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Por: José Rafael Vilar
Hoy, 4 de diciembre, mientras escribo han transcurridos 634 días desde que el 10 de marzo de 2020 se anunciaron los primeros dos casos de Covid-19 en Bolivia —importados uno desde España y otro desde Italia— y tras los 542.859 casos detectados —una cifra posiblemente menor que la real— y 19.125 fallecidos —que puede ser significativamente mayor según ha demostrado el investigador Andrés Uzín— en el país seguimos analizando cómo seguirá.
En plena cuarta ola en Bolivia, que empezó en octubre pasado —la tercera declinó lentamente entre agosto y octubre— y no fue reconocida oficialmente hasta la segunda mitad de noviembre, y en puertas de las celebraciones navideñas y de fin de año, necesitamos detenernos para analizar cómo estamos y cómo —con el panorama actual— estaremos.
Bolivia hasta ahora
Como podremos ver en el gráfico (Nuevos casos detectados vs. Pruebas PCR) elaborado a partir de datos del Minsalud y de los diferentes Sedes —a veces no coincidentes—, empezamos 2021 en plena segunda ola, iniciada en diciembre del 2020, alcanza su mayor morbilidad en enero (56.711 nuevos casos detectados) y declinó ya a mediados de marzo: cuatro meses. La tercera ola inició inmediatamente y fue la más larga de 2021 —la primera ola duró entre marzo y octubre de 2020— pues recién inicia su declive en septiembre; su pico fue en junio: 68.345 nuevos casos detectados. La cuarta, aunque ya ha presentado varias jornadas con más de mil nuevos casos detectados, aún en noviembre no ha pasado de 24.838 nuevos casos detectados. Antes de seguir, es importante aclarar que la variante considerada más preocupante —la Delta— no ha sido anunciada oficialmente en Bolivia, menos aún la ómicron, lo que es importante tener en cuenta para cuando hablemos de las “metas contra la variante Delta”.
Estrategias nacionales
Es importante tener presentes cuáles fueron las estrategias aplicadas al analizar las actuaciones de los distintos niveles de gobierno frente a la pandemia en Bolivia.
La primera de ellas fue la de detención, tomada como emergencia ante llegada de la pandemia al país en la gestión del ministro Aníbal Cruz y que buscaba “aplanar” —alargar— la curva de contagios lo más posible ante la amplia carencia de condiciones del sistema sanitario nacional y para prevenir el colapso hospitalario. La estrategia cumplió, dentro de las pobres posibilidades del país y en medio de una grave crisis político-social, en aceptable medida su objetivo, considerando que a fines de noviembre de 2020 —concluida la primera ola— rondábamos los 150 mil casos detectados acumulados.
En diciembre de ese año, la nueva gestión del ministro Edgar Pozo anuncia la nueva estrategia, asentada en los pilares de detección —a través de gran cantidad de pruebas PCR apoyadas por pruebas “rápidas”— y prevención —mediante vacunación masiva. Es así que entre enero y marzo, durante la segunda ola, las pruebas aumentan de 115.663 en enero a 188.157 en marzo, mientras que en la tercera ola llegan hasta 350.275 en junio, coincidiendo con el mayor número de nuevos casos detectados (68.345); es fundamental entender que a más pruebas PCR se pueden detectar proporcionalmente más nuevos casos, fundamento del eje “detección” de la estrategia Pozo.
Pero desde agosto la cantidad de pruebas PCR descendió significativamente: agosto 183.162; septiembre 155.980; octubre 159.206, y recién aumentan en noviembre (172.523) aunque en número insuficientes aún, dejando dudas sobre la verdadera morbilidad.
Inmunización
El segundo eje de la estrategia Pozo — inmunización— se inició a fines de enero 2021 con trabajadores de sectores expuestos al Covid-19 —principalmente sanitarios— para continuar a fines de febrero con pacientes de grupos de alto riesgo.
Es importante que entendamos algunos conceptos al analizar el proceso de vacunación. El primero es que la mayor inmunidad —aunque siempre es relativa, variando según la vacuna— se alcanza cuando el inmunizado recibe la denominada pauta completa de inmunización, ya sea por dos dosis en los casos de vacunas que lo requieran —Sputnik V, Sinopharm, Oxford, AstraZeneca y Pfizer en las llegadas a Bolivia— o una sola si la vacuna es de unidosis, como la Janssen que se aplica en el país; una dosis adicional de refuerzo —en Bolivia ha sido con la OxfordAstraZeneca— brinda mayor resistencia frente al virus, incluyendo nuevas variantes.
En el cuadro Vacunación por departamento podemos ver el estado de la inmunización con pauta completa y refuerzo por departamento al 4 de diciembre.
¿Qué hicimos bien, qué hicimos mal?
La targetización del proceso de vacunación fue la más correcta distribución considerando las experiencias exitosas a nivel internacional: se empezó con personal expuesto a la infección, se continuó con pacientes de alto riesgo y siguió con los mayores de 18 años divididos en percentiles para ampliarse —sin acabar con este último pero considerando la proximidad de períodos de alto contagio y del inicio de clases— al de 12 a 17 años (aunque no ha explicado dónde caben los de 18 años).
Sin embargo, el proceso de vacunación peligró por la ideologización que se le aplicó, centrándose —como el caso argentino, su hermano ideológico— en la vacuna rusa Sputnik V. Cuando la vacuna rusa —hasta ahora aún no aprobada por la OMS— bloqueó sus envíos al exterior por el agravamiento de la pandemia en su país y la insuficiente capacidad propia para producir la segunda dosis —es el único caso dentro de las vacunas de doble dosis que la segunda es totalmente diferente de la primera—, Bolivia tuvo que apoyarse en la vacuna china Sinopharm y en amplias donaciones de otras vacunas (OxfordAstraZeneca, Pfizer y Janssen) para poder cumplir el proceso de inmunización.
El otro error fue crear “metas” sin estrategias de apoyo: El 6 de agosto, el presidente Arce fijó la meta para el 1 de diciembre pasado de inmunizar (pauta completa) al 90% de la población en prevención de la variante Delta —no detectada aún— pero sólo se cumplió el 62,3% de esta meta.
Inmunización versus incidencia acumulada
La incidencia acumulada a 14 días (IA14) es un indicador que nos informa el estado de avance o retroceso de la pandemia: refleja cuántos nuevos casos detectados hay por 100 mil habitantes. Así podemos afirmar que la Cuarta Ola se inició en octubre porque la IA14 pasó de 35 el 1/10 a 118 el 3/12.
El cruce de IA14 con la inmunización con pauta completa debería darnos una correlación que entre más inmunizados habría menos IA14. Sin embargo, esto no se ha cumplido en Bolivia porque encontramos departamentos con alta inmunización y alta IA14 y otros viceversa, lo que puede deberse tanto a laxas medidas de seguridad como a un bajo registro epidemiológico territorial, como comprobamos en el cuadro Vacunación versus IA14 donde dos departamentos con alta inmunización (Santa Cruz y Tarija) tienen las más altas IA14 mientras dos con las menores inmunizaciones (Potosí y Beni) muestran las menores incidencias.
Inmunización en Sudamérica
Para concluir, el proceso de vacunación en la subregión ha sido muy variado en: inmunización con pauta completa, grupos etáreos vacunados y vacunas utilizadas. Para visualizarlo, (cuadro porcentaje de personas con pauta completa) he utilizado el indicador R100 que representa cuántas dosis simples han sido aplicada a 100 habitantes (población total) de un país.
En el caso de Bolivia, considerando sólo los mayores de 18 años, el ratio de pauta completa al 4/12 era del 57,1%.