OpiniónPolítica

El candidato

Escucha la noticia

Con un buen candidato (que tenga el perfil y conecte con el ciudadano), una buena parte de la elección general estaría resuelta. Los estrategas políticos tienen clarísimo que no se puede fabricar candidatos, y los que aseguran lo contrario sencillamente mientes. No existe un modelo ideal para todos los países y todos los tiempos. Por cierto, ser un buen candidato no significa ser un buen gobernante y estadista. Hay líderes preparados que nunca garantizan una elección y excelentes candidatos que son pésimos mandatarios. Este hecho lleva a que en los círculos intelectuales exista una injusta tendencia a despreciar a los candidatos contemporáneos y a suponer que todo tiempo pasado fue mejor.

El buen candidato debe tener un equipo multidisciplinario que le proporcione los insumos necesarios, organiza racionalmente la campaña, respeta los espacios de cada miembro de su entorno, y lidera el trabajo. A ese pequeño grupo de personas, los norteamericanos llaman el “gabinete de cocina”, porque consta de pocos miembros que caben en un cuarto pequeño y tienen la suficiente confianza como para reunirse en la cocina de una casa. Este pequeño grupo suele estar conformado por el candidato, el jefe de campaña, algún pariente o amigo cercano, el encargado de las finanzas, alguna otra persona de confianza, y varios profesionales. El grupo realiza un trabajo altamente estimulante y muchas veces tenso, de dedicación exclusiva 24/7 (las veinticuatro horas y los siete días de la semana). Si al estrés usual de una campaña se suman problemas psicológicos mal procesados de algunos miembros del equipo, la tarea se vuelve desagradable y puede echar por la borda la candidatura.

Y como las campañas electorales se han complejizado tanto, los candidatos necesitan el asesoramiento de verdaderos estrategas políticos. El estratega y su equipo planifica todo y tiene un rol relevante en las campañas o contiendas modernas. Todo estratega serio trabaja con especialistas en investigaciones sociales, que realizan estudios cuantitativos, cualitativos, demográficos, electorales, económicos, para tener un diagnóstico del electorado que se pretende cautivar y conquistar. Una campaña sin investigaciones es como un barco sin brújula. Sólo a partir de la información, debidamente procesada y depurada, el estratega puede hacer su trabajo, elaborar un plan, lanzarlo y hacer seguimiento y luego confrontarlo con nuevos estudios.

Y cuando no existe un consultor político especializado en campañas electorales, un buen publicista puede ocupar su lugar. Todo depende de las circunstancias, de las personas, del presupuesto disponible, y sobre todo del candidato y sus niveles de confianza con los distintos miembros del equipo. El consultor introduce un elemento de racionalidad en la campaña, optimiza los recursos y busca hacerla más eficiente y efectiva. Estos expertos buscan el éxito, no porque sean geniales, ni porque intuyen nada, ni porque tienen creatividad, sino porque son personas con experiencia que estudian, analizan, planifican y ponen una dosis de pragmatismo y racionalidad a la campaña.

Lo más importante del estratega es que realmente haya trabajado muchas veces en distintos escenarios, y tenga la experiencia necesaria para afrontar mejor los problemas viejos y nuevos que aparecen en todo proceso electoral. La estrategia es un plan general que orienta todo lo que se hace y se deja de hacer, todo lo que se comunica o se deja de comunicar en los medios masivos. Este plan general integra todas las acciones dentro de un conjunto coherente, hace que los elementos se refuercen unos a otros, calcula las consecuencias de cada acción en el conjunto de los electores, en los targets específicos, en los votantes de los otros candidatos y en otros actores que influyen en el resultado final. Y si el diseño estratégico está bien hecho, el estilo del discurso, el mensaje, la ropa, la publicidad, el comportamiento del candidato y su entorno responderán a un diseño y ayudarán a ganar las elecciones.

La estrategia analiza el corto, mediano y largo plazo, calcula y mide las consecuencias de las acciones, tanto lo que ocurrirá el día como después de la elección. Y cuando se termina una campaña se repite un rito: si se triunfa fue por la genialidad del candidato; pero si se pierde estuvo mal asesorado por el estratega político.


Cuentanos si te gustó la nota

50% LikesVS
50% Dislikes

Publicaciones relacionadas

Abrir chat
¿Quieres unirte al grupo de Whatsapp?
Hola 👋
Te invitamos a unirte a nuestro grupo de Whatsapp