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El 19 de octubre Bolivia va al balotaje. La mayoría de los bolivianos hemos decidido por un cambio en el rumbo del país, de eso no cabe duda, y así lo demuestra el resultado electoral del 17 de agosto. Sin embargo, el cambio no será facil y requerirá de un manejo muy especializado de la economía, ya que el gobierno actual deja una economía minada por todos lados, y su detonación es cuestión de tiempo.
¿Cómo está dejando el MAS al país?. En el ámbito económico, la economía creció de 11,5 mil millones de dólares en 2006 a 49,6 mil millones en 2024. Una economía cuatro veces mayor a la recibida en 2006, producto de la exportación del gas, pero con cimientos prácticamente endebles. La pobreza, según los indicadores de medición, bajó de 60,6% en pobreza moderada a 36,5%, y la pobreza extrema de 38,2% a 11,9%. Ambos indicadores macroeconómicos son publicitados por el gobierno saliente como un éxito “inobjetable”.
Sin embargo, a nivel internacional, en 2006, de acuerdo al índice que combina salud, educación e ingresos, Bolivia se encontraba en el ranking mundial del Índice de Desarrollo Humano en el puesto 108, y en 2024 seguimos en el mismo lugar, en el puesto 108. No hemos avanzado ni una posición con relación a los demás países. Tampoco se informa que la mejora en la pobreza, medida por ingresos, se debe principalmente a las transferencias gubernamentales, cuyo sostén es endeble. Aun más, con tan solo modificarse el tipo de cambio, varios indicadores económicos se verán afectados y nos llevaría a ver la verdadera realidad en la que nos encontramos.
Aparte de estas debilidades estructurales, se agudiza más nuestra situación al observar otros indicadores. Tenemos ahora un país endeudado, cuatro veces más que en 2006; sin reservas internacionales que puedan cubrir las operaciones externas, cuando deberíamos contar con cerca de 13.000 millones de dólares, pero hoy no llegamos ni a 3.000 millones lo que se refleja en la falta de dólares y escasez de combustible; con una calificación de riesgo crediticio muy negativa. Por ejemplo, a finales de 2005, Fitch Ratings calificaba la deuda de largo plazo de Bolivia en B-, y para enero de 2024 cae muchísimo más a CCC-. A esto se suma un déficit fiscal cuatro veces superior al recibido cuando asumieron el gobierno sobrepasando el 10%; lo más terrible y ni en gobiernos calificados como “vendepatrias” pasó, hicieron que el país sea posicionado como el segundo más corrupto del mundo y el primero en la región; y, ni qué decir del sistema judicial, donde el índice del Estado de derecho evaluado por el WJP ubica a Bolivia en el puesto 131 de 143 países, por debajo de Etiopía.
Ante este panorama, habrá muchos frentes que atender, sin embargo, el mayor problema es el tema económico según la población. El gobierno saliente, a la cabeza de Arce está dejando una economía completamente minada y con un explosivo encendido en las manos del próximo gobierno. Cualquier ajuste en lo economico ciertamente tendrá repercusiones en lo social. En este sentido, ni solo Rodrigo Paz ni solo Tuto Quiroga podrán resolver el tremendo problema al que los bolivianos estamos expuestos después del 19 de octubre. Lo más racional, ante la grave crisis, sería que gobiernen juntos, pero la realidad es otra y tenemos que elegir entre uno de ellos para comandar la cirugía.
Se necesita una cirugía de alta precisión en economía, lo que implicará primero restaurar el equilibrio en la balanza de pagos. De ahí la necesidad de un crédito de apoyo exclusivamente para este fin, de modo que el sistema financiero pueda reaccionar, responder a la demanda de dólares y normalizar las operaciones internacionales. No es un crédito similar al solicitado en la Asamblea Plurinacional, por lo que resulta clave que las bancadas del PDC, Libre y Unidad logren un acuerdo sobre este tema, lo necesitará cualquiera que resulte ganador.
Ahora bien, el mismo gobierno ha anunciado que la subvención al combustible está garantizado hasta el 8 de noviembre será la primera explosión: este gobierno dejará los centros de almacenamiento sin reservas de combustible, y esa será la primera crisis social a la vista que el próximo gobierno deberá enfrentar.. Luego, la reducción del gasto público, esto es reducción subvenciones y gastos gubernamentales para disminuir el déficit fiscal supondrá una segunda explosión social, al afectar el empleo de quienes dependen de una repartición estatal. Después vendrá el pago de la deuda externa cuando las finanzas no permitan cumplir, ya que incluso empeñaron el oro del BCB, configurándose así el tercer explosivo.
Al ingresar un nuevo gobierno, los acreedores exigirán el pago por los servicios otorgados, lo que generará una presión económica fuerte: la cuarta explosión. Los municipios, gobernaciones y universidades reaccionarán ante la abrupta reducción de sus presupuestos. No lo hicieron con el actual gobierno, porque saben que está de salida, pero esa quinta explosión está contenida solo por el momento. A medida que pasen los días, la inflación subirá y las demandas de ajustes en los ingresos crecerán, especialmente de pensionados y asalariados que saldrán a las calles. Los otros explosivos estarán asociados a la modificación del tipo de cambio, normas tributarias, aranceles, inversiones, ruptura de contratos con medios de comunicación, entre otros. Por lo que, a la par de las medidas de ajuste, se deberán aplicarse medidas de contención para amortiguar los efectos sociales de los ajustes económicos.
En definitiva, cualquiera que resulte ganador en el balotaje, tendrá un explosivo en sus manos y varios más a punto de detonar. Por ello, en esta coyuntura, los bolivianos necesitamos una cirugía de alta precisión en materia económica, y con especialistas que sepan desactivar explosivos, y un equipo también tenga capacidad de hacer contención social y manejo de factores externos. Es evidente que ambos candidatos tienen consigo habilidades que podrían aportar en un equipo mixto. Sin embargo, la decisión que se avecina el 19 de octubre es ¿quién será el cirujano?. La decisión la tiene el pueblo.