OpiniónEconomía

El presupuesto del descaro

Antonio Saravia

Economista

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El Presupuesto General del Estado (PGE) consolidado del próximo año planea un gasto de Bs. 265 mil millones, es decir, 38 mil millones de dólares. Este monto representa el 88% del PIB. Así es, como lo lee: ¡el gobierno planea gastarse el 2024 casi el 90% de lo que todos los bolivianos producimos! Una brutalidad, una insolencia. El 2022 el PGE gastaba el 80% del PIB. El 2023 el 83%. Ahora, como el gobierno cree su propio cuento y jura que “vamos bien,” le mete a fondo y aumenta, a ese ya altísimo porcentaje, cinco puntos más. Un verdadero descaro.

Que el gobierno planee gastar casi todo lo que Bolivia produce es una insolencia por al menos dos motivos. El primero es que el gobierno no tiene plata ni para hacer rezar un ciego. El 40% de los ingresos del PGE consolidado provienen de “fuentes financieras,” es decir, préstamos, tanto internos (72%) como externos (28%). Los prestamos internos proviene en su mayoría del Banco Central que tendrá dos de dos, o emitirá sin respaldo o seguirá dilapidando las RIN. Pero el gasto es tan alto que, aun después de financiar el 40% con préstamos, el presupuesto terminará igual con un déficit fiscal de 7,8% del PIB. Una vergüenza por donde se lo mire. El país atraviesa por una crisis económica profunda. Nuestras reservas internacionales están por los suelos (ahora sabemos que a agosto solo quedaban un poquito más de $us 2 mil millones), no tenemos plata para importar hidrocarburos, no hay dólares en la calle, las empresas estatales pierden plata todos los días, etc., pero en lugar de ajustarse los cinturones como haría cualquier persona que ve que la cosa pinta mal, el gobierno sigue dándole al gasto y parece no preocuparse por tener otro año más de déficit (el onceavo consecutivo). Queda claro que al gobierno no le importa en absoluto seguir hipotecando al país.

El segundo motivo por el que planear gastar casi el 90% del PIB es una insolencia, es porque ese nivel obsceno de gasto solo puede encerrar intenciones perversas. El enorme gasto del gobierno demuestra, sin lugar a duda, que este no quiere soltar el mango de la economía y devolvérselo a los ciudadanos. Esto es una insolencia porque como muestra la evidencia empírica en cualquier lugar del mundo, mientras mayor control tiene el gobierno de la economía, peor le va a la economía y a la gente. Lo sabemos muy bien nosotros que fuimos testigos de cómo el MAS se farreó la mayor bonanza de precios internacionales que experimentamos y los $us 60 mil millones que facturamos por el gas se hicieron gas en un abrir y cerrar de ojos. Eso es lo que pasa cuando el gobierno controla la economía. El descaro es que ellos lo saben perfectamente, pero no les importa seguir acelerando hacia el precipicio.

Casi el 59% del gasto del PGE 2024 es gasto corriente, un 16% es gasto de capital (inversiones) y un 25% es para otros usos que incluyen la amortización de deuda externa y pago de intereses. El servicio de la deuda nos costará alrededor de $us 1.700 millones el 2024, que representa casi el mismo valor de nuestras RIN. Nótese además que, tal como pasó el 2023, por cada dólar invertido en gasto de capital se gastarán 3,6 dólares en gasto corriente. Uno podría rasgarse las vestiduras y reclamar que el gobierno invierte poco. Yo no. Toda inversión que hace el gobierno es ineficiente, corrupta y genera pérdidas. Ergo, mientras menos “invierta,” mejor.

Dentro del gasto corriente, solo la partida de “sueldos y jornales” llega a $us 7 mil millones (un 18% del PGE). Agárrese con el dato, ¡el gobierno gastará el 2024 $us 19 millones al día solo en sueldos y jornales! Es más, si solo contamos los días hábiles, ese gasto será de casi $us 28 millones al día. Y ¿quiénes reciben esa plata? Si descontamos el pago a maestros, personal de salud, policía y fuerzas armadas, el 45% del total de sueldos y jornales va mayormente a los burócratas de la administración pública y miembros del partido azul. ¿Se entiende la indignación?

El segundo rubro más importante de los ingresos, después de la deuda, es el de los ingresos de operación (24%), y el tercero son los impuestos que paga el ciudadano y las empresas como el IVA, IT, etc. (21%). Es importante notar que después del estrepitoso fracaso de la industria gasífera producto de la nacionalización y el rechazo a la inversión extranjera, las rentas petroleras (IDH e IEHD) dejaron hace ya mucho tiempo de financiar al gobierno. Estas representaran solo el 2,2% de los ingresos el 2024. Considerando además que solo el 15% de la economía es formal y paga impuestos, ese 21% que corresponde a impuestos lo estará pagando un segmento muy chico de la economía. Como siempre, la gente que hace las cosas bien y registra su negocio de manera formal carga la mochila más pesada.

Hay que decir además que el PGE 2024 se construye sobre supuestos muy débiles y poco realistas. El gobierno asume que nuestro PIB crecerá el 2024 a una tasa de 3,71% cuando los organismos internacionales como el Banco Mundial y el FMI esperan una tasa menor a 2%.

Y ese es el panorama estimado lector. Este es el descaro que debemos soportar año tras año sin que ellos se mosqueen.

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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Antonio Saravia

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