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Sin spoilers. “InsideOut 2” nos trajo un largometraje con un transfondo importante y necesario de mostrarlo para todo el público, que si bien no reemplaza ir a terapia o a una clase de Psicología, es una buena excusa para autoevaluarse en cuanto a nuestras emociones diarias y su efecto en nuestra vida profesional.
El protagonismo de “ansiedad” nos ayuda a mirar más allá del presente y quizá sea de mucha ayuda cuando nos plantea escenarios o predicciones positivas, alentadoras e incluso nuevos objetivos de éxito. No obstante, muchas veces dejamos que ésta solo nos proyecte escenarios negativos, de fracaso, y por ende, desalentadores. Aquí, el punto inicial es establecernos esta creencia, citando a la psiquiatra Marian Rojas Estapé: “El 90% de las cosas que nos preocupan, jamás suceden”.
Cambiando al protagonismo de “vergüenza” , resulta que en nuestro trabajo o en nuestro camino profesional se nos presenta una oportunidad de exponer nuestras ideas, una ponencia, e inclusive pisar grandes escenarios, y ésta emoción quiere tomar el control e incluso de la misma vergüenza, le pasa el control a ansiedad, ambos, nos llevan a creer que no somos merecedores de ello, ó que no lo haremos lo suficientemente bien, manifestándose en sudoración, muletillas, tics, etc. Aquí, el punto clave seguirle el ejemplo a mi influencer profesional, Adriana Carvajal y su mantra que le funciona: “Hacerlo con miedo es más, que no hacerlo”. Y sí, el miedo también está ligado a vergüenza, pero toca no darle chance a ninguno.
Por otro lado, alguna vez nos encontramos en el ambiente laboral al mismísimo “aburrimiento” en persona, que incluso puede ser algo como indiferencia o pereza. Si nos toma control, estaríamos destinados a cualquier cosa, menos a lo que queremos. Quizá solo sea necesario prestarle atención en casos donde se necesiten nuevos aprendizajes, nuevos idiomas, nuevos hobbies, etc.
Y cuando se habla de trabajo en oficina, seguramente también nos hemos encontrado con la “envidia” en persona. Sin embargo, como emoción, no está mal admirar a nuestros líderes, empleados destacados, etc. lo que sí está mal es no considerar nuestras propias capacidades, como también no reconocer el esfuerzo o el camino distinto de los demás para ser o llegar hasta donde está. Si dejamos que la envidia tome el control, nunca nos veremos como suficientes, e incluso nos hará desenfocarnos de nuestros sueños, metas, y autenticidad.
Por último, amé el protagonismo de “furia” y “alegría”, destacando que ninguna emoción está catalogada a ser mala o buena, sino, que tienen funciones distintas (como en un trabajo) y todas llegan a complementarse siempre y cuando sean bien gestionadas (ese es el mayor desafío de la vida, pero no nos lo enseñan en el colegio). Más allá de la profesión que tengamos, la buena gestión de emociones siempre será el aliado perfecto para el éxito o simplemente saber sobrellevar mejor todo lo que conlleva el camino de aprendizajes, experiencias por la vida, y por qué no, ser felices a nuestro manera.
