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Santa Cruz, este mes festejamos tu fundación. En esta fecha tan importante, yo quiero celebrarte recordando uno de los tantos legados que has producido y que suele pasar desapercibido por los anales de la historia boliviana. Me refiero a la esencia de tu progreso: la búsqueda de justicia social à la cruceña. Esto, si me dejás explicárselo a quienes no lo (re) conocen, se plasma en marcos de equidad forjados desde Santa Cruz para su gente y para el resto del país. Gracias a ellos, tenemos hoy un espacio geográfico más justo, menos desigual, que busca un modelo de prosperidad compartido.
Santa Cruz, llevás casi 90 años aplicando políticas de desarrollo equitativo, o la práctica de diseñar e implementar soluciones priorizando a quienes menos tienen. Estas políticas examinan las desigualdades inherentes, las asimetrías devenidas de la historia—sean éstas económicas, geográficas o étnicas—y procuran mayor justicia social. ¿Por qué o para qué? Pues para que juntos podamos apalancar hacia adelante, con la mirada puesta en el futuro. Este ejercicio se ha basado en aquello que la realidad indica, no en consignas ideológicas impuestas desde afuera. Porque como dicen los filósofos, la realidad es infinita en todas direcciones, mientras el mundo del idealismo—que vive de lo abstracto—es limitado.
¿Te acordás que el pionero en esto fue el prefecto Carlos Banzer, en 1937? Él sentó las bases de planificación regional equitativa. Banzer entendía que las necesidades de la ciudad capital eran impostergables. La cuestión urbana se había agravado por el influjo poblacional post Guerra del Chaco. La urgencia de dotar a la ciudad de obras urbanas era un asunto crítico que no podía esperar. Como la situación era apremiante, Banzer priorizó el 70% del presupuesto departamental para la capital y 30% para provincias. Tan útil fue su rúbrica, que otros prefectos continuaron implementándola durante las décadas siguientes.
A Banzer le siguió el diputado por Santa Cruz—Virgilio Vega—en 1956, quien tomó un reclamo que tu gente llevaba peleando por décadas: las regalías de petróleo adeudadas desde que el presidente Busch creara la ley de petróleo de 1938. Él ideó la designación del 11% de regalías para los departamentos productores de petróleo, rescatándolas de desaparecer del código de petróleo que quería aprobarse en ese entonces. Vega basó su cálculo para el pago de las regalías en función de lo que te correspondía a vos, Santa Cruz, si dividiéramos esta riqueza entre los nueve departamentos que somos. Tu relación con estos fondos es vital para entender el despegue real que viviste, porque esa fuente de riqueza era necesaria para hacerte grande y próspera. Gracias al 11%, dimos nuestro tan ansiado salto al progreso, forjando nuestro enigmático modelo de desarrollo.
El siguiente capítulo de tu historia se produjo en el contexto del Comité de Obras Públicas (1963-1978). Primero sus presidentes fomentaron alianzas entre empresas y consultoras extranjeras con empresas locales para retener los excedentes de las inversiones realizadas con los fondos de las regalías. Luego, idearon la política regional de “Sembrar las Regalías”. Los custodios de estos recursos sabían que no podían rezagar al campo, que ha sido desde siempre, una parte constitutiva de lo que somos y de lo que entendemos por región. Son las provincias, al fin y al cabo, el espacio que produce y reproduce el ethos cruceño. La filosofía detrás del “Sembrar las Regalías”—tan apegada a los valores propios de quien cultiva la tierra—garantizó que el 80% de las regalías se destinara a provincias y que el 20% se retenga en la capital a partir de 1972. Con ello, comenzamos a reencauzar ideas, proyectos e inversiones, procurando un modelo de crecimiento más equilibrado.
Eso fue solo el comienzo de lo hicimos por vos. Debíamos demostrar que el deseo de un modelo de desarrollo menos desigual no era solo retórico. Debíamos volverlo ciencia y método. Con la transición del Comité de Obras Públicas a CORDECRUZ, el “Sembrar las Regalías” vivió una metamorfosis, convirtiéndose en la base de la “Descentralización Concentrada” implementada a partir de 1975. Para asegurar una inversión más justa, creamos nuestro propio modelo espacial para concentrar inversiones y programas de desarrollo complementarios en áreas geográficas estratégicas donde existiera dispersión. Esta política utilizó como variables la facilidad de acceso terrestre, la existencia de un potencial de desarrollo activable, densidad demográfica mínima y uno o más centros poblados para servicios como centros de apoyo al desarrollo. Vaya contribución. Ello permitió que el campo se contuviera, que no se vaciaran las provincias y que su gente tuviera perspectivas de futuro, por lo tanto, de generación de riqueza vía industrialización y empleo digno. Gracias a ello, ciudades como Camiri, Vallegrande, San Ignacio y Montero tienen condiciones de “ciudades intermedias”.
Cual saga que continúa escribiéndose, llegamos a la innovadora política equitativa impulsada por Rubén Costas Aguilera, el primer gobernador electo de nuestra historia. Costas creó el modelo 50-40-10. Este modelo considera tanto las regalías de petróleo, la explotación minera y la maderera, distribuyendo el 50% de estos recursos a provincias productoras, 40% para las no productoras y 10% para los pueblos indígenas en el marco de la autonomía. Esta fue nuestra respuesta a las reformas neoliberales de la década de 1990 que buscaron diezmarte como región. El 50-40-10 posibilitó que subgobernaciones—y por ende las provincias—gobiernos municipales y organizaciones de pueblos indígenas se beneficien con más oportunidades de desarrollo. El resultado habla por sí solo: más de 1.200 proyectos ejecutados a través del Servicio de Coordinación Territorial durante los primeros doce años de vigencia. Gracias a esta política hecha ley, desde 2009 se creó un nuevo marco de desarrollo equitativo, descentralizando el proceso de ideación, elaboración de proyectos y desembolso de recursos. Ni qué decir de su aporte a la democratización e institucionalización en la toma de decisiones a escala provincial y al empoderamiento de sus beneficiarios. Tantísimas empresas locales en provincia son hoy, un resultado tangible.
Santa Cruz, en este mes tan tuyo, yo te celebro reconociendo lo que los cruceños logramos gracias a esta práctica tan esencial en nuestra historia compartida. Cómo no recordar que cientos de miles de personas lograron salir de la pobreza gracias a ella. Las políticas de equidad han sembrado los excedentes de tus recursos renovables y no renovables, catalizando la generación de riqueza en manos de más gente y logrando que estas inversiones permanezcan en el departamento. Te convertiste en un espacio que todo Bolivia asocia con progreso y libertad. Cómo no valorar este legado tan nuestro, hecho en Santa Cruz y compartido con tantos bolivianos que viven en tus tierras. Cómo no reconocer este pedacito de tu historia, Santa Cruz, que demuestra lo que tus hijos somos capaces de hacer por vos.
*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo