El futuro está entre nosotros
Más allá de que algunos quisieran volver al pasado, los datos concretos dicen que toda mejora, nace un mundo mejor del que vivimos. Nuestros descendientes multiplicarán su libertad y su felicidad. A principios de los ochenta, el 40% de los seres humanos vivía en extrema pobreza, ahora está así el 10% y para 2030 no será ni el 3%. Desde el origen de la especie hasta hace sesenta años, la mayor parte de los seres humanos padecieron esa pobreza extrema que está desapareciendo. Hasta la década de 1960 la mayoría era analfabeta, actualmente el 85% de los adultos saben leer y escribir. Estamos acostumbrados a hablar gratuitamente, durante horas, con personas situadas en cualquier lugar del mundo. Hasta hace treinta años, solo podíamos conversar con los vecinos. Nada cambia tanto a la gente como la revolución que se produce cuando se incrementan sus posibilidades de aprender y comunicarse.
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El Producto Interno Bruto no expresa nuestro bienestar como lo hacía cuando no existía el mudo virtual. Cobra actualidad lo dicho por Robert Kennedy “el PIB no incluye la belleza de nuestra poesía, la inteligencia de nuestro debate público. No mide nuestro ingenio, ni nuestro coraje, ni nuestra sabiduría, ni nuestra compasión, ni nuestra devoción. En suma, mide todo, excepto lo que hace que la vida valga la pena”.
Las cifras económicas no registran el efecto sobre nuestras vidas de bienes digitales y otros intangibles no monetizados, que son el principal motor de la transformación de la especie. No pueden comparar el cambio de mi vida, desde que escribí mi tesis de grado sobre la poesía de Omar Khayyam en una máquina de escribir, usando papel carbón para hacer una copia, hasta ahora que escribo este artículo en una computadora, consultando permanentemente datos en la red.
Música y libros. En cuanto a la música, la venta de discos casi desapareció en estos años, pero actualmente se venden más ejemplares de canciones que nunca, a un precio reducido. Más allá de las ventas, una gran cantidad de música se difunde a través de sitios de descarga gratuita o de la piratería. La música cambia el cerebro de la gente, vuelve distinta la vida, inunda la realidad física y virtual con una calidad antes inimaginable. Cualquier colegial posee más música de la que tenía un coleccionista sofisticado hace veinte años, pero nada de esto aparece en el Producto Interno Bruto.
Hay muchos indicadores importantes de progreso que la economía no registra
Los que amamos los libros, gastábamos mucho tiempo y dinero para conseguirlos. En el pasado esos fueron mis mayores gastos: conseguir los libros y la música que me interesaban. Cuando fui estudiante gozaba viajando a México o a Buenos Aires, para visitar las librerías más grandes del continente de ese entonces, la Ghandi y El Ateneo. Recorría después las librerías de viejo de la calle Donceles en México y de la Avenida Corrientes en Buenos Aires, buscando ediciones raras de mis textos preferidos.
Hoy compro las últimas publicaciones de las que hablan el New York Times, el Washington Post o la revista New Yorker publicaciones que consulto todas las semanas. Puedo bajar de forma gratuita millones de libros electrónicos y los últimos papeles de académicos de las universidades más importantes que no se han publicado todavía. Sigo buscando mis libros viejos y Mercado Libre me los entrega a domicilio.
Leo diarios de todos los países que me interesan. Si no están en castellano, portugués o inglés, puedo traducirlos desde cualquier otra lengua en pocos minutos. Tenemos más libros que nunca, pero eso no aparece en las cuentas. La tendencia de la economía en muchas áreas va hacia la entrega de bienes virtuales de manera gratuita.
Mujeres y militares. Hay otros indicadores importantes del progreso, que la economía no registra. Hasta hace poco año la discriminación de las mujeres occidentales era total y hasta 1960 los afroamericanos no podían subir al mismo bus de los caucásicos en Alabama. Actualmente las mujeres participan activamente de la sociedad en todos los aspectos y hace poco Estados Unidos tuvo un brillante presidente afroamericano.
En nuestra cultura pocos se meten con la vida sexual de los demás, discriminan a los divorciados o persiguen a otros por sus preferencias sexuales. La mayoría respeta a las mujeres, a los niños, a los ancianos, a los discapacitados y a los transeúntes, cuando hacen cola o cuando usan pasos peatonales. Existen todavía discriminaciones larvadas, pero las concepciones reaccionarias de la vida que eran generalizadas hasta hace poco tienden a desaparecer.
En general la gente cree en el respeto a los derechos humanos, hay tribunales internacionales que castigan a los transgresores. El abuso del poder para ejercitar venganzas personales o perseguir a los opositores se producen, dentro de Occidente, en los países y zonas más atrasados de América Latina.
Desde el fin de la Guerra Fría acabaron las dictaduras militares. En estos días las Fuerzas Armadas han detenido las chifladuras de autoritarios como Jair Bolsonaro en Brasil o Pedro Castillo en Perú. En general los mandos militares han evolucionado y respetan la democracia, y saben además que si repitieran las atrocidades del siglo pasado, terminarían pagando sus delitos en cortes internacionales.
Todavía hay líderes tribales que no cumplen con las resoluciones de la Justicia e imponen sus caprichos sin respetar la división de poderes, pero tienden a desaparecer. Generalmente terminan condenados por sus delirios en tribunales nacionales o internacionales.
La esperanza de vida se incrementó en el siglo XX. En 1900 en el mundo estaba alrededor de los 30 años, hoy se acerca a los 70 y pronto superará los cien. En 1900 había una brecha entre la expectativa de vida de los países desarrollados que estaba alrededor de los 50 años, y los más pobres en donde estaba alrededor de 26 años. Actualmente en los más ricos está en 83 años y en los subdesarrollados en 76. Es evidente que los permanentes progresos en la nanotecnología y la medicina provocarán un ascenso perpendicular.
Se espera que en el 2050 los progresos en las ciencias médicas permitirán que las expectativas de vida se extiendan a más de doscientos años, mejorando además la calidad de vida de los adultos mayores. Los procesos de envejecimiento se ralentizarán, después se detendrán y finalmente se revertirán, gracias a los avances de la nanomedicina, que está creando máquinas microscópicas que viajarán por nuestro cuerpo reparando los daños a nivel celular.
Ray Kurzweill dijo en La singularidad, la era de las máquinas inteligentes, que más allá de la ley de Moore, el desarrollo de la computación crecería de modo exponencial, impactando en la velocidad de los avances de la ciencia y la tecnología.
Es poco probable que venga un enfrentamiento de máquinas y seres humanos
En el mundo de los ordenadores, particularmente con el desarrollo de computadoras cuánticas, estamos cerca de contar con máquinas enormemente más potentes, numerosas y baratas que las actuales.
Cada día, más máquinas pasan el test de Turing, demostrando tener una capacidad igual a la del ser humano en cuanto a inteligencia, consciencia de sí mismo y riqueza emocional. Pueden realizar la mayor parte de las tareas intelectuales propias del ser humano, son emocionales y autoconscientes.
Máquinas. Andrés Oppenheimer escribió hace poco acerca del nuevo chatbot de inteligencia artificial ChatGPT que está en el mercado. Informó que este “nuevo asistente virtual escribe correos electrónicos, trabajos académicos, ensayos escolares, planes de negocios, estrategias de marketing, noticias, tramas de películas y responde las preguntas de los clientes en el estilo que le pidamos. “Así como el buscador de Google responde a una pregunta ofreciendo una lista de noticias o ensayos que debemos leer para obtener respuestas, este asistente robótico lee todos esos artículos, los digiere y escribe la respuesta en el estilo que queramos”. Puede parecer escrito por un profesor universitario o leerse como si hubiese sido creado por un niño de 7 años, según lo pidamos.
Es poco probable que venga un enfrentamiento de las máquinas con los seres humanos. En la práctica se complementarán, como ya está sucediendo: los implantes cibernéticos nos mejoran, nos proporcionan nuevas habilidades físicas y cognitivas y nos permiten una mejor interacción con las máquinas.
Está naciendo una nueva especie de ciborgs. La evolución continúa y la singularidad es un paso más de esa saga, está entre nosotros y pronto inundará todas las realidades por la velocidad de la transformación tecnológica.
Para estudiar la velocidad del cambio, los expertos crearon una unidad conformada por la suma de los avances de los seres humano desde el origen de la especie hasta el siglo I de Occidente. Se duplicó en 15 siglos de forma que en el 1500 tuvimos dos unidades. Las duplicaciones subsiguientes llegaron en 1750, en que llegamos a cuatro unidades, 1900 tuvimos ocho, en 1950 llegamos a 16. La aceleración del crecimiento de los conocimientos es geométrica, no aritmética. En enero del 2015 llegamos a tener 256 unidades, que se duplicaron en seis meses.
La cantidad de información existente en 2016 fue de cinco zetabytes, o sea de un cinco acompañado de 23 ceros. Para traducirlo en libros, se habría necesitado imprimir suficientes textos para hacer 4.500 pilas que lleguen desde la Tierra hasta el Sol. Entre el 2014 y el 2016 esa información se duplicó y llegó a diez zeta-bytes. Al terminar ese año, para graficar el incremento de los conocimientos, se habrían necesitado 9 mil pilas de libros entre la Tierra y el Sol. En dos años duplicamos toda la que existía desde el origen de especie, en un año la volveremos a duplicarla y tendremos veinte zetabytes a nuestra disposición.
No nos ahogaremos con tanta información porque la capacidad de las máquinas para procesarla se incrementa a mayor velocidad. Como dice Harari en Homo Deus, acabamos el siglo XX con más poderes que los dioses griegos y terminaremos el siglo XXI con los poderes de los dioses monoteístas.
Este cambio vertiginoso ocurre en las máquinas que están en nuestro bolsillo, en nuestras casas, la inteligencia artificial e internet de las cosas hará desaparecer la mayor parte de las ocupaciones actuales. Mientras tanto la mayoría de los políticos tradicionales alquilan, en sus campañas, locales para fumar y jugar a los naipes. Costumbres antiguas que se extinguieron en otra época de la historia, como hace cinco o diez años.