OpiniónInternacional

El nuevo resurgimiento de la energía nuclear

Zion Lights dice que la ideología está finalmente dando paso a objetivos energéticos realistas.

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Por Zion Lights

Resumen: Tras décadas de retrasos y oposición ideológica, la energía nuclear está experimentando un renacimiento a nivel mundial. Países como el Reino Unido, Alemania y Bélgicaestán revirtiendo sus políticas antinucleares, reconociendo el papel esencial de esta tecnologíapara lograr una energía fiable y con bajas emisiones de carbono. A medida que las limitaciones de la energía eólica y solar se hacen más evidentes, se está formando un nuevo consenso: la energía nuclear es un pilar fundamental de cualquier estrategia climática y energética seria.

Recientemente, el Reino Unido ha anunciado una importante inversión en energía nuclear, la mayor en una generación. El apoyo a la energía nuclear en Gran Bretaña ha ido creciendo de forma constante durante años, con el respaldo de los dos principales partidos políticos. Sin embargo, durante décadas ha habido pocos compromisos concretos para el desarrollo de nuevas centrales nucleares. Esto ha cambiado con el anuncio por parte del Gobierno de un paquete integral de inversiones nucleares, que incluye la financiación de la nueva central nuclear de Sizewell C, la ampliación de la base industrial de submarinos nucleares, el apoyo a los reactores modulares pequeños (SMR) y el aumento de la inversión en investigación y desarrollo de la energía de fusión. El Gobierno también ha seleccionado a Rolls-Royce para liderar su programa SMR, lo que pone de relieve una medida estratégica para impulsar la fabricación y la innovación nucleares nacionales.

Esa misma semana, el Banco Mundial aprobó la financiación de proyectos de energía nuclear, levantando una prohibición que estaba en vigor desde 2013 y señalando el creciente apoyo financiero internacional al desarrollo nuclear como componente clave de la transición hacia la energía limpia.

Durante años, la energía nuclear ha sido objeto de un intenso debate a nivel mundial. Los defensores del movimiento de la abundancia llevan mucho tiempo argumentando que la energía nuclear es una herramienta esencial para la descarbonización que ha sido injustamente difamada como una reliquia peligrosa del pasado. Por el contrario, el movimiento “ecologista” tradicional se ha opuesto firmemente a la energía nuclear, cambiando sus argumentos a lo largo del tiempo, pero resistiéndose constantemente a la energía nuclear por motivos ideológicos o de precaución.

Sin embargo, en los últimos años se ha producido un cambio notable en el discurso político y público. A medida que se hacen más evidentes los retos reales que plantea el objetivo de alcanzar emisiones netas cero manteniendo un suministro energético fiable, los gobiernos reconocen cada vez más lo que muchos expertos en energía llevan décadas diciendo: un sistema energético 100% renovable no es viable en la actualidad. La energía eólica y la solar son intermitentes, lo que significa que requieren una fuente de energía básica fiable, y si esa fuente básica no es el carbón o el gas, tiene que ser la energía nuclear.

El cambio de actitud es cada vez más evidente. Algunas de las naciones más industrializadas del mundo están ahora revirtiendo el rumbo tras años de políticas antinucleares que han estado más determinadas por la ideología que por las realidades técnicas o medioambientales. Alemania es el ejemplo más destacado. A raíz del desastre de Fukushima en 2011, la entonces canciller Angela Merkel, en alianza con el Partido Verde, se comprometió a abandonar por completo la energía nuclear. La medida fue ampliamente celebrada por los activistas medioambientales y se consideró una postura moral y precautoria.

Sin embargo, las consecuencias a largo plazo de esta decisión han suscitado críticas cada vez mayores. Desde que se cerró el último reactor nuclear de Alemania en 2023, la Energiewende, su plan para depender totalmente de la energía eólica y solar, ha demostrado ser profundamente defectuosa. A pesar de las intenciones proambientales de la política, ha dejado a Alemania muy dependiente del carbón y del gas natural importado. Esta dependencia ha comprometido tanto sus objetivos climáticos como su seguridad energética, poniendo de manifiesto los riesgos de eliminar la energía nuclear sin alternativas viables para una energía básica fiable y con bajas emisiones de carbono.

En un importante giro político, el nuevo canciller alemán, Friedrich Merzreconoció públicamente que el cierre de las centrales nucleares del país fue un error estratégico. Esa admisión supone una notable desviación de la ortodoxia del pasado y señala una reevaluación más amplia de la política energética en una de las naciones más influyentes de Europa.

Apenas un día después de ser confirmado como canciller, Merz dio un paso histórico que supuso un cambio importante en la política energética europea. Puso fin a la oposición de Alemania a la energía nuclear dentro de laUnión Europea, que duraba décadas, al alinearse con el presidente francés Emmanuel Macron y acordar que Alemania ya no presionaría contra la energía nuclear a nivel de la UE. Esto supuso no solo un cambio drástico en la postura de Alemania, sino también un gran avance en la rivalidad franco-alemana que durante años había marcado el enfoque fragmentado de la UE en materia de política nuclear.

Por primera vez, la UE podría estar en camino de alcanzar una posición unificada sobre lo que constituye la energía limpia, allanando el camino para una estrategia energética más práctica y colaborativa en todo el continente.

Bélgica también ha dado marcha atrás en su plan de abandono gradual de la energía nuclear. Aunque en un principio estaba previsto cerrar todas las centrales nucleares para 2025, el Gobierno belga anunció en 2022 un cambio de política para prolongar la vida útil de sus dos reactores más nuevos, tras lo ocurrido en Alemania. Ante el aumento de los costes energéticos y las emisiones de carbono, Bélgica reconoció que la infraestructura nuclear existente ofrece una fuente de energía fiable y con bajas emisiones de carbono que no puede ser fácilmente sustituida por energías renovables intermitentes como la eólica y la solar.

La marea también ha cambiado en Estados Unidos. En un importante cambio de política, el presidente Donald Trump ha emitido una serie de órdenes ejecutivas destinadas a revitalizar el sector de la energía nuclear estadounidense. Las directivas ordenan a la Comisión Reguladora Nuclear de Estados Unidos que agilice el proceso de concesión de licencias para nuevos reactores, reduciendo los plazos de aprobación de varios años a menos de 18 meses. También se espera que el Departamento de Energía y el Departamento de Defensacolaboren en la construcción de centrales nucleares en terrenos federales, agilizando el proceso de concesión de permisos y aprovechando la infraestructura existente.

Para apoyar estas iniciativas, la administración se está centrando en revitalizar la producción y el enriquecimiento de uranio en el país, con el objetivo de reducir la dependencia de fuentes extranjeras y reforzar la cadena de suministro energético nacional. Estos esfuerzos subrayan el compromiso renovado con la energía nuclear como piedra angular de la estrategia de energía limpia de Estados Unidos.

Sin embargo, mientras algunos países se adaptan, otros siguen aferrados a posturas antinucleares obsoletas. Australia, a pesar de sus vastas reservas de uranio y su sólida experiencia científica, sigue prohibiendo totalmente la energía nuclear. El debate suele estar dominado por una retórica basada en el miedo, con políticos que hacen hincapié en imágenes caricaturescas que recuerdan a Los Simpson, en lugar de basarse en datos reales sobre la seguridad nuclear moderna. Décadas de oposición cultural y política han arraigado profundamente la ideología antinuclear en el discurso público, sofocando cualquier conversación seria y basada en pruebas.

De manera similar, España se ha comprometido a eliminar gradualmente su parque nuclear para mediados de la década de 2030, otra decisión impulsada más por el simbolismo político que por una planificación energética práctica, y que ha desencadenado protestas de los trabajadores nucleares españoles.

Mientras tanto, China avanza a toda velocidad. No contenta con ampliar su parque de reactores convencionales de agua a presión, China está invirtiendo fuertemente en tecnologías nucleares avanzadas, como los SMR y los reactores de sales fundidas basados en torio. Los reactores de torio se consideran desde hace tiempo una tecnología revolucionaria debido a sus características inherentes de seguridad y a la abundancia de torio, pero esta tecnología ha sido muy descuidada en Occidente, a pesar de que Estados Unidos desarrolló el primer reactor de torio en la década de 1960.

Basándose en esta investigación previa en Estados Unidos, China afirma ahora haber desarrollado un reactor de torio en funcionamiento. Si esto es cierto, sería un avance revolucionario para la energía limpia, ya que el torio no solo es abundante, sino que también permite un proceso de generación de energía más limpio y seguro que las tecnologías nucleares actuales. Si los programas piloto de China tienen éxito, el país podría dar un salto adelante con respecto a los sistemas nucleares existentes y asegurarse una posición de liderazgo en la energía limpia de próxima generación. Occidente todavía tiene mucho que hacer en este ámbito.

Esta divergencia en la política nuclear mundial pone de relieve la creciente división entre quienes consideran la energía nuclear un aliado necesario para la descarbonización y quienes siguen viéndola a través del prisma de los temores de la Guerra Fría y el trauma posterior a Fukushima. El nuevo resurgimiento de la energía nuclear no es solo una cuestión de tecnología, sino también de valentía política, realismo científico y voluntad de afrontar verdades incómodas. A medida que más países se enfrentan a los límites de intentar reducir las emisiones solo con energía eólica y solar, tendrán que elegir entre la ideología y elpragmatismo climático.

El futuro de la energía nuclear empieza a parecer no solo viable, sino esencial. En todo el mundo, los líderes políticos están reevaluando decisiones pasadas y reconociendo que la descarbonización sin energía nuclear es, en el mejor de los casos, una esperanza lejana. Está surgiendo un nuevo consenso mundial: la energía nuclear ofrece una densidad energética, una fiabilidad y una huella de carbono nula sin igual, cualidades que las energías renovables intermitentes por sí solas no pueden replicar. Tras décadas de retraso, la energía nuclear ya no está relegada a la energía del pasado, sino que se entiende como la columna vertebral del futuro.

Este artículo fue publicado originalmente en HumanProgress.org (Estados Unidos) el 27 de junio de 2025.


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