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En el denominado “cabildo por la libertad”, el presidente del Comité pro Santa Cruz, Rómulo Calvo Bravo, en una de las preguntas que fueron aprobadas por los asistentes, fue la exhortación a todos los partidos políticos a construir un solo proyecto político que haga oposición en las próximas elecciones presidenciales.
Todo muy bien, fue aprobado por los asistentes y sigue en línea con el discurso de la “unidad”. Sin embargo, la pregunta no habla de una sola candidatura -aunque obviamente lo implica- sino que habla de un proyecto. Y la realidad es que no hay miras a la creación de un proyecto. Pero ¿qué es un proyecto político? Es precisamente lo que tiene el MAS. Un proyecto político es una idea, una forma de entender el Estado y proponer cómo debe funcionar este y cómo administrarlo, cuál debe ser la relación del Estado con los ciudadanos, ¿debe el Estado crecer o reducirse en tamaño?
La realidad es que eso en Bolivia solo lo tiene el MAS. El MAS propone un proyecto político autoritario y socialista. Esto obviamente no es sano para la democracia, el Estado de derecho y la economía nacional a largo plazo. Sin embargo, al tener un proyecto y encuadrarlo en un discurso, se convence a la gente, porque ellos no solo dicen “vamos ganarle a los otros” si no que la lógica de su discurso es “vamos a ganar y vamos a hacer las cosas así”. El proyecto político es una visión de Estado y de la sociedad, y eso genera adhesiones entre los votantes y el candidato.
Por otro lado, la oposición no tiene un solo proyecto. Tanto Comunidad Ciudadana como Creemos no tienen un proyecto político ni siquiera a mediano plazo, son solamente siglas que compiten en elecciones, que al no tener un proyecto no saben qué hacer en el ejercicio de la función pública, lo que deviene en improvisación e inacción.
En 2020, Comunidad Ciudadana solo se mostraba como “la opción que le puede ganar al MAS”. Pero a muchas personas esto no les convenció porque, le ganaban al MAS y, ¿luego qué? No tenían un proyecto, su único objetivo era ganar una elección, pero no sabían qué hacer el día después. Por otro lado, desde Creemos solo nos decían “tenés que votar por el cruceño”. Está bien, voto por el cruceño, pero, y luego ¿qué? No sabían. Solo planteaban un voto en base a identidades, como si haber nacido aleatoriamente en un lugar específico te otorgue virtudes especiales para ejercer un cargo público. En resumen, el MAS plantea una visión y proyecto de Estado -aunque autoritario, pero proyecto al fin-, mientras que la oposición plantea vencer al MAS, pero sin proyecto, sin proponer cambiar las cosas. Sin pensar en el día después de la elección.
Ninguna de las fuerzas de supuesta oposición tenía siquiera una idea mínima de gobernar. Y digo supuesta porque nunca plantearon nada realmente opuesta a lo que ya proponía el MAS. Es decir, planteaban un cambio en el Gobierno pero, viendo las crisis que se avecinan, lo que necesita Bolivia es un cambio en el Estado. Pero nunca lo plantearon realmente.
No existe formación de cuadros políticos dentro de los partidos, no existen líneas políticas que sigan una idea o una visión, la única línea discursiva es parafrasear lo que diga el líder. Y esto seguirá en 2025, por lo que no podrán cumplir con lo aprobado en el cabildo. Hay que aprovechar que existe un cansancio de la población hacia el MAS, pero muchos lo ven como la única opción, y precisamente porque son el único partido político en Bolivia, los demás son meras siglas que buscan algunos cargos.
Es urgente para la democracia que se trabaje desde ahora -porque la oposición se acuerda de hacer política seis meses antes de las elecciones- en la conformación de un proyecto político auténtico. Que se contraponga al proyecto autoritario y socialista del MAS para que se pueda conquistar al país.
