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Por Scott Lincicome1 y Alfredo Carrillo Obregón2
Por más de 15 años, el iPhone ha personificado la globalización del siglo 21. El teléfono inteligente estrella de Apple, así como también cientos de productos subsiguientes que compiten con este, ha ayudado a miles de millones de personas alrededor del mundo a comunicarse, realizar transacciones, entretener y consumir —superando barreras geográficas, culturales y logísticas que alguna vez fueron masivas. Mientras tanto, el mismo dispositivo, es una prueba del valor de las cadenas globales de suministro y de un mundo en gran medida libre de fricciones dentro del que operan, gracias a importantes avances recientes en tecnología (envíos, información, logística, etc.) y a la liberalización de la política comercial.
Nuestro reciente proyecto en línea, “El caso (actualizado) a favor del libre comercio” muestra cómo las versiones anteriores del iPhone —cada etiqueta “Hecho en China” (según tanto las estadísticas de importaciones de EE.UU. y la carcaza del teléfono)— fueron de hecho un producto global, con gran parte de los costos de producción como los ingreso final por las ventas yendo a empresas fuera de China. Un nuevo gráfico de Statista) basado en información de TechInsights y Gizmochina) confirma que estas tendencias continuaron en el caso del iPhone 13 Pro:
Como puede ver, mientras que ciertos aspectos de “Hecho en China” han cambiado a lo largo de los años, este sigue siendo un producto global y un ejemplo de la globalización. De hecho, estos nuevos datos sin duda no le hacen justicia a la cantidad de cooperación global contenida en un iPhone13. Por ejemplo: la lista de proveedores de Apple para el año fiscal 2020 (publicada en 2021) comprendía 30 países distintos. Los reportes previos sugieren que Apple consigue componentes de hasta 200 empresas, y estos datos omiten empresas y trabajadores responsables del ensamblaje; servicios relacionados con la producción como diseño, investigaciones y desarrollo, programas operativos, administración y marketing (mucho de lo cual sucede en EE.UU.); o servicios de post-producción como transporte, ventas al por menor y desarrollo de aplicaciones. Por supuesto, incluso las cifras más detalladas del iPhone omiten a las empresas respaldadas y el valor económico generado por los miles de millones en transacciones de comercio digital que suceden a través del teléfono mismo —música, juegos, comercio digital, etc.— gran parte de lo cual también cruza las fronteras nacionales con facilidad.
Desafortunadamente, muchos políticos y comentaristas menosprecian las políticas que permiten el flujo relativamente libre de productos y servicios a través de las fronteras personificado en el iPhone y la “economía del iPhone”. Al hacerlo, muchas veces se obsesionan en torno a la etiqueta “Hecho en China”, mientras que ignoran toda la actividad económica invisible y siempre cambiante que se encuentra detrás de ella. Incluso ignoran que, según Bloomberg, y otros, la etiqueta de larga data del iPhone que dice “Hecho en China” podría ahora estar cambiando —con parte del ensamblaje del recientemente lanzado iPhone14 (y otros procesos de Apple) ahora desplazados a la India.
Para aquellos que siguen el comercio y las cadenas globales de suministro, poco de esto es sorprendente. Como explicamos en “El caso (actualizado) a favor del libre comercio”, el enfoque estático y de suma cero de los críticos de la globalización sobre la política comercial ha sido obsoleto desde hace décadas (sino más tiempo). El iPhone simplemente continúa siendo uno de las mejores explicaciones acerca de esto.
Quizás alguien podría enviarles a los críticos el enlace a nuestro proyecto—vía iMessage, por supuesto.
1Es un Académico Titular del Instituto Cato.
*Este artículo fue publicado en elcato.org el 19 de septiembre de 2022
