El mundo paralelo del Presidente
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El lunes su administración fue derrotada en las calles de La Paz por los cocaleros yungueños, muchos de los cuales seguramente votaron por él en 2020. Este miércoles sufrió otra derrota, política esta vez, frente a Luis Fernando Camacho y Santa Cruz.
En medio, su gobierno suspendió temporalmente el tratamiento del proyecto de Ley contra la Legitimación de Ganancias Ilícitas y abrió un resquicio a los indígenas que buscan que atienda la Agenda Nacional de 16 puntos.
Son hechos que merecen la opinión, la postura, la voz del Primer Mandatario de la nación, pero como ya es costumbre, decidió desentenderse de la coyuntura política y se enfocó en otros temas, no menos importantes, pero que muestran que el presidente Luis Arce administra el país en una suerte de mundo paralelo, en una dimensión donde no hay problemas ni malas noticias.
Mientras el país entero hablaba de la suspensión de la declaración fiscal del Gobernador cruceño luego de que éste anunciara su viaje a La Paz para enfrentar a los fiscales sometidos al poder político, hecho que se produjo a primera hora de la mañana, Arce optó por mirar al costado.
Utilizó su cuenta de Twitter para felicitar el cumpleaños del presidente ruso Vladimir Putin y comunicar la llegada de nuevas segundas dosis contra el Covid-19. Se fue a Cochabamba para inaugurar la Feria del Libro y este jueves participó en el décimo cuarto Encuentro de Economistas de Bolivia para hablar de sus medidas económicas.
Algo parecido sucedió el lunes, tras la derrota de su gobierno a manos de miles de cocaleros, el mandatario posesionaba al nuevo Alto Mando Militar en la Casa Grande, el tercero en sus primeros once meses de gobierno, saludaba el Día de la Cueca mediante su cuenta de Twitter y destacaba el crecimiento de las regalías mineras en un 112% respecto al año pasado.
Su falta de posición sobre los grandes temas del país da vía libre a varias conjeturas, una de las cuales apunta a que el radio de acción del gobernante en su propia administración es limitada y que el área política responde a otros mandos. Y otra que señala que la estrategia es que Arce sea, ante todo, el mensajero de las buenas nuevas.
Si la idea fuerza es que el mejor camino para blindar la gestión de Luis Arce es manteniéndole al margen de los conflictos sociales y políticos, las últimas encuestas de percepción ciudadana derrotan esa hipótesis porque el principal tributario de la conflictividad en el país es precisamente el Presidente del Estado.
La ecuación es sencilla. A más insistencia del masismo y del gobierno en el relato inventado del “golpe de Estado” y en la persecución política a través de la justicia, mayor es la desconfianza de la gente en el mandatario y en su gestión. Los estrategas del oficialismo lo saben pero también están conscientes de que el mando político del actual gobierno está en otras manos.
Arce, que está a punto de cumplir un año en el poder, tiene todavía la posibilidad de construir su propio perfil como principal gobernante del país, pero se siente cómodo en la dimensión paralela, aquella que se extenderá hasta el 2025, cuando se convierta en el Presidente del Bicentenario, título que, como van las cosas, su jefe político no tendrá jamás.