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Existe una definición de Estado ampliamente extendida y consensuada en la academia global que indica que es la entidad que ejerce dentro de un territorio el monopolio de la violencia legítima. Dicha definición fue hecha hace poco más de un siglo por el alemán Max Weber y se mantiene hasta el día de hoy como una de las definiciones que la comunidad académica acepta como casi universales.
¿Quién ejerce la violencia legítima dentro de un Estado? El ejemplo más claro son las fuerzas de seguridad que tienen como tarea el cuidado de la ciudadanía y el cumplimiento de las normas de convivencia. En el caso de nuestro país, la Policía Boliviana es la institución que representa al Estado en el ejercicio de este monopolio. ¿Por qué monopolio? Por la sencilla razón de que la violencia no puede ser ejercida según las leyes del mercado; eso nos llevaría a quien sea mas violento podrá ejercer más violencia y la espiral no tendría fin. La ciudadanía entrega el monopolio a una entidad para que se encargue de proteger y servir.
Pero, ¿y eso de la violencia legítima? ¿Qué significa? Aquí es donde la definición alcanza su nivel mas interesante, porque no dice la violencia legal, que es simplemente el actuar de acuerdo a las leyes, sino legítima. Implica una profundidad mayor, dado que la legitimidad es dada por un acuerdo no escrito, pero que es masivo. Nadie puede negar lo legítimo. La democracia como forma de gobierno, no solamente como forma de elegir a los gobernantes, es el principal vehículo de la legitimidad.
Por tanto, ¿está la Policía Boliviana ejerciendo la violencia de manera legítima en las represiones que realiza en la ciudad de Santa Cruz? Claramente la respuesta a esta pregunta es no, porque está defendiendo a un régimen partidario que se ha encargado de destruir el Estado de derecho y reprimió protestas pacíficas de maneras desproporcionadas.
El fondo de esta cuestión viene por los discursos que hablan que desde Santa Cruz se está gestando el separatismo, grupos irregulares y una sarta de fantasías que el poder de las redes sociales y la tecnología móvil permiten rápidamente identificar a los avivadores de la conflictividad. Estos discursos buscan claramente torcer una verdad desde el punto de vista del análisis jurídico y político cuando desde esta perspectiva tampoco deberían caber dudas: la integridad del Estado boliviano está siendo diluida por el accionar del partido de gobierno y, en las últimas semanas, por el accionar de una Policía Boliviana servil a los intereses de dicho partido.
Sin embargo (y sin lugar a dudas) debe quedar claro que detrás de las movilizaciones en Santa Cruz existe una ciudadanía cada vez mas consciente, aunque con la desventaja de que sus liderazgo aun están madurando en lo que a estrategia se refiere, que poco a poco está comprendiendo su rol en la historia. La ciudadanía cruceña comprende cada vez más que desde estas tierras se construirá el futuro de Bolivia, que esa construcción no es inmediata, aunque esto ultimo nos frustra entenderlo porque necesitamos soluciones pronto, y que los ojos de un país y de la región están puestos sobre nosotros.
Y también sobre ellos, aquellos que están utilizando el aparato represor del Estado de manera ilegitima produciendo la zozobra de la legitimidad del mismo. Ese será su legado histórico; el de haber sido el último gobierno que utilizó las herramientas del Estado en la búsqueda del favor de su propia consigna. Al menos ese es mi deseo.