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El Día de la Marmota es una película de comedia estadounidense dirigida por Harold Ramis y estrenada en 1993. La trama gira en torno a un hombre llamado Phil Connors, interpretado por Bill Murray, quien es un meteorólogo gruñón y egocéntrico. Phil es enviado a cubrir el Día de la Marmota en Punxsutawney, Pensilvania, junto con su productora Rita, interpretada por Andie MacDowell, y un camarógrafo.
Sin embargo, por alguna razón inexplicable Phil se encuentra atrapado en un bucle temporal, donde cada día se repite una y otra vez, siempre siendo el Día de la Marmota. Phil se despierta todos los días de dios, en el mismo día. Hace exactamente lo mismo, repite lo mismo, habla lo mismo, se convence de lo mismo y por supuesto, supone que su día es espectacular para él y el resto del mundo.
El Presidente Arce vive en el Día de la Marmota. Así lo demuestra su discurso del 22 de enero del año en curso. Vive en un bucle y una burbuja circular llena de enemigos inventados, certezas ideológicas de manual y está cercado de murallas estadísticas construidas por el régimen. Repite una y otra vez eternos mantras/mentiras. Reitera, en transe hipnótico, la propaganda cansina del paraíso económico en Bolivia. La inflación más baja del planeta. El crecimiento económico más increíble de la región. La menor tasa de desocupación de la tierra. El Presidente y un coro de sacerdotes, predicadores, misioneros de verbo fácil y monaguillos, todos los días despiertan en el mismo día y peregrinan en los medios de comunicación y redes sociales con la misma cháchara: El modelo económico productivo, social, comunitario es lo mejor que le ha pasado al país. ¡Agradezcan, impuros librepensantes y opositores!. Este día de alabanzas y glorias y de autocontemplación se repite una y otra vez. Aquí tal vez deberíamos llamar el día del wayronco.
Me he puesto a pensar cuál sería el día en el cual está atrapado el Presidente Arce y los Chuquiago boys en términos de su pensamiento económico. Es difícil hacer esta precisión, pero el año creo que es 1968. El mes, ciertamente, debe ser octubre, mes de la revolución bolchevique. El contexto internacional que se vive es la guerra fría entre Estados Unidos y la gloriosa Unión Soviética. Es el auge del enfrentamiento, por supuesto, el imperialismo yanqui busca someter todas las naciones del planeta, incluyendo Bolivia. En el Día de la Marmota nacional, prevalece una lectura bipolar de la realidad internacional. Los actores locales están divididos entre una venturosa izquierda y la derecha tradicional o nueva.
En el día de wayronco, y en el ámbito económico, el capitalismo somete a los países periféricos, como Bolivia, a un intercambio desigual en el comercio. Los ricos pagan muy poco por nuestras materias primas y nos vende cosas industrializadas más caras. Por lo que, en el Día de la Marmota boliviano, al Presidente Arce se le ocurre una propuesta novedosa: la industrialización por sustitución de importaciones. Es 1968 y Raúl Prebish acaba de escribir un libro sobre el tema. Nuestro agudo lider decide implementar el programa. Como en este horizonte histórico sólo hay un día, justo en esta jornada, con el puño izquierdo en alto, también se declara el fin de la historia. El modelo económico boliviano con substitución de importaciones es el plus ultra de la democracia y el desarrollo. No hay nada más después de este paradigma. Repiten una y otra vez. Si otra agrupación llega al poder, sólo puede hacer el camino de vuelta. Es decir, volver al liberalismo y sus diferentes versiones. En el Día de la Marmota no hay futuro. Sólo presente revolucionario.
En este día, que tiene 24 horas eternas, abundan los dólares, el diésel circula por canaletas que están a lado de nuestros ríos, el gas está en el aire es cuestión de atraparlo con una bolsa, todos tienen empleos maravillosos con seguro médico y jubilación digna, el oro y otros minerales se extrae con plumas sin dañar el medio ambiente. No hay déficit público tampoco deuda de externa, el sistema judicial está administrado por querubines revolucionarios que reparten ostias y justicia. Nadie se roba nada y la educación y la salud son un ejemplo universal. Es un país, una economía y un día maravilloso. ¡Aleluya! Nada como vivir un día tras otro día, siendo que este es el mismo día.
La crisis es una invención de los que viven en un año que tiene 365 días, que se recusan a vivir en el Día de la Marmota. La inflación baja reprimida en base a subsidios; el crecimiento bonsái sin sostenibilidad; la ocupación precaria basada en una enorme economía informal; la escasez de dólares y diésel; el estrangulamiento del sector gas; la deuda pública de 80% del producto interno bruto; la depredación del medio ambiente; el sistema judicial en pedazos; la pus de la corrupción por todo lado; el apagón educativo y el desastre de la salud, no pasan de invenciones de aquellos que se resiste vivir en un solo día. ¿Tengo alguna esperanza de que el Presidente abandone el día de ña marmota? No. Pero, sí nosotros.