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Una vez más, Bolivia ve impávida cómo cuatro millones de hectáreas de incendios forestales devastan ecosistemas, acaban con animales, plantas y microorganismos, y provocan la muerte de seres humanos (“Dos personas aparecen calcinadas en un vehículo mientras se sofocaban los incendios forestales cerca de Roboré”, EL DEBER, 27.07.2024). Qué decir de la humareda que afecta la salud de pueblos enteros en el campo y de comunidades indígenas, y la contaminación ambiental en gran parte del territorio, a lo que se suma un doloroso daño económico ¡cuánta gente lo perdió todo!
Duele ver al país otra vez convulsionado por insufribles bloqueos, como si la cultura del bloqueo nos hiciera bien, llegándose a hablar incluso de no dejar pasar alimentos a las ciudades ¿hasta cuándo lo permitiremos?
En el ámbito económico: La inflación trepó al 4,61% hasta agosto, rebasando la meta de 3,60% para todo el año; la escasez de dólares hace subir el costo de importación de manera generalizada; muchos productos salen al exterior de contrabando, al no tener ya un “Boliviano fuerte”, siendo que la moneda fuerte ahora es el dólar; la producción de alimentos ha caído por la sequía, inundaciones y heladas; el crecimiento del PIB, con 1,31% a marzo está muy lejos del 3,71% proyectado para el 2024; hay un nuevo déficit comercial este año y la pérdida de empleos en el sector legal y formal, es terrible.
Sumemos a ello la pelea al interior del partido gobernante, más las expresiones de disconformidad con los resultados del Censo Nacional de Población y Vivienda 2024, y la consecuencia es un mayor deterioro de nuestra calificación de riesgo país, llegando a un triste liderazgo latinoamericano.
El “cherry sobre la torta” fue la expectativa causada por el Presidente del Estado, anunciando que iba a dar una explicación, el domingo 8 de septiembre a las 8.00 p.m., sobre los orígenes y causas de la falta de dólares y combustibles, y las soluciones estructurales. Profundas conjeturas se tejieron temiéndose el posible anuncio de medidas contraproducentes que podrían empeorar la situación.
Llegó el día y lo visto fue casi una cátedra con una profusión de data y una explicación sin estridencias, como pocas veces en el Primer Mandatario, quien no dudó -en cuanta ocasión pudo- en echar la culpa de lo que pasa hoy, al gobierno de Evo Morales, del que fue Ministro de Economía y Finanzas Públicas, además de gestor del Modelo Económico Social Comunitario y Productivo que hoy cojea.
Acusó al gobierno de Morales de descuidar la nacionalización y que la falta de inversión en exploración provocó la caída de la producción de combustibles con una dependencia creciente de su importación, a mayores precios en el tiempo; habló de un “sabotaje y bloqueo en la Asamblea Legislativa Plurinacional” al no aprobar créditos por 1.077 millones de dólares y dijo que, compramos cada vez más caro del extranjero, por la inflación mundial.
Las “soluciones estructurales” fueron, el deseo de aumentar la producción nacional de combustibles fósiles y biocombustibles, y las medidas de corto plazo, facilidades para exploración y explotación de hidrocarburos; control de abastecimiento de combustibles; negociaciones con países proveedores; incentivos a la exportación; levantamiento de restricciones a los criptoactivos y la creación de la Ventanilla Única de Comercio Exterior.
Las reacciones por las redes no se hicieron esperar, superando las críticas a las alabanzas, diciendo que lo expuesto no soluciona la falta de divisas, la inflación y la provisión de combustibles, además que no habló del déficit fiscal, pero sí de 170 empresas públicas, cuando lo deseable es ir a una disciplina fiscal.
En lo que a mí respecta, me llamó la atención que no se hable de otra Ley de Hidrocarburos; también, que la planta de biodiésel HVO se instalaría en Puerto Suárez, frontera con Brasil, cuando el mayor consumo está en el hinterland de Santa Cruz; cabe recordar que IBCE y CAINCO propusieron hace 16 años que se autorice al sector privado producir biocombustibles sostenibles para el país.
Respecto a aquello de que los privados no generan suficientes dólares para importar, de ser cierto eso (siendo que no es abierta tal información), los empresarios no han podido producir ni exportar mucho más por la inseguridad jurídica (avasallamientos); restricciones a la exportación (prohibiciones, cupos); no autorización del uso de biotecnología (productividad); negativa a los Acuerdos de Libre Comercio (mercados); irregular provisión de diésel; falta de un Fondo de Promoción de Exportaciones como el que hay para sustituir importaciones; burocracia estatal y reticencia a un trabajo público-privado, p. ej., para convertirnos en un gran país agroexportador, siendo que más del 90% de los alimentos consumidos en Bolivia, lo producen los privados ahorrándole divisas al Estado…