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En la última sesión de su Comité Intergubernamental para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial realizada en Nueva Dheli la semana pasada, la UNESCO resolvió inscribir a la Festividad de la Virgen de Guadalupe de Sucre Capital de Bolivia, en su Lista representativa del patrimonio cultural inmaterial de la humanidad; según su Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial (2003) que busca proteger el patrimonio cultural inmaterial; el respeto del patrimonio cultural inmaterial de las comunidades, grupos e individuos de que se trate; la sensibilización en el plano local, nacional e internacional a la importancia del patrimonio cultural inmaterial y de su reconocimiento recíproco y la cooperación y asistencia internacionales.

Esa Convención entiende por “patrimonio cultural inmaterial” los usos, representaciones, expresiones, conocimientos y técnicas -junto con los instrumentos, objetos, artefactos y espacios culturales que les son inherentes- que las comunidades, los grupos y en algunos casos los individuos reconozcan como parte integrante de su patrimonio cultural. Se transmite de generación en generación, es recreado constantemente por las comunidades y grupos en función de su entorno, su interacción con la naturaleza y su historia, infundiéndoles un sentimiento de identidad y continuidad y contribuyendo así a promover el respeto de la diversidad cultural y la creatividad humana y tiene en cuenta únicamente el patrimonio cultural inmaterial que sea compatible con los instrumentos internacionales de DDHH existentes y con los imperativos de respeto mutuo entre comunidades, grupos e individuos y de desarrollo sostenible.

De esa manera el departamento y la Capital suman y ratifican la enorme riqueza que mantienen, pues su casco histórico y republicano ya fue declarado también por la UNESCO como Patrimonio Cultural de la Humanidad (1991); además de similar inscripción (inmaterial) para el Pujllay y Ayarichi de la cultura Yampara (Tarabuco, principalmente). Es decir, Sucre y Chuquisaca ostentan nada más ni nada menos que 3 distinciones: dos inmateriales y una patrimonial. Un lujo y a la vez, una enorme responsabilidad y desafío.

En ese sentido, resaltar que la UNESCO es el organismo especializado del Sistema de Naciones Unidas (ONU) que busca construir la paz y la seguridad global mediante la cooperación internacional en educación, ciencia, cultura y comunicación, promoviendo el diálogo intercultural y el desarrollo sostenible, y gestionando patrimonios culturales y naturales. Se trata entonces, del principal organismo global en esas materias, por lo que la declaración que nos ocupa – a diferencia de algún ignaro de esos que abundan en RRSS que dijo que era un titulito más de esos que nos gustan a los locos- constituye una importantísima herramienta que más allá del sonado festejo con misa de acción de gracias y mini entrada, debe ser usada para captar mayor turismo receptivo que logre multiplicar la creación de riqueza, fuentes laborales, divisas, impuestos y otros beneficios para nuestra bellísima ciudad patrimonial; pero, además de la emergente obligación de precisamente salvaguardar esa riqueza religiosa y cultural que rodea la festividad (no solamente la entrada), pues abarca todo el proceso que entre otros incluye las novenas, las múltiples expresiones de fe como la procesión profundamente religiosa, sus cargamentos, imágenes, sentimientos, ese incienso y devoción que te pone carne de gallina y por supuesto la entrada folklórica y muchas otras expresiones que plasman ese profundo sincretismo religioso y cultural.

La declaratoria sumada a las otras anteriores, nos abre una fabulosa oportunidad no solamente para aprovechar mediante el turismo esa riqueza universalmente reconocida, sino para aprovechar los canales abiertos para salvaguardar esos bienes -que no ocurra como con parte de las huellas de dinosaurios recientemente destruidas, entonando el mediocre himno de sus obligados del “yo no fui”-. Felicidades para quienes trabajaron para ese nuevo logro y ahora aprovechar para explotar tamaña riqueza valorada universalmente mediante el turismo que permita mejorar la calidad de vida de los chuquisaqueños. Nuestra amada “Walalita” nos bendijo con este nuevo regalo desde la humanidad y ahora debemos utilizar ese beneficio para nuestro bienestar. Diógenes Laercio ya nos dijo: La cultura es un adorno en la prosperidad y un refugio en la adversidad.»   

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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