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El debate sobre la cuestión nacional

Oscar Ortiz Antelo

Ha sido senador y ministro de estado.

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Henry Oporto, sociólogo y estudioso de la realidad nacional, ha presentado un interesante ensayo en el que propone repensar la cuestión nacional, planteando como tesis principal que “Bolivia está hoy muy fracturada y polarizada, no solo en lo político sino también en lo social e incluso en lo territorial. El estado central se opone a la región más vigorosa del país, como es Santa Cruz. Esta fractura en el seno de la nación boliviana, tiene como expresión la polarización, dando como resultado una crisis de gobernabilidad”.

Indudablemente, este debiera ser un debate central de la realidad nacional, especialmente, cuando nos encontramos a dos años del bicentenario de la fundación de la Republica de Bolivia. Lamentablemente, la Asamblea Constituyente fracasó como intento de construir un gran pacto de integración nacional reconociendo nuestra diversidad de pueblos y culturas, además de la identidad y el sentido de pertenencia tan arraigado de la población a los departamentos de los cuales proviene y en los cuales vive. El resultado es un texto constituyente que, aunque aprobado por un referéndum, no incluye en su concepción al conjunto de los bolivianos, pues deja a la mayoría urbana como una especie de “otros”, o de “ninguno” cuando un ciudadano no se identifica con las naciones indígenas cuyas lenguas se mencionan en el texto fundamental.

La verdad es que incluso en la discusión del texto constitucional que fue sometido finalmente a referéndum hubo mucha reticencia para incluir el concepto de nación boliviana pues se quería imponer a como dé lugar el de la plurinacionalidad, llegando a aprobarse una definición de la nación boliviana que si bien habla de todos, en los hechos crea dos categorías de bolivianos, los que se identifican con una nación originaria o indígena, y aquellos que al no autoidentificarse con ninguna de estas categoría terminan quedando como “otros”, tal cual sucede en la respuesta a la pregunta correspondiente del Censo de Población y Vivienda.

De esta forma, el concepto plurinacional establecido en la Constitución del 2009 ha constituido un nuevo intento infructuoso en la búsqueda de construir un proyecto que incluya e integre al conjunto de los bolivianos, porque simplemente no responde a la realidad social del país.

Esto no significa desconocer que la inclusión de los pueblos indígenas y el pleno respeto a sus derechos es una cuestión pendiente que no se termina de resolverse, y que el llamado Estado Plurinacional no ha superado este problema y por el contrario ha incurrido en nuevos atropellos.

Lo cierto es que el concepto plurinacional excluye a una gran parte de la población que vive en el área urbana y que aunque se siente orgullosa de su cultura y origen, en realidad forma parte de un mestizaje en continua evolución  que está forjando una nueva bolivianidad, especialmente en el departamento de Santa Cruz, donde van diluyéndose las diferencias de origen étnico, cultural o regional, y surgiendo una integración familiar y cultural, alrededor de los anhelos comunes de desarrollo y prosperidad.

Henry Oporto menciona en una de sus tesis que el permanente choque del gobierno central con Santa Cruz, el departamento más poblado, extenso y desarrollado de Bolivia, constituye uno de los obstáculos más serios para la consecución de un proyecto nacional. Destaca uno de los mayores desafíos para las próximas décadas es lograr un proceso de construcción institucional y de desarrollo que le permita a Santa Cruz continuar creciendo y generando oportunidades para millones de bolivianos, y al mismo tiempo promover que los otros departamentos también progresen en función de sus propias realidades y potencialidades.

Lo plurinacional procuró desconocer el regionalismo tan arraigado en el pueblo boliviano, que en su gran mayoría se identifica con su pueblo, su municipio, su provincia y su departamento. Esto debió resolverse con el proceso de las autonomías, pero al obstaculizarse las mismas por las leyes y decretos posteriores a la Constitución, el proceso de división y polarización se ha acentuado.

El debate está planteado y es imprescindible profundizarlo para forjar una Bolivia en la que todos quepamos y en la cual todos aportemos al desarrollo nacional desde el progreso de cada departamento, en un marco de convivencia democrática que permita basar la unidad de la nación boliviana en el reconocimiento y respeto de nuestra diversidad.

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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Oscar Ortiz Antelo

Ha sido senador y ministro de estado.

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