OpiniónPolítica

Desentendidos de lo nacional-popular

El porqué los opositores son incapaces de construir proyecto

Guillermo Bretel

Politólogo y Sociólogo de la Julius-Maximilians-Universität Würzburg

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Bolivia se encuentra en una nueva encrucijada electoral. Tras años de hegemonía del MAS, el país atraviesa una crisis institucional, económica y, sobre todo, de rumbo. El partido de gobierno ha perdido el hilo de su propio relato, pero sigue operando dentro de un marco simbólico que la oposición aún no ha logrado comprender, mucho menos disputar: lo nacional-popular.

En Bolivia, el «cómo» se hace política es tan importante como el «qué» se propone. Lo nacional-popular no es una «ideología gruesa» —como socialismo, liberalismo o conservadurismo—, mucho menos un programa específico. Se trata de un conjunto de códigos socioculturales, símbolos e imaginarios que enraízan los discursos en la historia y la memoria colectiva de las mayorías. Quien logra leer y movilizar estos códigos, construye proyecto de poder.

Desde el MNR hasta el MAS, los proyectos que marcaron época no lo hicieron apenas por sus reformas, sino por cómo lograron hablar con la ciudadanía desde lo propio: lo indígena, lo mestizo, lo popular. Entender el lenguaje del boliviano —y hablarlo— es una condición esencial para promover una visión de país a largo plazo.

«Entender el lenguaje del boliviano y hablarloes una condición esencial para promover una visión de país a largo plazo».

Los candidatos presidenciales deben, sin duda alguna, dotar de contenido sus narrativas (y urgentemente). Pero, si sus formas los envuelven en la piel del tecnócrata, como ya sucedió en el denominado período neoliberal, por más atractivos sus contenidos, sin anclaje simbólico y sociocultural, sonarán ajenos en los oídos del votante promedio. Un discurso efectivo debe tocar las fibras profundas de ese electorado que alguna vez apostó por el MAS: en muchos casos, más que por sus políticas, por lo que llegó a representar.

En un momento de fragilidad oficialista, la oportunidad está servida. Para aprovecharla, la oposición debe dejar de hablarse a sí misma y empezar a preguntarse: ¿Cómo apelar a lo nacional-popular? ¿Cómo construir una narrativa que le devuelva horizonte al desencantado sin insultar su inteligencia ni su dignidad? Si no se hace ese trabajo ideológico —de fondo y con nuestra forma «made in Bolivia»—, incluso la peor crisis del MAS podría ser insuficiente para arrebatarle la hegemonía y construir una democracia de pluralidad, compromisos y tolerancia.

No se trata de imitar al MAS ni de cooptar simbologías. Se trata de construir una alternativa de ideas propias, pero capaz de interpelar desde lo que somos. La política no se hace en el vacío: se hace con historia, con memoria, desde el interior del sentido común de una sociedad. Una narrativa sólida, coherente —y envuelta en los códigos de lo nacional-popular— podría patear el tablero. Para ello, más que candidatos, Bolivia requiere: visión, proyecto y, sobre todo, sensibilidad.

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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Guillermo Bretel

Politólogo y Sociólogo de la Julius-Maximilians-Universität Würzburg

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