRE + ID) alcanzaban 134 (casi el 19 %; el 20 % sin “independientes”). (Los resultados 2024 son provisionales a hoy aún, pero no habrá mucho cambio al final, y todos los datos son oficiales tomados de https://results.elections.europa.eu/es/).
Sin embargo —y sin variar los grupos—, aparecen algunos cambios relevantes respecto de la composición dela Eurocámara en 2019 (con la salvedad de que falta saber dónde se ubicarán los 46 nuevos diputados “independientes” sin grupo aún): el arco de la centroizquierda-centro-centroderecha-derecha liberal/moderada tenía entonces 417 integrantes (más del 58 %), una pérdida de 11 parlamentarios donde sólo el PPE salió beneficiado con 14 parlamentarios más (S&D tuvo -3 y RENEW -22), una pérdida global de poco menos del 2 % (aunque el PPE subió poco más del 8 % individualmente); las izquierdas reales perdía 17 escaños (Verdes/ALE: -19 y GUE/NGL: +2), lo que significó una sangría de más del 15 % de sus bancadas sumadas. Por último, las derechas reales ganaban 16 eurodiputados (CRE: +7 + ID: +9), una ganancia sumada de casi el 14 %.
Tomado de https://results.elections.europa.eu/es/resultados-elecciones/2019-2024/parlamento-saliente/ y de https://results.elections.europa.eu/es/.
¿Qué colegiremos? Primero, que los grupos identificados con la centroizquierda-centro-centroderecha-derecha liberal/moderada (PPE+RENEW+S&D) y las izquierdas reales (Verdes/ALE + GUE/NGL) perdieron 28 eurodiputados (42 si excluimos la ganancia del PPE) mientras que el arco de las derechas ganaron 16 (30 si pensamos que, más allá de las posibles líneas rojas entre los tres grupos, entre CRE y PPE podría haber trasvases).
¿Derechización europea? Mirando los resultados por países entre 2019 y 2024, hay un manifiesto desplazamiento a la centroderecha-derecha en Europa. ¿Cuáles podrían ser las causas? Una de ellas podría ser el endurecimiento de las posiciones más a la izquierda en la socialdemocracia europea —España es un ejemplo en su matrimonio con los comunistas y altermundistas de SUMAR—; otro es el no despegue de la economía europea —sobre todo en Europa central y occidental— después de la pandemia, incluida la guerra de Ucrania; también la moderación de los discursos de la derecha más conservadora en temas como el euroescepticismo, principalmente después del fracaso del Brexit —ejemplificada esa “flexibización” en la Agrupación Nacional de Marine Le Pen y Jordan Bardella (ahora el beau garçon de la derecha dura francesa y, posiblemente, europea), lo que le permitió ser la fuerza más votada en el país para la Eurocámara con más del 37 %— y, por otro lado, el creciente rechazo a los migrantes (por el 52 % de la población investigada), sobre todo en las Europas del Norte y del Este (el 56 % en ambas) y del Sur (el 58 %) (datos OIM-ONU Migración), tanto por el aumento de la violencia y por la crisis laboral —en realidad en estamentos subcalificados—, principalmente para los jóvenes. (Un estudio de YouGov arrojó en finales de 2021 que el 60 % de los ciudadanos europeos consideraba excesivo el número de inmigrantes y un 43 % apoyaba levantar muros en las fronteras exteriores de la UE, estilo Trump). Todas ellas, juntas, pudieron ser una causa del crecimiento en la participación de los electores en los comicios este año: el 51,07 % versus promedio del 45,43 % en las cuatro anteriores.
El factor jóvenes es importante en este análisis. Si consideramos que el 10,6 % de los habitantes de la Unión estaban entre 15 y 24 años y que la mayoría de los países de la Unión aceptan la edad de votación entre 18 y 21 años —22 naciones miembros— mientras 4 lo hacen entre 16 y 17 y sólo dos con 23 (Rumania) y 25 (Italia), no es descabellado dividir ese percentil en tres subpercentiles (15-17, 18-21, 22-24) y suponer que entre 18 y 24 años está el 66% de ese porcentaje anterior: es decir, el 7,0 %; y si le sumamos el 32,2 % que está entre 25 y 49 años, hemos cubierto las llamadas categorías millennials y centenials (todos son datos de Data Browser de Eurostat) que ocuparía el 39,2 % de la población comunitaria. Queda un análisis más: Los millennials y centenials (frustrados con los sistemas en que viven y decididamente irreverentes) se han caracterizado por el consumo de información por redes —obviando los medios tradicionales, el principal insumo para la generación X, los baby boom y mayores— y su intercambio entre usuarios digitales, lo que aumenta la inmediatez y criticidad, causa principal del descreimiento de ambas generaciones en los partidos estables desde la centroderecha hasta la izquierda radical y sus discursos incumplidos —como el Hombre Nuevo y el Cielo tomado por Asalto, sin mencionar igualdad ni solidaridad de clase—, lo que ha conllevado a una migración de intenciones hacia la derecha y la derecha dura —con independencia de que esos jóvenes tengan seguridad o no de que éstas cumplirán sus expectativas—, lo que explica el éxito de La Libertad Avanza de Milei en Argentina y la debacle de los grupos de izquierda real en España en las euroelecciones: aun sin datos finales y su desglose por percentiles, no es arriesgado afirmar que el electorado de los países más fuertes económicamente de la Unión —Alemania, Francia y España— castigó a socialdemócratas (con sus aliados a la izquierda en las zambumbias española y alemana) y a liberales moderados (en Francia) por gestiones que incumplían sus expectativas; algo similar —quizás más visible— ha pasado con una juventud y adultez joven que descree de consignas políticas y manadas electorales, más cerca del voluntarismo de Mayo del 68 pero con diferente tino político (lo diría “desideologizado!).
Ya que mencioné el caso argentino, podríamos ver que se replica en diferentes países de nuestra Región el desplazamiento de jóvenes hacia posiciones cada vez más alejadas de la progresía —y su falso y fracasado progreso— de consignas y masas indeterminadas. (Aparte es el caso de México con la victoria de la Sheinbaum, que se explica mejor si entendemos que Morena es herencia del populismo de izquierda-centroizquierda del PRI entre Cárdenas y Echeverría y sus métodos —peronistas diría yo— y que el oficialismo morenista logró movilizar a los votantes beneficiados por el sexenio que termina, básicamente adultos mayores de escasos recursos e instrucción —versión azteca de las bolsas CLAP).
Ni discursos ni consignas ni partidos de masas y sí liderazgos que les hablen su lenguaje y que no tengan “historias oscuras en armarios” fáciles de inundar Redes y depreciar líderes (o pseudolíderes): Ésa es la consigna para millennials + centenials. Se aplica lo mismo en Venezuela, en Argentina y en Bolivia. Debe entenderse y atenderse si se quiere ganar una elección.