OpiniónInternacional

El conflicto con el islam

Mientras en Occidente muchas universidades e instituciones tienen grupos de apoyo a Palestina y Hamas en el actual conflicto, en ningún país islámico sería imaginable que alguien defienda a Israel y condene a Hamas o que se declare neutral en el conflicto, como lo ha hecho la Iglesia Católica.

Jaime Duran Barba

Consultor de imagen y asesor político.

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La cultura occidental, cuyas raíces están en la tradición cristiana y en la filosofía griega, evolucionó hacia una modernidad que superó mitos, es democrática y pluralista.

Los enfrentamientos internacionales actuales no tienen que ver con la lucha entre la izquierda y la derecha, el comunismo y la democracia que desaparecieron con el fin del socialismo real. Vivimos enfrentamientos entre culturas, que en estos días, giran en torno al choque entre Occidente y el islam, del que hablamos en el anterior artículo, suscitando una amplia discusión.

No tengo interés en atacar a una religión o defender a otra. Solo trato de explicar cómo ven el mundo los islámicos, comparando su visión con la cristiana, para comprender lo que está ocurriendo.

Empecemos por la base. El cristianismo se basa en versiones sobre la vida de Jesús, contenidas en cuatro Evangelios oficiales y una veintena de apócrifos, contradictorios y muy posteriores a su muerte.

Para los musulmanes el Corán es uno, eterno e increado, reproduce pasajes del ejemplar original, está en el cielo. Desde que cumplió 40 años, Mahoma experimentaba trances en los que recitaba textos leídos por Dios en ese libro y pronunciados a través de su voz en forma de versos llamados aleyas, que fueron memorizadas por sus discípulos. A su muerte, Abu Bahkar, el Califa nombrado por él, ordenó que sean escritas y se recopilen en el Corán, un libro conformado por 114 azoras, capítulos que las ordenan desde la más larga hasta la más corta. Al ser dictado por Dios, el Corán no admite ninguna discusión, es inmutable.

La segunda gran diferencia entre las dos religiones está en que Jesús predicó principios éticos, para preparar a sus seguidores para un fin del mundo que creía inminente. No tuvo cortes, ejércitos, se vistió como cualquier judío de la época, caminaba con hombres, mujeres y niños comunes que lo seguían.

Mahoma empezó a predicar en La Meca. Cuando sus adversarios lo atacaron huyó a Medina en el año 622 de la era cristiana, fecha de la Hégira. Controló Medina, y conquisto en los años siguientes La Meca, y la península arábiga. Convertido en un rey guerrero, siguió recitando aleyas que son un tercio del Corán. Estas están plagadas de ideas políticas, administrativas y regulaciones de la vida personal de los súbditos, incluidos detalles minúsculos como la dirección en la que el creyente debe dirigir su miembro cuando orina.

Del Corán y otros textos religiosos se derivó la sharia, la ley que que establece cómo deben actuar los ciudadanos y los estados. Cuando los islámicos toman un territorio, ponen en vigencia la sharia. Esto también está ocurriendo en los barrios periféricos de ciudades de Suecia, Holanda, Dinamarca, países que acogieron a los inmigrantes musulmanes proporcionándoles viviendas y garantías sociales. Estos no tratan de adaptarse al país que los acogió, sino que tratan de imponer a la población la sharia, dictada por Dios, distinta de la tradición cultural de Occidente.

Pongamos un ejemplo. En octubre del 2008 una niña somalí de 13 años fue enterrada hasta el cuello y lapidada, condenada por adúltera según la sharia. En realidad fue violada por tres sujetos que nunca fueron arrestados, pero al ser víctima de este abuso, pecó porque tuvo relaciones sexuales con hombres con los que no estaba casada. Miles de intelectuales y activistas de los derechos humanos occidentales recogimos, sin éxito, firmas para que los jueces anulen la sentencia. En esta misma columna traté de recoger firmas para evitar casos semejantes.

Doscientos millones de mujeres en el mundo han sido víctimas de la ablación alentada por el islam. La idea de que Dios no quiere que sientan placer sexual, lleva a la extirpación del clítoris. Al asentarse en Europa, en donde esta operación está prohibida, muchos refugiados gastan la ayuda que reciben de los europeos para afrontar su situación, pagando operaciones ilegales e incluso mandando a sus niñas a sus países de origen para cumplir con el precepto. Existen organizaciones civiles, en Italia y otros países, que tratan de convencer a los inmigrantes de que esto no está bien. Pero esa es una intromisión en la cultura islámica, condenada por quienes favorecen la conversión de los países europeos en estados multinacionales. Idea que ha entrado en crisis en Holanda y los países nórdicos.

Para el islam no tienen importancia las identidades nacionales ni étnicas. Desde que incorporaron incluso a culturas tan antiguas como la egipcia, todas se fundieron en un conjunto homogéneo, identificado con la cultura árabe. Para todos, solamente lo ocurrido desde la Hégira pertenece a la historia verdadera. Lo ocurrido antes o en otras tradiciones, carece de importancia.

El mundo se divide geográficamente en dos zonas, la Casa del islam (dar al islam) en donde viven los creyentes y rige la sharia, y la Casa de la Guerra (dar al Harb) habitada y gobernada por infieles. Creen que la Casa del islam se extenderá indefinidamente y conquistará todo el mundo, gracias a la Guerra Santa (Yidda) librada por los justos en contra de los infieles.

La historia es lineal, culmina inevitablemente con la salvación, no admite retrocesos. No se puede ceder ni un centímetro de la Casa del islam a los infieles. Todo territorio que ha sido islámico no puede volver al demonio. Por eso no es posible admitir que exista el Estado de Israel, construido en Palestina, territorio que fue parte de la Casa del islam. Un líder islámico que ni siquiera era árabe, el Ayatollah Jomenei de Irán, declaró al último viernes del mes de Ramadán, el día se Al-Qud  (Jerusalem) en el que todos los islámicos del mundo deben movilizarse para apoyar la instauración del Estado palestino y la destrucción de Israel. Esto es un mandato divino irrenunciable para todos los islámicos del mundo, no solo para los árabes.

También hablan de la reconquista de España, a la que llaman El Andaluz, como de algo fácil y natural. Dios lo quiere porque fue territorio islámico durante siglos.

Para el islam los seres humanos se dividen en creyentes e infieles. Cuando Osama bin Laden dijo que el presidente norteamericano era el Faraón y Rey de los Francos, no estaba usando un recurso literario, sino describiendo la política desde su óptica. El Faraón de Egipto, los reyes “francos”, todos los europeos y Estados Unidos son una misma cosa: la Casa de la Guerra gobernada por Satanás y sus aliados, que serán derrotados antes del Juicio Final.

Lo que los occidentales ven como una alianza internacional de árabes sauditas, marroquíes, filipinos, afganos, iraníes, paquistaníes, carece de sentido desde su punto de vista. Todos son creyentes, sin importar el  lugar o la cultura en los que nacieron.

La historia de la salvación es un camino sin retorno. Se debe convertir a los infieles al islam, pero no está permitido que un islámico abandone su fe. Si lo hace debe morir. No se puede retroceder en el plan de Dios y los creyentes de otras religiones, que están en países islámicos, tienen completamente prohibido predicar sus creencias entre quienes ya han llegado a la verdad.

En Alepo, Siria, el 28 de agosto del 2015, miembros del Estado Islámico (EI) cortaron los dedos de un niño cristiano, de 12 años de edad, delante de su padre. Después ambos fueron crucificados por negarse a convertirse al islam. Los terroristas también decapitaron a otras ocho personas, entre ellas dos mujeres que fueron violadas, ante una multitud que se reunió para observar lo que ocurría.

Según las leyes de blasfemia en Pakistán, cualquier declarado culpable de insultar al islam o a figuras religiosas islámicas puede ser condenado a muerte. Incluso, el hecho de que en un país occidental se publique una caricatura del Profeta, puede provocar manifestaciones masivas y provocar violencia, linchamientos y asesinatos.

Mientras en Occidente muchas universidades e instituciones tienen grupos de apoyo a Palestina y Hamas en el actual conflicto, en ningún  país islámico sería imaginable que alguien defienda a Israel y condene a Hamas o que se declare neutral en el conflicto, como lo ha hecho la Iglesia Católica.

Irán financia y organiza la ofensiva islámica, está dirigido por religiosos, un consejo de “expertos” en sagradas escrituras y un Imán, actualmente el Ayatollah Jamenei, que se mantiene en comunicación con Muhammad Ibn al-Hasan Ibn Alí, el Mahdi Oculto, un descendiente de Mahoma nacido en 868, duodécimo Imán chiita, que habita en las montañas, preparando el fin del mundo ayudado por Jesús de Nazareth.

En 2012 la Guardia de la Revolución Islámica, que es la matriz de Hezbollah, difundió el folleto “Los últimos seis meses”, anunciando que se estaban cumpliendo las profecías hechas en el año 1000 por Al-Shaykh Al-Mufid, uno de los escatólogos chiitas más venerados. Según ese texto, “el Mahdi Oculto volverá en un tiempo en el que los líderes de los cristianos serán la gente más despreciable, el adulterio se generalizará, los hombres se vestirán como mujeres y buscarán a otros hombres, las mujeres buscarán a otras mujeres, los pervertidos provocarán rebeliones en el norte de África, convivirán dos Papas católicos, los cristianos invadirán Irak y Afganistán, atacarán Siria y Yemen”. Profecías que llaman la atención cuando se observa el mapa de la guerra de Israel con Gaza y las intervenciones militares occidentales en Yemen.

Jamenei dijo el 12 de julio de 2012: “Puedo asegurarles con total convicción que la llegada del Mahdi Oculto es inminente… el deber de todos los iraníes es prepararse para su llegada, para la guerra y el fin del mundo. El falso régimen sionista desaparecerá, la luz de la esperanza brillará en Palestina y esta tierra islámica regresará a su pueblo… guiados por Alá, y con su apoyo invisible, los musulmanes conseguirán que la civilización islámica venza en el mundo, tal es nuestro destino”.

Son creencias de quienes enfrentan a Occidente desde fuera y desde dentro. Llaman la atención, pero no son mucho más racionales que muchas creencias de otras religiones.

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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Jaime Duran Barba

Consultor de imagen y asesor político.

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