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“Hace casi 40 años Bolivia pasaba por una grave crisis económica lo que obligó a las autoridades de esa época a aplicar drásticas medidas para revertir el descontrol de los precios, la falta de dólares, la falta de empleo y la falta de alimentos. La situación actual no será la misma, pero sin el esfuerzo de todos estaremos por el mismo camino”, sentenció un Comunicado emitido en Cochabamba por el Directorio de la Confederación Agropecuaria Nacional – CONFEAGRO (12.04.2023).
La referencia histórica aludía al doloroso episodio de la tristemente célebre Unidad Democrática y Popular (UDP), una coalición de partidos políticos de izquierda y centroizquierda “pegada con chicle” que, creyendo hacerlo bien, ciegos en sus utópicos ideales, llevaron al país a la mayor hiperinflación del mundo en aquellos años.
El proceso hiperinflacionario en Bolivia se dio por la mala gestión económica de la UDP (1982-1985). Dos factores contribuyeron a ello: la crisis de la deuda externa y la crisis económica derivada de la caída del precio internacional del estaño, el populismo que provocó un alto déficit fiscal por el subsidio a las empresas públicas deficitarias y la atención de las insaciables “reivindicaciones sociales” de la otrora gloriosa Central Obrera Boliviana (COB); súmele a ello el descuido de las Exportaciones No Tradicionales, la falta de divisas, la “desdolarización” de la economía y la devaluación del Peso, y tiene la explicación de la espiral inflacionaria.
La pésima gestión del gobierno de la UDP tuvo un terrible impacto sobre la economía, sumiéndola en una recesión por dos años consecutivos; la hiperinflación azotó a la población, principalmente a los más pobres, provocando inestabilidad política y social, con la inevitable baja del poder adquisitivo de los salarios.
De nada sirvió pretender mantener un tipo de cambio fijo para controlar la inflación, siendo que el dólar se disparó en el mercado paralelo. Por aquel entonces el Banco Central de Bolivia (BCB) compraba y vendía dólares a fin de controlar la oferta y la demanda de divisas en el país, pero, infructuosamente, puesto que, con la baja de las exportaciones de recursos extractivos no renovables, como la minería, caía el ingreso de dólares al país.
Mantener el sistema de tipo de cambio fijo tuvo éxito mientras el BCB dispuso de reservas suficientes para respaldar la oferta de dólares en el mercado cambiario, pero cuando aquellas bajaron por causa de la altísima dependencia del país de la exportación de un solo recurso extractivo no renovable, como el estaño, que decayó, la UDP se vio obligada a pedir préstamos externos, aumentar la deuda pública y emitir cada vez más dinero, todo lo cual no hizo, sino, ahondar la crisis y la hiperinflación, con el más alto costo social del que se tenga memoria en el país.
Todo subió de precio, hasta el “pan de batalla” pasó a ser un producto de lujo para la población pobre que debía hacer largas colas para poder comprarlo.
La tasa inflacionaria en Bolivia superó el 100% en 1982; el 200% en 1983; el 1.000% en 1984; llegó al 11.750% en 1985 y “nos salvamos de un pelito” de estar por encima del 20.000%, gracias a la Nueva Política Económica implantada por el gobierno de Víctor Paz Estenssoro por el D.S. 21060 del 29 de agosto de 1985, con medidas de shock que en lo social derivó en la “relocalización” de 30.000 mineros y sus familias, producto del fracaso de la minería estatal. Al golpe de la galopante inflación, que lo desordenó todo, afectando gravemente a la economía boliviana y la calidad de vida de la gente, sobrevino el alto costo de tener que volver a ordenarlo todo…
Volvamos, ahora, al Comunicado de CONFEAGRO.
¿Qué ofrecen los productores agropecuarios? Conscientes del gran potencial productivo que tiene el país -siendo que ellos jamás fueron el problema, sino que, más bien, son parte de la solución- se comprometen, una vez más, a seguir produciendo alimentos para el mercado interno, generosos excedentes para aumentar las exportaciones y, con ello, más empleo, ingresos y divisas para el país.
¿Qué piden nuestros productores? El “mínimo minimorum” que un gobierno serio debe brindar a quienes invierten en una actividad de alto riesgo, como la suya: Seguridad jurídica, eliminando el violento asalto a los predios productivos; nuevos eventos biotecnológicos para subir la productividad; y, divisas para importar insumos, evitando que su escasez derive en un alza de precios de los alimentos.
A la histórica rememoración del Presidente de CONFEAGRO, José Luis Farah Paz, al leer el Comunicado, se sumó esta sentencia: “Pueblo que no conoce su historia está condenado a repetir los errores del pasado”. Nadie quiere que vuelva a pasar aquello. Por eso, el mensaje de esperanza del sector agropecuario: “No nos vamos a rendir ante ninguna crisis, tendemos la mano al Gobierno Nacional, al Presidente Luis Arce, a los Ministros del área, para que juntos hagamos frente a la difícil situación de la economía nacional”. ¡Dios quiera que sean escuchados!