Escucha la noticia
Convengamos que el estado de Derecho (San Google, dixit con una manito de la IA) es: “un principio de gobernanza fundamental que establece que todos, incluyendo el gobierno, están sujetos a leyes que se aplican públicamente, de manera igual y con independencia. Esto significa que la ley es el máximo regulador de la sociedad y no se puede ejercer poder arbitrario o discrecional”. Por mi parte, yaparía que esa idea trasluce que todos (poder + ciudadanos) estamos sujetos al imperio del Derecho (IIII, CPE y leyes) y entonces, no le podemos meter no más (“doctrina morales) pues nuestros legítimos derechos se acaban en la nariz del otro y/o de hacerlo, la Justicia hará su trabajo estableciendo responsabilidades, etc. Entre algunos de sus varios atributos, está la predecibilidad de las resoluciones de sus tribunales lo que permite dotar a todos de seguridad jurídica y en alguna medida, estabilidad y hasta, bien idealista me levanté, relativa normalidad para que todos podamos realizar nuestros proyectos de vida, generar riqueza, trabajo, empleo, impuestos y asi, garantizar nuestras elementales necesidades materiales y por supuesto, vivir en paz.
Pues bien, asi de linda la doctrina y la teoría, acaece que a la vista del despelote en que el estado plurinashonal se revuelca no les será fácil concluir que aunque la CPE ensangrentada de La Calancha así lo declara, muchos discursean hipócrita y falsamente de su existencia y otros dislates; la cruda realidad nos prueba más allá de toda duda razonable que estamos en la antípoda de aquella belleza: somos una jungla, en la que se le mete no más por mucho que sea ilegal, por lo que el soberano ha quedado secuestrado no solamente por el abusivo poder estatal incluyendo su manifiesto desgobierno sino también de grupos o hasta ciudadanos, que se pasan por el orto la CPE, los IIII y las leyes. NO estamos a merced del imperio del Derecho, sino en garras del más bruto, del más ignorante, del más prepotente, del más pendejo o de otros matones de similar calaña.
Y a las pruebas me remito (de las últimas disponibles): el gobierno que con asquerosa sinvergüenzura de sus altos cargos y demás empleados nos miente sistemáticamente, luego de dos décadas de despilfarro en sus diversas expresiones, no puede cumplir con sus elementales funciones: no hay carburantes para que la débil economía funcione; no hay divisas extranjeras absolutamente necesarias para importar o contrabandear insumos para producir (eso de la soberanía es otra estrategia envolvente, pues no producimos ni una aguja); la inflación dista mucho de lo que los INEptos nos mienten, perdemos parte de nuestras vidas en filas olímpicas para gasolina u otros bienes y, al final del día, los “paganinis” somos la ciudadanía empezando por los más vulnerables (que en sus discursos dicen que defienden, etc). Habría que añadir a quienes sin estar en el gobierno, tienen algún poder de movilización así sea minoritario pero lesivo y destructivo, cuando pueden movilizar a sus adictos para bloquear caminos, tomar instituciones, hacerles marchar, etc. Uso de la fuerza bruta.
En el otro lado de la balanza, está la ciudadanía mal representada, por ejemplo por algunos sindicatos o agrupaciones que solamente -en su avanzada desesperación ante el desastre-, optan desde su parte también por marchar o bloquear. Un ejemplo, es el absurdo de los grupos de chóferes (aquellos que le pedían el tamaño de su cinturón al dictador García Meza o apoyaron entusiastamente al otro tirano, ahora en decadencia) que ahora amenazan con bloquear indefinidamente los caminos; como si por ese abuso, el dólar bajaría o el diesel aparecería. Es más, veo entre muchos de los que ahora justificadamente protestan por la multi crisis; hace unos meses o años, endiosaron al tirano que la causó o a sus secuaces. ¿Estarán arrepentidos siquiera?.
A tal grado de anomía hemos llegado qué aunque nos llenamos la boca todos los días sobre la democracia, su máximo evento (no el único, pero tal vez el principal) como son las elecciones generales (ejecutivo + legislativo); están ahora hasta en duda, precisamente por esa debilidad institucional sumada a la mala leche de parte importante de la clase política, mediocridad del árbitro electoral que defiende irrazonablemente su padrón perforado sin ejercer su naturaleza de poder estatal y la falta de independencia de algunos jueces que en vez de tutelar derechos, los trituran.
Así el estado del arte del despelote que padecemos cotidianamente, queda claro que estamos en la antípoda de esa belleza de la que habla el estado sujeto al imperio del Derecho. Esto es una jungla en la que todos le meten no más aunque sea ilegal y las instituciones y sus operadores cobran su sueldo, en muchos casos hacen “bussines” nada sanctos pero no hacen sus deberes; mientras, el ciudadano hace lo que puede para sobrevivir. La MAFALDA decía: “Aquí no hay extrema derecha ni extrema izquierda. Aquí lo que hay es extrema pobreza y corrupción. No somos un país pobre, somos un país empobrecido por mafiosos que han desangrado a su propia patria. No nos faltan recursos, nos sobran ladrones”.