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Gobierno a la deriva

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El arcismo dejó de ser un grupo político compacto que se planteó la construcción de una alternativa desde la gestión gubernamental en curso, de cara al nuevo ciclo político nacional. En la facción encabezada por Luis Arce mandan las imposiciones, divergencias, ambiciones y pugnas por espacios de poder —actuales y futuros—. Lo anoté el 14 de mayo, en el artículo de opinión “¿Implosiona el arcismo?”. A todo ello, se suma una notoria falta de conducción política, de liderazgo en el Ejecutivo.

Han pasado dos semanas y la situación, en lugar de haber sido solucionada, tiende a agravarse, mientras el deterioro de la economía nacional, base de cualquier futuro escenario político y electoral, camina hacia el colapso y las declaraciones contradictorias de las principales autoridades económicas del Estado, empezando por el presidente, así lo evidencian. Eso está provocando que el factor de la incertidumbre se agigante a nivel de la población.

Hace un par de semanas comenzó a circular la versión sobre la salida del vocero presidencial Jorge Richter a fines de mayo y ninguna autoridad del entorno político de Arce se encargó de aclarar el tema, para bien o para mal. Israel Huaytari, presidente de la Cámara de Diputados, investigado por enriquecimiento ilícito, dejó de asistir a reuniones clave de autoridades del Legislativo y actos protocolares importantes como los 215 años del primer grito liberador de América, lanzado desde Sucre, el 25 de mayo de 1809.

Como siempre, el vicepresidente David Choquehuanca no dijo nada, esperando que el transcurrir de los días diluya la incómoda situación.

Pues bien, en esferas gubernamentales se dice ahora que, además del vocero desaparecido, otras cinco autoridades del Ejecutivo habrían decidido renunciar con un común denominador: extravío de la brújula política y crisis económica en franco agravamiento. Nadie hace caso a nadie. Y nadie hace nada por superar la situación de descalabro —cuentan los informantes del propio oficialismo—, comenzando por los mandatarios.

Quienes estarían aguardando que se materialice su alejamiento del esquema gubernamental, la mayoría tres años y seis meses después, serían cuatro ministros y ministras, además un alto ejecutivo de una entidad estratégica. Están los nombres, los cargos, las áreas y las circunstancias del quiebre en el Ejecutivo. Habrá que esperar las salidas para intentar conocer las razones de fondo de los cambios.

María Nela Prada, ministra de la Presidencia desde el día 1, dijo a los medios de comunicación, el martes 28 de mayo, que no presentó ninguna renuncia, pero inmediatamente después dejó claro que cualquier dimisión o salida dispuesta por el Jefe de Estado no debería ser considerada como una crisis de gabinete. Su preocupación es el titular de prensa, no la comprobación del desgaste.

Públicamente, Huaytari pidió el cambio de ministros del gabinete económico en lo que pareció un acto de venganza política, sabiendo el nivel de descomposición que se ha apoderado de las instancias gubernamentales.

La falta de dólares en bancos y casas de cambio, el desabastecimiento de carburantes en las capitales y ciudades intermedias, la paralización del proceso para la elección popular de nuevos magistrados de justicia y los desaciertos políticos del arcismo en torno a Evo Morales, el principal adversario de Arce y Choquehuanca, luego de haberlo acorralado, serían las causas del momento más crítico que enfrentan los mandatarios desde que asumieron el poder, el 8 de noviembre de 2020.

El único que se muestra ajeno a la crisis institucional, aunque ha generado anticuerpos en el núcleo de la administración de Arce, y siente que está listo para recibir la posta en 2025 es el Ministro de Gobierno, quien presenta proyectos de ley para acabar con la inseguridad ciudadana, baila sonriente en el Gran Poder, asiste a cuanto acto oficial se programa y busca polemizar con Morales sobre el narcotráfico en la región del Chapare para aparecer como el único capaz de frenar al caudillo del evismo.

La estrategia política que sigue disciplinadamente le indicaría que su proyección no depende necesariamente de representar al MAS-IPSP en próximos eventos electorales. Tendría un margen para enarbolar banderas de otros partidos, con otros colores. Lo niega, pero todas sus iniciativas y actividades gritan: Aquí estoy, puedo hacerlo. Mientras unos disfrutan del poder y preparan su futuro político-electoral, otros habrían decidido alejarse porque no quieren ser parte de la debacle en términos económicos y políticos, de un gobierno que está a la deriva.

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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